Desde fines de 1975 hasta 1983 Argentina atravesó el período más sangriento y desgarrador de su historia. El terror incorporado durante los años de la dictadura, es el miedo que la sociedad argentina todavía lleva dentro.
La prensa argentina no es inocente: jugó un rol fundamental no sólo en el derrumbe de un sistema político sino también en la erección de uno nuevo y en su sostenimiento posterior. A partir del 24 de Marzo de 1976 todos los medios, aunque hubo excepciones, se plegaron a las directivas informativas que rigieron sobre la prensa.
El aislamiento comunicacional al que fue sometida la sociedad, en el que inclusive la prensa extranjera estaba conceptuada como embajadora principal de una campaña anti-argentina, fue una de las principales herramientas para impedir el filtrado de información.
Se reconocen en esta parte de la historia mediática, dos períodos de importancia histórica: la dictadura primero y la transición después, período establecido entre el shock de Malvinas y la derrota electoral del alfonsinismo en 1987.
La primer fase tiene una primera etapa que dura todo 1975 hasta el 24 de marzo de 1976, en la cual los medios cumplieron la función de difundir los sucesos, inclusive recargando los significados cruzándolos con los hechos producidos en el Líbano. A partir del golpe militar, los medios entraron en una segunda etapa hasta 1980: de ocultamiento de los hechos, junto con la tarea de justificar los llamados “excesos”. Se convierten en los órganos de propaganda del Gobierno. Recién tras el fracaso de Malvinas, en 1982, la prensa argentina tornó su crítica más aguda. Y hacia el final de la dictadura, los medios empezaron a tratar el tema de los desaparecidos, el fracaso económico de la política de Martínez de Hoz y la crisis social y política que asolaba al país.
A la eliminación de la crítica como elemento periodístico le siguió la del análisis político. Días antes de que se produzca el golpe de Estado, los principales diarios nacionales comenzaron a “preparar” la opinión pública.
Siempre estuvo presente la ola de violencia en el país. La idea de caos era lo que necesitaban los militares para tomar el poder y “restablecer el orden”. La crisis institucional se reforzó con los titulares sobre la situación en el Líbano, para mostrar que si no se derrocaba al gobierno de Estela de Perón íbamos a convertirnos en el Beirut sudamericano.
Las editoriales de los diarios reforzaron el miedo a lo “subversivo” y la actitud “salvadora” de los militares y aclaraban que las desapariciones eran una consecuencia no buscada de esa supuesta guerra.
Para legitimar su discurso, el gobierno militar remarcó que se estaba en una “guerra” en la que la subversión y la penetración marxista en todos los ámbitos de la sociedad eran los enemigos.
A pesar de la complicidad mediática, la Junta Militar estableció pautas en las que se debían basar los medios para transmitir la información: publicar informaciones chequeadas por fuentes y nunca de carácter sensacionalista; no entrar en campos que no son de debate público por el efecto sobre una audiencia que no está educada; prohibir la propaganda subliminal; eliminar la opinión de personas que no están calificadas para dar opinión sobre asuntos de interés público.
El único documento oficial que remite al silencio que envolvió a la prensa argentina nace, el mismo 24 de marzo del 76, es el comunicado Nº 19 de la Junta Militar que establecía penas de 10 años de reclusión “al que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar la actividad de las Fuerzas Armadas, de seguridad o policiales”.
La primer reunión entre autoridades militares y “dirigentes de medios de difusión” fue ese mismo día “para acordar el aporte que el régimen castrense esperaba de ellos...para una mejor intermediación de la prensa hacia el público en el relato del proceso que venía a abrirse”. Los primeros días los oficiales de las FFAA leían todas las páginas salidas de las redacciones y el 3 de abril, los directores de medios fueron recibidos por Jorge Videla.
Luego, el 22 de abril, se vedó a los medios la impresión de informes o referencia sobre episodios subversivos, hallazgo de cadáveres, secuestros, desapariciones, muertes de elementos sediciosos y asesinatos de militares, policías o agentes de seguridad, a menos que tales hechos constaran en partes oficiales.” (Casasbellas, director de La Opinión)
Las rígidas normas iniciales establecían que: se debía enviar un juego por triplicado de las pruebas de galeras de la edición a tirar, firmadas por el secretario de redacción o los responsables, a la Dirección de Difusión. Una de las copias era devuelta por el Jefe de Difusión con las correcciones necesarias. Las otras copias eran retenidas para hacer el análisis de censura posterior. Las correcciones debían ser estrictamente respetadas y la única fuente sería en este caso la Secretaria de Prensa y Difusión (SEPYD).
