¿Cómo cree que será el mundo que nos espera a la salida de la crisis?

La mayoría de las opiniones en la prensa vaticinan un gran cambio de conducta en los seres humanos: la nueva normalidad. No soy partidario de tal revolución cultural, lo que vivimos es una catálisis de una transición tecnológica que venía germinando de hacen muchos años. Inimaginable era hasta hace muy poco, por ejemplo, tener como actividad laboral: influencer.

El mundo no va a cambiar tanto: los adolescentes actuales (generación Z o centennials) ya mantenían su mayor flujo de actividades sociales de manera virtual, los menores de 40 años (millenials) ya aspiraron a un trabajo que no estuviera intrínsecamente asociado a un espacio físico tal como hicieron sus padres. La pandemia, como catalizador, aceleró ese cambio generacional y, por tanto, gradual; afectó transversalmente a todas las generaciones vivas y preparó el terreno para una nueva generación: los “quarantinnials”, que se caracterizarán por una rápida adaptación a cambios abruptos en las condiciones externas.

¿Cuáles serán los nuevos rumbos o decisiones que deberemos tomar?

Los modelos determinísticos nos ilusionaron con un mundo predecible y el tremendo flujo de información (internet y redes sociales) nos da un golpe de realidad. Deberemos acostumbrarnos a manejar modelos estocásticos y aceptar de una buena vez los grandes márgenes de incertidumbre que el mundo siempre tuvo. La linealidad de los fenómenos debe ser algo enteramente superado, esto requerirá grandes cambios en la educación básica (la omnipresencia de la regla de tres simple) y obviamente la universitaria.

El COVID19 es una gran discusión de modelos matemáticos. No es que el mundo cambio: es que nos estamos dando cuenta de cómo es realmente. Cualquiera dirá que los gobiernos deberán ser más cuidadosos en la elaboración de sus planes: no seamos ingenuos, la mayoría de los gobiernos han sabido abordar con mucha soltura la situación; los planes de gobierno nunca han sido determinísticos.