Por iniciativa del vocal de la Primera Junta de Gobierno, doctor Manuel Belgrano y gracias a la disposición del Gobierno Revolucionario, se crea la Academia de Matemáticas, la cual es puesta bajo la dirección del teniente coronel Felipe Sentenach. Su objetivo era la enseñanza de la aritmética, el álgebra y la trigonometría y estaba destinada muy especialmente a la formación de los jóvenes que quisieran seguir la carrera de las armas.
A fines del año 1779, el Consulado de Buenos Aires, institución de la que Belgrano era su secretario y propulsor, fundó, debido en gran parte a sus esfuerzos, la llamada Escuela de Náutica, cuyo director, nombrado por concurso, fue don Pedro Cerviño, ingeniero, geógrafo y ex militar voluntario, natural de Galicia, quien supo desempeñarse con todo acierto. Los cursos de la Escuela Náutica fueron completísimos, pues en ella se enseñaba: aritmética y álgebra, geometría y trigonometría, cosmografía, geografía, hidrografía, secciones cónicas, cálculo diferencial e integral y mecánica. Desgraciadamente, la Escuela de Náutica fue clausurada en 1806 a raíz de las invasiones inglesas, y luego en forma definitiva por orden del Rey de España, invocando la falta de autorización correspondiente.
Por eso, hoy 11 de septiembre queremos celebrar no sólo la posición política de enseñar ciencias, sino celebrar con ella la vida de Manuel Belgrano, eterno propulsor de las ciencias, las artes y la política en nuestro país.