Muchos periodistas se alejaron, incluso del país, para evitar la complicidad con el régimen, otros buscaron la manera de filtrar la información desde los lugares en los que cada uno se desempeñaba como profesional.
La Prensafue el medio que más mostró su tendencia pro golpista, fue el único diario que el día del golpe lo puso en su tapa: “El país se encuentra bajo el control operacional de las Fuerzas Armadas”. Y publicó los primeros comunicados del gobierno militar.
La Opinióny La Naciónremarcaron la inminencia del Golpe e hicieron referencia al movimiento de tropas. La Opiniónrescató un articulo publicado en el New York Times que afirmaba “La aturdida y trágica figura instalada en la Casa Rosada podría verse forzada, muy pronto, a elegir entre su renuncia y su derrocamiento”. Clarín, alcanzó a publicar el derrocamiento de Estela Martínez de Perón.
Al siguiente día, Clarín, La Nación y La Opinióntitulaban: “Las Fuerzas Armadas ejercen el gobierno”, “Asumieron el Gobierno los tres Comandantes Generales”, “Gobierna la junta militar” respectivamente. La Prensa, destacó las figuras de los golpistas, publicó la proclama de los comandantes y la lista de los interventores militares en las provincias.
Los años que le siguieron al golpe, mostraban la postura adoptada por los principales diarios: complicidad y silencio. Desde el primer día de la asunción de la Junta Militar difundieron los beneficios que este cambio representaba para el país y se alinearon en defensa de su política, por ende de sus intereses.
Mientras La Razón se transformó en un órgano cuasi oficial del gobierno militar, iniciando una campaña de desinformación e inteligencia sobre la opinión pública, la revista Gente, también se alineó del lado de la dictadura.
La Naciónafirmó “No hay sorpresas en la Nación ante la caída de un gobierno que estaba muerto mucho antes de su eliminación por vía de un cambio como el que se ha operado. En lugar de aquella sorpresa hay una enorme expectación”.
Y La Opinión manifestaba: “Si los argentinos, como se advierte en todos los sectores de, aún dentro del ex oficialismo agradecen al Gobierno Militar el haber puesto fin a un vasto caos que anunciaba la disolución del país, no menos cierto es que también le agradecen la sobriedad con que actúan”. La Prensa respondía a su antiperonismo visceral con el editorial del 27 de Marzo, su Director, Alberto Gainza Paz, dijo: “En 2 horas, sin el asomo de una sola falla, al cabo de una operación impecable, precisa, sin estridencias vanas y sin disparar un solo tiro, las Fuerzas Armadas de la Constitución pusieron término al desempeño ilegítimo del gobierno instaurado el 25 de Mayo de 1973”.
Los medios aclaraban que al mediodía del 26 de marzo el gobierno había decidido alivianar la censura por lo que no se debían enviar las pruebas. Por que el gobierno había visto: la tranquilidad con la que la población asumió el hecho revolucionario, la absoluta normalidad que exhibió el país en todos los órdenes y la fluida comunicación lograda con los medios. Alberto Gainza Paz, director de La Prensaexplicaba que la mañana siguiente al golpe, los militares le habían entregado una serie de normas que calificaba de superfluas, pues el código ético de su diario es aún más estricto.
Clarín el 22 de abril de 1976, publicó “El gobierno y los diarios: La censura a la prensa impuesta el 24 de marzo duró solo 36 horas. Desde entonces el progresivo retorno a la normalidad en todos los órdenes y la fluida comunicación con el gobierno y los diarios la han reducido al cumplimiento de normas indicativas” de esta manera marca su posición en el comienzo del proceso.
Muchas desapariciones fueron publicadas por los medios, lo que obligó al gobierno a endurecer las condiciones de trabajo de los medios. La Nacióninformaba el 5 de junio de 1976 que la violación de la ley nº 21323, será penada con prisión, decomiso de materiales y clausura de locales; que efectivamente se realizó.
