En el mes de febrero de 2015, un grupo de arqueólogos del Laboratorio de Paleoecología Humana del CONICET-UNCuyo descubrió un esqueleto de un niño, de entre 3 y 5 años de edad, en un valle de la Cordillera de Los Andes, a 3200 msnm, muy cerca del Cerro Aconcagua. El sitio de donde proviene el entierro se ubica en la Villa de Las Cuevas, en el NO de la provincia de Mendoza (Argentina), casi en el límite argentino-chileno.
Este proyecto de investigación arqueológica y paleoambiental, avalado por el CONICET y la Agencia Nacional de Promoción y Tecnológica de Argentina, se ha abocado a estudiar la transición que se dio en el proceso de poblamiento humano de la región desde economías cazadoras-recolectoras a agropastoriles y la forma en afectó a estas últimas el contacto con sociedades estatales.
Hasta el inicio de estos estudios, sólo se contaba con información arqueológica referida al período de dominación incaica (especialmente sobre un sacrificio de un niño que se depositó en un santuario de altura ubicado en el Aconcagua). Encontrar un esqueleto no era algo esperado por el grupo, ya que se habían descubierto muy pocos restos óseos humanos en ambientes de altura.
También causó sorpresa el resultado del fechado radiocarbónico que se hizo sobre un fragmento de uno de sus huesos mediante AMS. La fecha obtenida da a este individuo una antigüedad de 5750 años. Es el más antiguo de la provincia de Mendoza y corresponde a un período en el cual las condiciones climáticas eran más favorables a las actuales (un poco más cálidas y húmedas) en la cordillera de acuerdo con estudios polínicos.
La información arqueológica regional, permite proponer que la sociedad de dónde provino este individuo tenía una economía cazadora-recolectora y una organización social de tipo banda. Seguramente se trataba de grupos pequeños (de entre 30 y 50 personas) que se movilizaban a lo largo del año, desde tierras bajas a tierras altas y viceversa, para obtener la carne de animales que cazaban (especialmente guanacos-Lama guanicoe-) y vegetales que recolectaban.
Al haberse encontrado este entierro infantil, puede asegurarse que era el grupo familiar completo el que se desplazaba (hombres, mujeres y niños) y que es probable que el valle de cordillera donde se lo dejó haya sido parte de un territorio mayor, un espacio de ocupación estacional al que se volvía en forma recurrente. Saber ahora de dónde provenían estos antiguos montañeses y precisar aspectos de sus modos de vida es uno de los desafíos mayores del grupo de investigación.
Se estima que existe una probabilidad mayor que se trate de sociedades que ocupaban los valles intermontanos de la vertiente occidental de Los Andes. Para probarlo se han iniciado estudios de isótopos estables de Carbono, Nitrógeno, Oxígeno y Estroncio sobre muestras obtenidas del esqueleto. También se están llevando adelante estudios sobre valvas de moluscos que aparecen en el contexto no funerario contemporáneo y sobre artefactos líticos y óseos.