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La UNCuyo celebró los 35 años de democracia

Los organismos artísticos de la UNCuyo fueron los encargados de representar la obra «Carmina Burana» de Carl Orff, para culminar el 2018 y celebrar los 35 años de democracia.

22 de diciembre de 2018, 00:19.

imagen La UNCuyo celebró los 35 años de democracia

Ph: David Medina Kaiser

Con un gran despliegue escénico, anoche se realizó el espectáculo “Cantos de libertad”, el cierre artístico de la UNCuyo que celebró los 35 años de democracia. Se representó fue la obra clásica Carmina Burana, y fue interpretada por los diferentes organismos artísticos que integran la UNCuyo.

 

Pese a que el evento estaba programado para el miércoles 19, debido a las condiciones meteorológicas anunciadas se tuvo que reprogramar para este viernes 21, exitosamente el clima acompañó la noche con presencia de autoridades universitarias y gubernamentales, y un Parque Central colmado de un gran público diverso.

 

Esta exquisita cantata compuesta por Carl Orff fue acompañada por los organismos artísticos de la Secretaría de Extensión y Vinculación de la UNCuyo: la Orquesta Sinfónica, el Ballet, el Coro Universitario de Mendoza, el Coro de Niños y Jóvenes, el Coro de Cámara y el Elenco de Teatro. La dirección artística estuvo a cargo de Pedro Marabini.

 

Cabe destacar que el escenario sumó 500 m² montados a las orillas y sobre el Lago del Parque Central, y la presentación contó con casi 300 artistas encargados de llevar adelante un show único.

 

De la colección completa del Carmina, Carl Orff escogió veinticinco canciones y las ordenó para que pudieran ser representadas en un escenario. La obra consta de una introducción, tres partes y un final de veinticinco números.  

 

El espectáculo resultó estar en un gran nivel artístico por parte de los organismos que se lucieron. El reconocido fragmento inicial Fortuna, dio comienzo con gran potencia y magnificencia a lo que sería una memoriosa noche a cargo de los coros, orquesta, ballet y teatro. Un buen detalle fue el acompañamiento en una de las pantallas de las traducciones al castellano de todas las rimas de la obra.

 

La Orquesta Sinfónica participó durante todo el concierto representando los momentos más calmos y álgidos en cuanto a lo musical de la obra, mientras que los tres coros en conjunto ofrecieron sus versátiles voces que se complementaron con las intervenciones de los solistas invitados: el barítono Fernando Lazari, el tenor Marcelo Zelada (CUM) y la soprano Griselda López Zalba.

 

El Ballet por su parte proporcionó el desafío de representar las mejores escenas con coreografías que intercalaban también lo teatral en base al argumento y lírica. Los dos pequeños escenarios de los costados, fueron habitados por el Elenco del Teatro en donde  también se representó algunas de las más importantes escenas incluyendo la famosa rueda de la fortuna.

 

Como ya sabemos, el final de la obra, como si fuese un ciclo o una rueda constante, finalizó con la grandiosa repetición de Fortuna, aunque siempre da la sensación de ser más imponente y monumental que la del inicio.

Sobre Carmina Burana

Carmina Burana es una obra compuesta por Carl Orff que se enmarca dentro de la corriente del neoclasicismo musical, pero que en el siglo XXI sigue teniendo vigencia. Como expresa el historiador Pablo Lacoste en la reseña especialmente realizada para esta presentación:

«Su contexto fue la tenebrosa atmósfera alemana de 1936, cuando las fuerzas del poder trataban de proyectarse hacia el mundo para someterlo. En ese ambiente, el artista se rebeló contra el poder, apoyándose justamente, en el arte. La inspiración la encontró en la colección de cantos goliardos, escrita por clérigos disidentes entre los siglos XII y XIII, y descubierta recién en el siglo XIX. Sobre la base de esos textos ignotos, Carl Orff elaboró esta cantata escénica, y puso nuevamente en marcha, la voz libre del alma humana. Carmina Burana no explica qué es el arte. Pero ayuda a entender por qué el arte trasciende el tiempo».

 

CARMINA BURANA – Introito por Pablo Lacoste

Aparentemente, la obra Carmina Burana se podría interpretar como una celebración del poder. Así se desprende de los medios elegidos por el autor para la representación: el texto está escrito en latín, lenguaje de los grandes imperios antiguos y medievales europeos, y de las grandes estructuras religiosas posteriores.

La magnitud de la orquesta y los coros, coinciden también con los medios de las monarquías para celebrar su preeminencia. Los instrumentos de percusión evocan el avance, lento y acentuado, de los ejércitos sobre el campo de batalla para imponer su superioridad, lo mismo que el notable juego rítmico que envuelve la obra.

Bajo este ropaje de solemnidad, el autor, Carl Orff, se burla del poder. Muestra sus límites y fisuras. Remarca su carácter efímero. Desenmascara su flaqueza y frivolidad.

El poder utiliza el arte para mostrar su magnificencia y ocultar su debilidad. A través del arte, el poder trata de proyectar una imagen de solidez, fuera del alcance del tiempo. Procura hipnotizar mediante los más sofisticados recursos que los artistas han creado para conectar a los grupos humanos con la belleza universal.

A través de Carmina Burana,  Carl Orff apela a esas mismas armas de belleza artística para cuestionar al poder. Rompe el hechizo. Quiebra el cristal. Despierta. Hace pensar.

Carmina Burana es una de las grandes obras de la historia universal del arte. Y como muchas de las obras maestras, surgió desde la adversidad y sufrimiento de sus creadores.

Su contexto fue la tenebrosa atmósfera alemana de 1936, cuando las fuerzas del poder trataban de proyectarse hacia el mundo para someterlo. En ese ambiente, el artista se rebeló contra el poder, apoyándose justamente, en el arte. La inspiración la encontró en la colección de cantos goliardos, escrita por clérigos disidentes entre los siglos XII y XIII, y descubierta recién en el siglo XIX. Sobre la base de esos textos ignotos, Carl Orff elaboró esta cantata escénica, y puso nuevamente en marcha, la voz libre del alma humana.

Carmina Burana no explica qué es el arte. Pero ayuda a entender por qué el arte trasciende el tiempo.

Carmina Burana conmueve; porque conecta con lo universal. Nos entrega una ventana de reencuentro con lo mejor de la humanidad;  nos activa por dentro, por medio de la conexión con la belleza universal.

La Universidad Nacional de Cuyo ha hecho su parte, al elegir esta obra para representarla en Mendoza, en vísperas  del 35 aniversario de la recuperación de la democracia.

Ahora nosotros tenemos que hacer la nuestra; tenemos que apreciar cada detalle; prestar atención a la letra que se podrá leer en pantalla. Y apreciar la paradoja de Orff, al usar los lenguajes del poder para reírse del poder.

Hoy seremos cómplices de la ironía de Carl Orff. Junto a él, podremos mirar de otro modo al poder, al mundo y a nosotros mismos; podremos darnos cuenta que, en realidad, han tratado de hipnotizarnos con ilusiones.

Hoy nos sentiremos mejor; más humanos; más universales.

 

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