La editorial de La Prensadel 5 de junio de 1977 expresaba “los derechos se ejercen y las garantías constitucionales subsisten a pesar de (...) afrontar la violencia desatada por las organizaciones subversivas próximas a la desintegración y la derrota total. Los tribunales actúan y son respetados”, queda claro que el diario defendía a las Juntas Militares.
Los diarios clausurados en el interior del país, fueron: La Mañana(Entre Ríos), La Arena(La Pampa), El Independiente (La Rioja), Crónica (Comodoro Rivadavia), Los Principios (Córdoba), La Época (Corrientes), La Opinión(Buenos Aires), etcétera. La mayoría por decisiones arbitrarias tomadas por los militares como: consultar a la madre de un joven estudiante enjuiciado, por que no era voz autorizada para opinar sobre el tema; entre otras.
La Secretaría de Información Pública de la Presidencia de la Nación mostró a través de distintos comunicados el aumento de investigaciones sobre las desapariciones de periodistas del medio, aunque nunca fueron atribuidas al gobierno o las fuerzas de seguridad. Los casos más sonados fueron los de Sajón (de La Opinión), Jacobo Timerman, Horacio Agulla, y otros, aunque nada se dijo del secuestro y desaparición de Haroldo Conti o Rodolfo Walsh. Con periodistas internacionales ocurrió lo mismo, pero eran liberados en un corto lapso de tiempo; algunos secuestrados fueron: José Rodríguez Couceiro (EFE), Oscar Serrat (AP), Roberto Cox (Buenos Aires Herald), etc. Por publicar informaciones sobre desapariciones, hallazgo de cadáveres o denuncias de aplicación de torturas.
Un organismo que avaló el terrorismo de Estado aunque por poco tiempo fue ADEPA (Asociación de Editores de Periódicos de Argentina) que expresó el 16 de diciembre de 1979: “Las fuerzas de seguridad deberán intensificar sus esfuerzos para terminar con la lacra del terrorismo y la subversión. No deben escatimarse esfuerzos para que estos enemigos del país logren desprestigiar las instituciones patrias”.
Muchos diarios, como Clarín se caracterizan desde abril del 76, por la ausencia de la respuesta a la pregunta quién al que responden las notas periodísticas; como estrategia de lenguaje de la época. Reproducen las informaciones íntegras del Boletín Oficial, sin valoraciones, que terminaban por ejemplo, al lado del horóscopo o de artículos de salud.
Clarín muestra su neutralidad apoyándose en terceros, para los temas difíciles, otro diario, la ONU, el Dpto. de Estado, pero nunca la información o la denuncia propia, la vida periodística se encuentra en la sección de espectáculos, con el uso irónico de comillas, el humor y luego con denuncias contra la censura. Y en las páginas de deportes: de apariciones de cadáveres a vicarios castrenses pidiendo sangre. Los muertos, los desaparecidos, confluyen contiguos en un lugar siniestro, de cuya dimensión informativa los diarios no saben.
El 24 de abril de 1978, las autoridades acaban de clausurar Crónica y La Opinión, y Clarín “defiende” la libertad de prensa: “Los órganos periodísticos se manejan con prudencia. El gobierno no ejerce presiones indebidas... la prensa se alinea sin dificultades en el rumbo general del proceso, y si tropieza, lo hace en temas que, o bien son de interpretación dificultosa, o bien carecen de un completo esclarecimiento por parte de los poderes públicos”
ANCLA y Cadena Informativa: instrumentos contra la desinformacion y la censura
“Derrote al terror. Haga circular esta información”, decía Rodolfo Walsh en el primer informe de Cadena Informativa en diciembre de 1976.
Otro instrumento de difusión y resistencia contra la censura que puso en marcha Walsh en junio de ese año fue la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA), que siguió emitiéndose aun después del secuestro y desaparición del periodista, en marzo de 1977.
Los partes informativos le sirvieron para fundamentar su Carta Abierta a la Junta Militar, que implicó un balance sangriento de las torturas, fusilamientos y desapariciones cometidas por la dictadura durante su primer año en el poder. Walsh era realista con respecto a las consecuencias que podía traerle su labor periodística, pero a la vez defendía su compromiso con la verdad: “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles”.
