¿Cómo cree que será el mundo que nos espera a la salida de la crisis?
Las cadenas de valor mundiales están profundamente arraigadas en los modelos de crecimiento y en las tecnologías, pero también forman parte del contexto político y social y son vulnerables a los conflictos geopolíticos y geoeconómicos.
Esta vulnerabilidad ya estaba en marcha antes de la pandemia. Entiendo que, a mediano plazo, las cadenas mundiales de valor serán menos mundiales y el mundo posiblemente más inestable. El mundo no cambiará muy rápido; irá incorporando tecnología, pero las instituciones demorarán varios años en cambiar; en especial el ser humano con sus comportamientos frente a las TIC.
No creo en un "cambio de época" cualitativo y veloz. Más bien el mundo posvacuna y controlada la pandemia, volverá mayoritaria y lentamente a condiciones parecidas con aquellos cambios menores, aunque con mayores desafíos para superar la creciente pauperización de amplios sectores.
Esta crisis ha promovido el “redescubrir” la jerarquía del sector público, al que todos hemos dirigido la mirada en exploración de respuestas. Al respecto, es mejor manifestar el poder del Estado con una calamidad que con una guerra. Hemos descubierto el carácter esencial de los servicios sociales, los de gestión pública y los de iniciativa ciudadana, que están al pie del cañón ayudando a los sectores más vulnerables a hacer frente a esta crisis que les está afectando especialmente. Un esfuerzo insuficientemente reconocido, por cierto.
¿Cuáles serán los nuevos rumbos o nuevas decisiones que deberemos tomar?
El mundo después del COVID19 no será tan distinto, pero no será igual.La incursión obligada en las tecnologías de información y comunicación que hemos tenido que asumir ante el aislamiento social impactará en gran medida en nuestra vida, en todos los ámbitos; no solo en lo educativo.
Los mecanismos de participación social desplazarán el aún vigente protagonismo de los representantes elegidos en los comicios hacia una mayor presencia comunitaria en la toma de decisiones, acentuando las herramientas de democracia semidirecta.
El mundo probablemente se reunirá en las instituciones supranacionales para ir elaborando nuevas formas de ciudadanía. La ciudadanía digital deberá ser modelada singularmente en casi todos los países, para poder hablar de un mundo interconectado. La idea de la ciudadanía digital no sólo se percibirá impulsada por la situación del covid-19, sino que se reconciliará en uno de los conceptos fundamentales para comprender el mundo de ahora en adelante.
Gracias a los procedimientos tecnológicos que en este contexto extraordinario han permitido que parte de la ciudadanía mantenga sus actividades básicas –como trabajar, realizar movimientos financieros o estudiar–, los gobiernos, las empresas y las personas son mucho más conscientes de la necesidad de las habilidades y herramientas tecnológicas que hoy el mundo necesita.
De este modo; con ayuda de alianzas públicas y privadas, así como con el fortalecimiento del sector tecnológico y científico, se podrá reforzar el concepto de ciudadanía digital y llevar los proyectos relacionados del gobierno al siguiente nivel. En relación a este aspecto, creo que especialmente las áreas tecnológicas-científicas tendrán un papel preponderante en la construcción de una nueva mirada de la ciudadanía; hecho que tal vez nos permita pensar en una conectividad mundial.
Por todo lo expuesto, me pregunto:
¿Se puede pensar en nuevas formas de impartir educación?
El desarrollo tecnológico siempre produce diferencias sociales; de esto no hay dudas.
El panorama de incorporar o aplicar políticas sociales a distancia es muy incierto. Y este hecho se presenta en todos los ámbitos: en área de la salud, seguridad social, instituciones gubernamentales, universidades, trabajo, desarrollo de servicios, economía, educación; entre otros.
Por lo que pensar en una ciudadanía digital, es quizás casi una utopía ya que ser un ciudadano digital será entender que el mundo no se divide en real y virtual, porque el mundo digital es lo más real que habrá: se conocerán personas, se estudiará, se trabajará, se generarán empleos nuevos y específicos para este campo; traerá entretenimiento, pero también deberes, derechos y riesgos
Si no se toma en cuenta lo importante de trabajar en esto será muy difícil lograr una ciudadanía digital convertida en derecho ya que su ausencia impide un ejercicio de ciudadanía plena.
Hace falta mucho dinero para cambiar los procesos y hay una fuerte caída en todas las economías. Creo que será un proceso lento, pero sin retroceso.