Por Germán Petrich
Agencia Taller
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El Golpe de Estado de 1930 conjugó diversos factores: en el ámbito internacional se desató la crisis financiera de Wall Street en 1929, lo que produjo un crack económico en todas las bolsas y mercados mundiales. En el ámbito local coexistían distintos tipos de conspiraciones y divisiones internas, como en la Unión Cívica Radical entre los personalistas yrigoyenistas y los antipersonalistas alvearistas. El Golpe fue apoyado, en distintos grados, por el Partido Socialista y los demócratas nacionales y progresistas. En el Ejército convivían fuerzas ultranacionalistas inspiradas en el fascismo italiano, cuyo referente local era el General Uriburu, y fuerzas liberales encabezadas por el General Justo.
Agencia Taller entrevistó a la historiadora Susana Ramella, docente de la cátedra Historia de las instituciones argentinas, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNCuyo. Sobre la caída de Yrigoyen, Ramella nos cuenta que “todo golpe tiene su justificación, en este caso los militares y algunos civiles afirmaban que Yrigoyen estaba viejo y no podía gobernar. Avalando esta hipótesis la Corte Suprema de entonces realizó una Acordada declarando constitucional a este golpe, alegando razones de necesidad, lo que hizo aún más grave el quiebre institucional”.
A partir de ese momento se empezó a notar divisiones dentro del Ejército entre los que apoyaban a Uriburu (quien quería instalar un Estado corporativo semejante al italiano, suprimiendo los partidos políticos e instituciones vigentes); y los que seguían a Justo (que reinstaló el Estado conservador anterior a 1916).
Entre los beneficiados directos del triunfo fraudulento de Justo de 1932 estuvieron la Sociedad Rural Argentina, los intereses británicos respecto de la carne y los ferrocarriles, sobre los cuales el Estado argentino no obtenía ganancia alguna.
Susana Ramella continuó diciendo que “Yrigoyen no conmovió realmente al sistema económico y productivo pero éste creyó que sí había sido afectado”, por ello organizó el golpe en connivencia con las Fuerzas Armadas.
Para la historia argentina este golpe quedó registrado como el primero de una larga lista de nefastas interrupciones institucionales, que privaron al país de un coherente desarrollo democrático y económico. Cada golpe militar, desde 1930, significó un retroceso para los sectores populares, pues se inscribieron en las necesidades del bloque de poder en cada coyuntura.