El 7 de marzo de 1979 la sonda espacial Voyager 1 de la NASA toma imágenes de la primera evidencia de presencia de anillos externos (similares a Saturno y Neptuno) alrededor de Júpiter. Desde la primera fotografía tomada por la sonda, los especialistas han investigado exhaustivamente durante los años 90 y los primeros años del siglo XXI mediante las sondas Galileo, Cassini y New Horizons. También han sido observados desde observatorios terrestres y el telescopio espacial Hubble durante los últimos 25 años, sin embargo la potencia de los telescopios terrestres no es tan grande para la obtención de buen material fotográfico.
Los anillos jovianos son débiles y se componen fundamentalmente de polvo. Constan de cuatro estructuras: en el interior, un grueso toro de partículas conocido como el halo o el anillo halo, un anillo principal relativamente brillante pero excepcionalmente fino y dos anillos anchos, gruesos y débiles llamados anillo difuso de Tebe y anillo difuso de Amaltea por los nombres de los satélites de cuyo material están formados.
El anillo principal y el halo consisten en polvo expulsado de los satélites Metis y Adrastea, y otros cuerpos no observados, como resultado de impactos meteoríticos a alta velocidad. Imágenes de alta resolución obtenidas en febrero de 2007 por la sonda New Horizons revelaron una rica y fina estructura en el anillo principal.
Después de varias misiones, actualmente la sonda espacial Juno es la nave que se dedica al estudio del gigante gaseoso. Juno está diseñada para el estudio de la atmósfera del planeta, su origen, estructura, y evolución dentro del sistema solar, y así comprender mejor su formación. Sus principales funciones están enfocadas en la creación de un estudio y mapa de la gravedad en sus campos magnéticos, y de las auroras de Júpiter, como también de su magnetosfera. También estudiará indicios sobre la formación del planeta, su núcleo, el agua presente en la atmósfera y sus vientos.