Con un grupo de periodistas de identidades anónimas, ANCLA comenzó a emitir cables en junio de 1976 varias veces por semana que se enviaban a las redacciones y a corresponsales extranjeros.
Cadena Informativa, fue escrita solo por él. Aparecía una o dos veces por mes, entregada en manos de distintas personas. Su objetivo no era solo vencer la censura, sino lograr la participación del ciudadano involucrándolo en la tarea de re-transmitir lo que se enteraba.
Ambos medios “alternativos”emitieron despachos durante casi 2 años. En ese tiempo, Rodolfo Walsh y sus colaboradores se atrevieron a denunciar el terrorismo de Estado, la censura, la persecución, las detenciones ilegales, las torturas y la desaparición de personas.
Las fuente citadas en los cables y partes informativos fueron: judiciales, policiales, del Ejercito, Ministerio de Economìa, la SIDE, fuentes eclesiásticas, exiliados, el Servicio Penitenciario Federal, Cancillería, publicaciones extranjeras y nacionales, familiares y amigos de las víctimas, la Organización Internacional del Trabajo, liberados, la ADEPA, Amnistía Internacional, testigos presenciales y la Comisión Argentina por los derechos humanos. Es decir, las mismas fuentes de información que manejaban el resto de los medios, pero con la diferencia en el tratamiento de los temas y la intención que mantenía.
Los Medios y el oficialismo durante el Mundial 78
La idea de realizar el Mundial de Fútbol en el país estuvo presente en la Junta Militar desde el 24 de marzo de 1976. La Junta Militar creó un organismo independiente que se encargó de la organización del torneo: el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), cuyo primer presidente fue el General Omar Actis, amigo personal de Videla. Pero Massera, ubicó como vicepresidente al almirante Carlos Lacoste. Tras varios roces, Actis echó a Lacoste. Y el 19 de agosto de 1976, Actis fue asesinado en un atentado atribuido a los Montoneros pero que con los años, los Servicios de Inteligencia del Ejercito adjudicaron a un comando de la ESMA.
Se invirtieron 60 millones de dólares para crear Argentina Televisora Color (ATC), para televisar el certamen a todo el mundo, con 6 estudios en una superficie de 3 hectáreas. Sin embargo la mayoría de los argentinos vieron el mundial en televisores blanco y negro.
También la junta gastó 500 mil dólares para contratar la empresa norteamericana Burson- Masteller con el objeto de contrarrestar la supuesta campaña “antiargentina”.
Las críticas que provenían desde el exterior respecto al mundial, decían que la junta Militar pretendía idiotizar a las clases subalternas, dándole el llamado “pan y circo”, para afianzarse en el poder y continuar con el genocidio.
El poder político de inmediato respondió a las críticas, utilizando los medios y personalidades del ámbito cultural, religioso y deportivo. Por ejemplo: La Naciónel 22/6/79 publicó un comunicado del arzobispo de La Plata, Antonio Plaza, luego de un encuentro con el General Videla: “El arzobispo (…) expuso las gestiones realizadas ante altos dignatarios europeos acerca de la campaña que los subversivos marxistas-leninistas llevaban acabo contra el país”.
El Grafico, con tintes políticos
Pese a tratarse de una revista netamente deportiva, en todos los números del mundial, aparecía claramente, el discurso oficial. Por ejemplo, el 20/6/78, aparecían en una foto los directores de El Gráfico junto con el Presidente de la FIFA, Joao Havelange y el Almirante Carlos Lacoste.
El 27/6/78 después de la final, El Gráfico decía en su editorial: “Para nosotros no es el final de nada; acaso -¿Por qué no confesarlo?- podría ser el comienzo de todo. Estamos felices por el triunfo de la selección y, ya más calmados del primer día del proceso, al que podemos llamar “la era Menotti” o el “Operativo Mundial 78”.
Un día antes del partido final, había comenzado el debate sobre Derechos Humanos en la VII Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA). El entonces ministro de Relaciones Exteriores, Oscar Montes, había asegurado: ”En la Argentina no existen violaciones a los derechos humanos “, según publicó el 25 de junio La Nación.
