En el primer periodo de sesiones extraordinario dedicado al desarme, que tuvo lugar en 1978, se le dio una particular prioridad al desarme nuclear. Además, este tema siempre ha contado con el apoyo de todos los secretarios generales de la ONU. Sin embargo, hoy en día, todavía existen unas 14 500 armas nucleares. Los países poseedores de armamento nuclear cuentan con programas de modernización de sus arsenales a largo plazo con una dotación de fondos.
Más de la mitad de la población mundial aún vive en países que o bien tienen este tipo de armas o son miembros de alianzas nucleares. A 2018, aunque ha habido importantes reducciones de armas nucleares desplegadas desde el apogeo de la Guerra Fría, no se ha destruido físicamente ni una sola arma nuclear de conformidad con ningún tratado, bilateral o multilateral, y tampoco hay negociaciones en marcha sobre esta cuestión. Mientras tanto, la doctrina de la disuasión nuclear persiste como un elemento de las políticas de seguridad de todos los Estados que poseen este tipo de arma y sus aliados.
Los desafíos de seguridad que aún prevalecen no pueden ser una excusa para seguir confiando en las armas nucleares y olvidar nuestra responsabilidad de buscar una sociedad internacional más pacífica.
La conmemoración de este Día es especialmente importante, teniendo en cuenta la universalidad de la Organización y su experiencia en tratar las cuestiones de desarme nuclear. Es el foro adecuado para abordar uno de los principales objetivos de la humanidad: alcanzar la paz y la seguridad en un mundo sin armas nucleares.
El tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, el cuál fue adoptado el 7 de julio de 2017, marca un importante paso y contribución hacia el objetivo común de un mundo sin armas nucleares. El tratado refleja las crecientes preocupaciones debido a la continua existencia de las armas nucleares, y a la vez lanza un llamado de alerta sobre las catastróficas consecuencias humanitarias que ocurrirían si una arma nuclear es usada otra vez.