El 3 de noviembre de 1957 desde el cosmódromo Baikonur (Kazajistán) fue lanzado el Sputnik 2, la cual fue la segunda nave espacial puesta en órbita alrededor de la Tierra, pero la primera nave espacial que transportó material biológico.
El pleno auge de la Guerra Fría, el líder soviético Nikita Kruschev se enroló en una carrera espacial contra Estados Unidos, una disputa de poder ampliamente expuestas en la propaganda de ambos países. El mandatario ruso destinó enormes sumas de recursos para la investigación espacial, la prisa impedía un trabajo sistemático y detallado. Sin embargo tras el éxito del primer intento del Sputnik I (lanzado aproximadamente un mes antes) se intensificaron los trabajos y se decidió enviar un mamífero, siendo un perro la opción elegida para probar el compartamiento de seres vivos en el espacio.
El primer ser en entrar en órbita fue una perra llamada originariamente Kudryavka (ruso: "pequeña de pelo rizado"), la cual sería conocida mundialmente como Laika debido al nombre de su raza. La cabina presurizada del Sputnik 2 le permitía estar acostada o en pie y estaba acolchada. Un sistema regenerador de aire le proveía de oxígeno; la comida y el agua se encontraba en forma de gelatina. Laika estaba sujeta con arnés, una bolsa recogía los excrementos, y unos electrodos monitorizaban las señales vitales. Un informe telemétrico temprano indicaba que Laika estaba agitada pero comía. No había posibilidad de retorno a la Tierra, por eso se planeó sacrificarla después de 10 días en órbita. Sin embargo, en octubre de 2002 se reveló por fuentes rusas que Laika había muerto a las pocas horas debido al sobrecalentamiento y el estrés. La misión suministró a los científicos los primeros datos del comportamiento de un organismo vivo en el medio espacial.