Al día siguiente, la descripción de la euforia popular ocupó las crónicas. Clarín publicaba una nota con el título “La euforia por la victoria también llego a la OEA”.
La Guerra de Malvinas (1982)
En el año 1981 cuando el entonces presidente Galtieri había tomado la decisión de recuperar las islas, el punto de partida fue mediático, informaron a un grupo de periodistas, que se ocuparon de instaurar el tema en la agenda seeting.
Los medios inducían la intención oficialista y determinaron que la toma de Malvinas resolvería el problema del Beagle. El principal argumento fue que “estaban en las mejores condiciones, que poseían un presidente con empuje y capacidad de decisión”, “si después de ganar la guerra contra el terrorismo, recuperamos Malvinas, el Proceso quedará signado y le serán perdonadas las estupideces económicas”.
Malvinas era la alternativa de popularidad que necesitaba el gobierno de Galtieri. La información tergiversada se conoció con el tiempo, mientras, cuando militares argentinos invadían Georgias, los diarios Clarín y La Naciónanunciaban que las tropas recién salían. Cuando la cancillería británica decide romper relaciones diplomáticas con Argentina, el gobierno movió muchos conflictos internos del país provocando una nube de humo a la guerra que se desataba con la tercera potencia mundial apoyada por EEUU.
El 2 de abril de 1982, Clarín publicó “tropas argentinas desembarcaron en Malvinas” y La Naciónle dedicaba la primera plana, mientras las radios y emisoras difundieron los comunicados de la junta militar y el gobierno nacional.
La distancia entre Buenos Aires y el escenario de la guerra imposibilitó la confirmación de los hechos que los militares daban como ciertos. La junta militar estableció que la información quedara sujeta al control del Estado Mayor, previa difusión por los medios “para combatir la inexactitud en la información” según el comunicado Nº 36 “Toda trasgresión a lo dispuesto en la presente resolución será sancionado con la clausura del medio y la detención del Director o editor...” publicó La Naciónante lo dispuesto por el gobierno, mientras Clarín publicó “Nuevas pautas sobre la información” haciendo hincapié a evitar difundir noticias que “generen pánico, atenten contra la unidad nacional, reste credibilidad a la información oficial, o genere disturbios sociales, entre otros”, buscando tapar la inminente derrota, con la excusa de preservar la seguridad nacional.
Los militares argentinos se negaron a llevar periodistas al frente porque no los consideraban confiables, se sufrieron acusaciones de espionaje. En general los medios no podían dar información exacta y veraz solo intentaron mantener la expectativa a diario.
La diferencia en el modo de ver la guerra fue marcada por las revistas (Gente, La Semanay Siete Días), dirigidas a la clase media modificaron un estilo habitual de publicación, desplegaron un gran montaje fotográfico para provocar actitudes de adhesión y confianza que, el gobierno intentaba despertar en la ciudadanía y las revistas contribuían a producir este espejismo que fue la Guerra de Malvinas.
Uno de los recursos utilizados por el Gobierno militar fue la propaganda oficial publicada por los medios gráficos sobre la guerra, donde se deducen mensajes que construían una mentalidad triunfalista y fabricaban una falsa realidad.
Los medios en Mendoza
Los diarios mendocinos, Los Andes y Mendoza, también tuvieron una posición favorable al gobierno militar. La diferencia entre ellos se encuentra, al menos en los primeros meses del golpe: Los Andes sólo reproduce información de los medios de Buenos Aires mientras, el Mendoza mantiene una relativa vida periodística en algunas notas propias, informaciones departamentales, aunque con editoriales nada comprometidas con la realidad que vivía tanto la provincia como el país.
El diario Los Andes, como vocero de los sectores conservadores de la sociedad, en los días previos al 24 de marzo de 1976 publicó varios artículos que hacían percibir una situación de crisis económica, de seguridad y falta de abastecimiento de alimentos básicos. El 6 de marzo publica en su portada: "El país ha sido declarado en estado de emergencia económica y dispúsose una tregua social de 180 días".
Todo esto se dio en un clima similar a una guerra. Los atentados cometidos en los últimos días, especialmente contra objetivos militares y policiales, se atribuyeron a los llamados "extremistas". El 16 de febrero Diario Mendoza publica: "Un comando extremista asesinó a dos policías". El mismo día diario Los Andes señala en su portada: "Estalló una bomba junto al comando del Ejército". El 22 de febrero diario Mendoza publicó: "Detienen a célula extremista autora de atentados y muerte de un policía".
