El equipo extensionista trabaja con niños de temprana edad que asisten a la escuela Helen Keller. Esta institución “recibe, desde hace varias décadas, a niños y jóvenes ciegos o con baja visión. El objetivo de la institución es educarlos, rehabilitarlos y capacitarlos, procurando su inclusión social con énfasis en la formación de valores y hábitos y en el logro de aprendizajes efectivos intentando su autonomía en todos los ámbitos”. Sin embargo, afirman que “en ocasiones los docentes ven frustrados sus esfuerzos pues no logran la respuesta esperada ante las adaptaciones curriculares aplicadas a los estudiantes”. “El problema radica, en parte, en que la escuela no cuenta con un asesoramiento médico-genético en la institución que le permita definir el diagnóstico etiológico de la patología de cada estudiante para, de acuerdo a este diagnóstico, adecuar las metodologías de enseñanza aprendizaje”, explicó el equipo extensionista.
Es a partir de esto que el equipo se propuso trabajar “con la comunidad docente de la Escuela con la intención de optimizar la inclusión social de todos los estudiantes ciegos y con baja visión procurando encontrar las mejores adaptaciones de acceso para el logro de una trayectoria educativa exitosa”. La meta que se plantea el grupo de trabajo al finalizar el proyecto es que todos los estudiantes de la Escuela Helen Keller hayan sido evaluados clínicamente, tengan estudios complementarios que permitan el diagnóstico, se hayan estudiado los miembros de las familias con riesgos de padecer enfermedad y se los haya asesorado respecto a sus patologías, riesgos de recurrencia y evolución esperada para cada uno.
Monserrat Vaqués, estudiante de Medicina e integrante del equipo extensionista, afirmó que el proyecto busca lograr “integridad de los chicos que asisten a la esta escuela, tanto desde el punto de vista médico como del punto de vista social”. Por su parte, Silvina Inés Alarcón, directora suplente de la Escuela, aportó que “cómo ve el niño, a mí me determina cuáles son las acciones que yo voy a seguir en lo curricular. Cómo ve el niño a mí me determina qué puedo estimular y hasta dónde puedo llegar. Cuál es el pronóstico me va a permitir saber cuál es la proyección de su trayectoria escolar”.
Silvina agregó que “el asesoramiento genético es sumamente importante, porque es caro si lo tuvieran que hacer individualmente. Nosotros recibimos muchas familias que padecen patologías visuales hereditarias. Esto hace que el niño sepa cuáles son sus posibilidades, esta es la riqueza del proyecto. Es una mirada integral del sujeto”. Para Virginia Saucedo, estudiante de cuarto año de Medicina, una de las grandes importancias del proyecto es la posibilidad de concientizar a las personas videntes acerca de la vida de aquellas no videntes. “El mundo está hecho para personas que ven; al ponernos en su lugar, dan más ganas de seguir trabajando e integrando a estas personas. Un niño que no ve se siente muy marginado y los chicos videntes también los marginan, más que nada por desconocimiento me parece”.
Para lograr su objetivo, el equipo se vale de las ventajas del trabajo interdisciplinario, el cual aseguran que “logrará adecuar estrategias del proceso enseñanza-aprendizaje”, “optimizará el resultado con la ideación de herramientas para mejorar la capacidad visual de los alumnos”, dará a conocer “a la comunidad sobre la marcha del trabajo conjunto informando los avances del proyecto” e “indicará al equipo de extensionistas, colaboradores y la comunidad escolar los aciertos, errores y propuestas de mejoras que permitan lograr los objetivos propuestos”. Todo esto gracias a la labor conjunta del equipo docente, oftalmólogos, terapeutas visuales, sistematizador, comunicadores y diseñadores.
Este trabajo se articula con el Instituto de Genética de la Facultad de Ciencias Médicas y la Fundación Zaldívar. De esta manera se enriquece la labor ya que “al ingreso de un alumno sin diagnóstico cierto será examinado en el Instituto de Genética, se realizarán los exámenes que requiriese el cuadro clínico en la Fundación Zaldívar y se informará al equipo docente del establecimiento escolar a fin de realizar las adaptaciones curriculares necesarias”, explicó el equipo extensionista.
Este conjunto de acciones tienden a cumplir ciertos objetivos como caracterizar la población de alumnos de la Escuela Helen Keller, actualizar las historias clínicas con especial énfasis en el estudio genealógico, precisar las capacidades individuales de los alumnos de acuerdo a la patología que determinó la ceguera o baja visión, entre otras.
Sobre la relación de la Universidad con la comunidad, Alarcón afirma que “estas acciones son sumamente importantes para la sociedad en general. Pero yo creo que de alguna manera, en relación a lo que es discapacidad, hay que fortalecerla. Desde las bases, de lo que son las formaciones en la Universidad, hay que crear este espacio”. A su vez, Silvina continuó que “1 de cada 10 personas es discapacitada, entonces sería importante que la Universidad en todos sus ámbitos contemplara el abordaje de la discapacidad. Ya sea en la formación, en el acompañamiento, en la atención y en los espacios dentro de la Universidad para las personas con discapacidad, en la accesibilidad de esos espacios”. Respecto del trabajo en la escuela, agregó que los padres de los alumnos reciben “muchos no en cosas comunes. Y hoy un grupo de personas les da un espacio para ser escuchados. Y no cualquiera, es la Universidad. Eso es riquísimo”, concluyó.
Para más información sobre el Proyecto, comunicarse al 4135000 int. 3011/3076 o a proyectosml@uncuyo.edu.ar