La Universidad Nacional de Cuyo atraviesa nuevamente el camino de Autoevaluación Institucional (AEI), instancia que le permitirá conocer los logros, las dificultades y los desafíos en el desarrollo de sus funciones de docencia, investigación, extensión, vinculación, bienestar y gestión institucional, desde una mirada integral. Es pionera en el concierto de universidades nacionales al atravesar por quinta vez este proceso.
El período a evaluar abarca del 2014 al 2022 y toma en consideración las recomendaciones surgidas de la cuarta autoevaluación y evaluación externa. Las unidades de análisis son Rectorado, Facultades, Institutos, Colegios, Espacios de Salud y están atravesadas por ejes como la sostenibilidad y la perspectiva de género. Es un proceso que comenzó en febrero de este año y que se estima que finalizará en octubre de 2024.
Por tratarse de un proceso transversal a toda la Universidad, y con un fuerte componente participativo, la propuesta fue presentada ante miembros del Consejo Superior. En ese contexto, la rectora Esther Sanchez agradeció el trabajo diario y silencioso que destaca a este proceso, del cual dijo que "demanda mucho esfuerzo, dedicación y planificación permanente”.
“Necesitamos la participación de toda la comunidad, no podemos hacer un proceso de autoevaluación si no participamos y colaboramos todos”, enfatizó la máxima autoridad de la UNCUYO.
“Este proceso habla de la importancia que la Universidad le da al análisis de sus funciones y su trabajo, siempre teniendo como centralidad la producción de conocimiento y la educación de nuestros estudiantes, los futuros profesionales, licenciados, científicos o docentes”, afirmó Florencia Tarabelli, vicedecana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), a quien la Rectora le encomendó coordinar la quinta autoevaluación.
“El gran desafío que tenemos —agregó Tarabelli— es poder reconvertir lo que evaluemos operativizado en un Plan Estratégico, encarado a través de programas y proyectos para dar respuesta a la UNCUYO que imaginamos y soñamos. Puntualmente, buscamos una mejora en la duración real de las carreras, en las tasas de egreso, en los niveles de permanencia, atendiendo a la heterogeneidad de situaciones de los estudiantes, pero que puedan recibirse en un tiempo razonable y con una formación de calidad. Es un desafío no solamente nuestro, sino de todas las universidades”.
El camino de la AEI
El marco general normativo para avanzar en este proceso está dado por el artículo 44 de la ley de Educación Superior que establece que todas las instituciones educativas deben pasar por procesos periódicos y sistemáticos cada seis años de autoevaluación interna, seguidos de evaluación externa; además de los procesos de acreditación de carreras y de certificación de calidad de carreras.
“Tanto la certificación de calidad, que vamos a transitar a partir de una resolución ministerial reciente, como la acreditación de carreras, lo que hacen es analizar exhaustivamente estas propuestas académicas. Mientras que el proceso de autoevaluación y evaluación externa, lo que hacen es analizar toda la Universidad, es decir, todas las dependencias, todas las Unidades Académicas, todas las funciones”, puntualizó Tarabelli.
Para este marco también se toma en cuenta la resolución 382 de 2011 de la CONEAU. Allí se fijan los lineamientos que se ponen en juego en cada proceso de autoevaluación, que tiene como componentes la ficha Siemi y las dimensiones: contexto local y regional, misión, protección institucional, gestión y gobierno, gestión académica, investigación, desarrollo, creación artística, extensión, producción, transferencia tecnológica y bibliotecas.
Completa lo normativo, lo dispuesto por el Estatuto Universitario en su artículo 20, que dice que es atribución del Consejo Superior convocar a toda la comunidad universitaria a pasar por procesos de autoevaluación, y en su artículo 27, que reconoce la potestad de la rectora o el rector para hacer la propuesta de autoevaluación al Consejo Superior.
Por quinta vez en su historia
Esta nueva experiencia de autoevaluación surge con algunas características. Busca ser verdaderamente participativa y servir como herramienta de mejora y seguimiento de la gestión, entrelazada con la revisión de los planes estratégicos. También permitir una sistematización metodológica para las próximas autoevaluaciones, a la vez que, generar información transversal accesible a todas las carreras para la acreditación.
“Quienes pasan por procesos de acreditación saben que un componente muy importante tiene que ver con información institucional a nivel de Universidad. Poder tener un banco donde esté toda esa información actualizada es una de las premisas que se espera que pueda aportar este quinto proceso de autoevaluación”, subrayó Tarabelli.
A su vez, el diseño metodológico propuesto desde la coordinación central —que tuvo en cuenta aportes y sugerencias realizadas por referentes de las unidades académicas— plantea poder trabajar en tres fases.
La primera fase, que concluyó en junio pasado, abarcó toda la recopilación de antecedentes y el diseño de una propuesta metodológica consistente. La segunda fase se vincula al análisis cuantitativo y cualitativo de los datos, es la que se está transitando en este momento, y se espera que termine en mayo de 2024. La tercera fase se relaciona con la instancia más fuertemente participativa, de integración y socialización de los resultados y la publicación, y se extenderá de junio a octubre de 2024.
Trabelli también detalló que están previstas tareas y productos institucionales, con actividades específicas de las secretarías de Rectorado, de las Unidades Académicas, de los Consejos Asesores y también del equipo de Consejos de Decanos y Decanas, que van desde la producción de informes hasta la definición de nodos problemáticos y algunas estrategias comunes para trabajar.
“Es muy importante que este proceso sea participativo, que sea apropiado por toda nuestra comunidad”, recalcó la coordinadora. Por ello, aclaró que en el Consejo Superior están previstas por lo menos tres instancias: esta inicial donde se cuenta en qué consiste, una segunda a modo de informe de avance y una tercera para presentar el informe final de resultados. La cuestión participativa vinculada a lo organizativo alcanzará al Consejo de Decanas, Decanas y a la Rectora y Vicerrector. Así como lo relativo a la validación y la toma de decisiones se abrirá a los Consejos Asesores. Los claustros también se sumarán en talleres y reuniones.
Entre los múltiples propósitos que persigue un proceso de autoevaluación, el primero es conocer los logros obtenidos y los desafíos pendientes en relación a los procesos anteriores. “Creemos que es tan importante conocer lo que mejoramos como aquello que sigue siendo un pendiente, porque eso que sigue siendo un pendiente y a la luz de nuestro Plan Estratégico es lo que va a definir nuestra política de gestión durante los próximos años”, afirmó.
A Tarabelli la acompañan Lorena Miguez, en la coordinación Técnica y Operativa, y un equipo conformado por Clarisa López, Constanza Ituarte, Elizabeth Fregotti y Leticia Sepúlveda, Sofía Panizzutti. Se suman también referentes por Secretarías, Unidades Académicas y demás dependencias.