Toda esta situación preparó un contexto de insatisfacción generalizada con lo cual el golpe fue percibido por los lectores mendocinos como una aparente "solución" a estos problemas. El 21 de marzo de 1976 Diario Mendoza publica en su portada: "Inusitada ola de violencia registróse en todo el país". Y el 22 en tapa: "El país ha quedado ya sin alternativas. 55 muertos en 8 días". El 24 de marzo, el mismo día del golpe de Estado, los 2 diarios de Mendoza publicaron en sus portadas sobre la inminencia del golpe de Estado.
En el caso del Diario Mendoza en los días previos, si bien no hizo especial hincapié en la situación de crisis, se dedicó a abordar solamente temas económicos y se refirió a la situación política en los días posteriores al golpe de Estado. Los 2 diarios hicieron hincapié en la normalidad de la situación. El 25 de marzo el diario Mendoza publica: "Absoluta calma reinó ayer en esta ciudad" y una exhortación de los comandantes a la juventud.
Ambos matutinos publicaron sendos editoriales que justificaban el control de la prensa, la reforma de los contenidos educativos y la severidad que se encargó de demostrar desde sus inicios el nuevo gobierno. El 24 de marzo el corresponsal de Diario Los Andes en Buenos Aires titulaba su columna: "Con tranquilidad aguarda la opinión pública los sucesos". El diario Mendoza recién abordó el tema en sus editoriales el 30 de Marzo con el título: "Nueva etapa histórica". El 3 de abril Diario Mendoza también editorializó lo siguiente: "El nuevo gobierno y la prensa" donde se justificaba la censura previa a las publicaciones pero se decía que esta iba a ser solo una situación provisoria. El 4 de abril el mismo diario publicó otro editorial titulado: "Reorganización para la democracia".
Hacia el final
En la década del `80, los medios comenzaron a criticar mucho más al gobierno, apoyándose en la crisis económica que se atravesaba y a informar más ampliamente informes desde el exterior sobre la situación argentina. Los informes de la ADEPA empezaron a ser más duros, que se había mantenido poco cuestionador; denunciando principalmente que se debía devolver a la Argentina la libertad de prensa.
Muchos medios ya vieron debilitado el régimen dictatorial en el que se encontraba el país en esa fecha por lo que publicaron información verdadera. Esto provoco que las Juntas, realizaran un comunicado enfatizando sobre la censura en el caudal informativo sobre temas que más interesan a la ciudadanía, a causa del cambio de actitud de los medios.
El 23 de octubre de 1982 Clarín publica “La Junta Militar acusó a algunos medios de comunicación social de desarrollar una prédica disociadora, perniciosa y desestabilizadora que coadyuva a la reactivación de ideologías subversivas”.
Seguido de esto, la Junta denunció en febrero de 1983 la existencia de una campaña mediática en su contra; culpando a los medios de no poder llegar a buen puerto en las decisiones que se tomaron hasta el momento, ya que los medios “ahondan antinomias e interfieren en la institucionalización del país.” Así, la Junta Militar, tuvo al periodismo como su herramienta más útil y dócil para instaurar el tan temido Terrorismo de Estado.
En los primeros años de democracia, los diarios emergen “provincianos”, anticuados, opacos y pobres en sus múltiples potencialidades expresivas, por la tardía impugnación de la censura. Pero, luego, ya cambia su composición, como la sociedad. Realizan cambios y renovaciones en las redacciones hasta rejuvenecen “el interior de la maquinaria mediática”
Departamento de Política
Bibliografía:
(1) DECÍAMOS AYER, La prensa argentina bajo el Proceso; Eduardo Blaustein y Martín Zubieta. 1998.
(2) “LA TIPOGRAFÍA DE PLOMO, Los medios gráficos en la Argentina y su política editorial durante 1976-1983”, Malharro, Martín y López Gijsberts, Diana.
Fuentes:
Archivos de Diario Los Andes (Club del lector) y Diario Mendoza (Hemeroteca de la Legislatura de Mendoza)