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Pizzi habilita la reapertura de la UNCUYO

A partir del 17 de febrero los equipos de trabajo volverán a la presencialidad de manera progresiva y atendiendo a un estricto protocolo aprobado por el Comité Epidemiológico y con el consenso de autoridades de Facultades y Secretarías.

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A partir del 17 de febrero los equipos de trabajo volverán a la presencialidad de manera progresiva.

Sobre el final de un 2020 marcado por una pandemia global que promovió decisiones difíciles, como el aislamiento preventivo y obligatorio y el cese de la presencialidad en aulas y lugares de trabajo, la Universidad Nacional de Cuyo termina el año auspiciando la apertura progresiva y protocolizada de sus instalaciones.

A través de la Resolución 2100/20, el rector Daniel Pizzi ordenó el regreso a la presencialidad a partir del final del receso estival de la Casa de Estudios, el próximo 17 de febrero de 2021 y por un período máximo, en principio, de tres meses.

El Rector basó la disposición en las recomendaciones emitidas por el Comité de Prevención Epidemiológica de la UNCUYO, que a fines de octubre fue ampliado precisamente para avanzar en este tipo de decisiones. Pero además, todo fue consensuado con autoridades de las diferentes Unidades Académicas, las distintas Secretarías y otras dependencias. También acordado en paritarias, con los distintos sectores involucrados.

Esto significa que delega en las facultades, institutos y organismos descentralizados, la planificación y acciones requeridas para retomar las actividades presenciales en toda la Universidad.

Precisamente, en su artículo 1°, la Resolución establece que delega “en los/as Decanos/as de las Unidades Académicas, Directores/as de Institutos, Director General del DAMSU, Director General del Hospital Universitario, autoridades de los órganos descentralizados y desconcentrados de la Universidad y en Secretarios/as de las Secretarías dependientes del Rectorado, la competencia para planificar, decidir y ejecutar las acciones posibles conducentes a reanudar las actividades presenciales en sus respectivas jurisdicciones, pudiendo determinar. en cada caso. fechas y modalidades”.

De esta manera, la medida garantiza la autonomía de Decanatos y Secretarías para definir -siempre dentro del marco protocolar aprobado- las actividades que progresivamente volverán a la presencialidad.

Asimismo, en el caso de que sean necesarios protocolos “especiales”, para alguna determinada actividad, la resolución plantea que sea el propio Comité Epidemiológico el que las analice y haga las recomendaciones pertinentes, aunque siempre atendiendo a la decisión final de esas autoridades.

Por otro lado, siempre contemplando un ámbito de diálogo previo a la toma de decisiones sobre esta temática, quedará abierta la posibilidad de convocar a reuniones paritarias, tanto con el claustro docente como con el del personal de apoyo académico y de servicios. Esas instancias son las que propiciarán nuevas acciones, si se tornan necesarias.

Finalmente, si la situación de pandemia volviera a agravarse, el Rector conserva la potestad de volver a convocar al mencionado Comité, y, de ser necesario, de dar marcha atrás con esta decisión de apertura, siempre en base a las recomendaciones de los expertos y siguiendo las normativas nacionales y provinciales, como sucedió este año.

Amplitud de criterio

Cabe recordar que sobre finales de octubre pasado, el Rector Pizzi decidió ampliar el número de integrantes del Comité de Prevención Epidemiológica, con la idea de que a las recomendaciones meramente médicas y científicas, se les agregara las visiones educativa, social, legal y económica.

Ese Comité ampliado fue el que avanzó en el análisis del esperado regreso a la presencialidad que se presenta en el protocolo que ahora se anuncia y que además mostró a una Universidad preocupada por otorgar el debate necesario en una decisión tan trascendente.

Es importante resaltar también que más allá de la no presencialidad, la UNCUYO se mantuvo activa y dinámica durante todo el proceso de pandemia, con clases y cursados virtuales y con egresos de grado y de posgrado. Asimismo, se otorgó el apoyo necesario a estudiantes que no contaban con la conectividad necesaria para participar en clases y cursos virtuales y se realizó el “acompañamiento de las trayectorias débiles”, precisamente afectadas por el escaso cursado presencial.

De esta manera, la Universidad logró cumplir con las premisas del ciclo lectivo, tanto en Educación Superior como en las escuelas que de ella dependen, y permitió que jóvenes de todos los niveles pudieran alcanzar sus respectivos objetivos académicos.

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