GUSTAV MAHLER: SINFONÍA Nº1 en RE mayor ¨Titán¨
Escrita entre 1884-1888, aún en nuestros días esta sinfonía resulta un tanto extraña. En un principio no fue considerada como una sinfonía propiamente dicha sino como un poema sinfónico para el cual el compositor escribió un programa que luego desestimó.
Sin duda uno de los aspectos más discutibles es su heterogeneidad y la dificultad que siente el escucha para visualizar la obra como una verdadera unidad. Pero considerando las diez sinfonías conocidas de Mahler, se llega a la conclusión de que esa 'heterogeneidad' es un rasgo de estilo que obedece precisamente a su particular concepción de lo que debe ser una sinfonía.
Si comparamos, por ejemplo el primer movimiento y el último (los dos más extensos), parecen mundos difíciles de conciliar. Es de una gran belleza el largo clima aterciopelado del comienzo, logrado por las cuerdas a través de la superposición de octavas, donde muchos de los sonidos son producidos por armónicos. Y ya luego de los primeros compases aparecen unas guiñadas de Mahler, al citarse a sí mismo, enseguida de la breve aparición del tema tipo fanfarria.
Esto reproduce -sobre ese 'colchón' de cuerdas que mencionábamos- varias veces un intervalo descendente de tercera a cargo de los vientos, idéntico al utilizado con insistencia en la primera de las cuatro Canciones de un caminante, hasta el momento su composición más conocida, aunque escrita en forma paralela a la Primera Sinfonía. Pero ese insistente toque de color no es la única referencia a las Canciones: el segundo tema melódico introducido por una sección de las cuerdas es exactamente el mismo que canta el barítono en la segunda de las Canciones, titulada Ging heut' morgen über's Feld. Todo el primer movimiento es impecable y se mantiene en un clima apacible, sereno, casi bucólico. Al final vuelven los armónicos y los intervalos de terceras que se intercalan con los toques de fanfarria excelentemente logrados.
El segundo movimiento mantiene en general la atmósfera tranquila del primero, aunque ya aparecen algunas señales de esos estados tormentosos que atraviesan todas las obras de Mahler. Es el movimiento más corto de los cuatro: algo más de siete minutos.
En tercer lugar, donde habitualmente el formato 'sinfonía' reserva espacio para el scherzo, un movimiento ligero y por lo general considerado el menos importante de todos, Mahler propone una marcha fúnebre, la primera de una serie que -reflejando su espíritu trágico- se expande a través de muchas de sus piezas capitales. Claro que la rareza se agudiza cuando pegado al primer pasaje de la marcha coloca una danza alegre y hasta grotesca. Según lo aclaró en su momento el propio compositor, se trata de una parodia, de "la expresión de humor por momentos irónicamente alegre...". El origen de esta ocurrencia estaría en la ilustración de Jacques Callot (1592-1635) a propósito de un cuento infantil muy tradicional en Austria: 'La procesión fúnebre del cazador'.
Sorpresivo resulta el fuerte inicio del estupendo movimiento final (Stürmisch bewegt), diecinueve minutos de música que conforman una obra en sí misma. Allí aparece el sonido que prefigura la música posterior del Mahler apasionado y dramático más reconocido por el público; el compositor de las orquestaciones impresionantes de la Quinta y Novena sinfonías. El movimiento está estructurado por cinco momentos perfectamente ensamblados por alternancia entre uno ligero y poderoso, seguido de otro lento y lírico.
Si bien sobre el final del largo movimiento Mahler hace aparecer la frase de fanfarria del primer movimiento (y también retoma el intervalo de tercera que había usado como ornamento) ese intento no logra darle una verdadera unidad a la sinfonía, que de todas maneras, y a pesar de ello, es una obra mayor.