Para reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en 2015, 195 países acordaron en París realizar una lucha contra el cambio climático. Ese acuerdo marcó la planificación de diferentes acciones a nivel mundial que se plasmó en la Agenda 2030 de la ONU. A siete años de cumplirse ese plazo es necesario replantearse en qué situación nos encontramos y cuáles son los caminos a seguir.
Con esta premisa, la Universidad Nacional de Cuyo pensó un espacio para debatir cómo implementar la transición energética, la economía circular y las ciudades sostenibles en Iberoamérica, en un encuentro que reunió profesores, investigadores, especialistas, funcionarios, tesistas, estudiantes e interesados en las cuestiones y desafíos que plantea la consecución de los compromisos de la Agenda 2030.
El compromiso de la Universidad
Frente a la responsabilidad que asumen en estos asuntos quienes deciden impulsar acciones sostenibles adecuadas, la rectora Esther Sánchez recordó que la UNCUYO tiene una larga trayectoria de más de 20 años trabajando en temas de responsabilidad social y desarrollo sostenible. Para ello citó una cátedra libre de Responsabilidad Social y Desarrollo Sostenible, una maestría en estos temas, y una carrera de grado como la licenciatura en Administración con orientación y gestión de organizaciones de impacto, ambas propuestas, las primeras en Latinoamérica. Además, el Instituto de Ciencias Ambientales de la Universidad viene hace dos décadas ocupándose de estos temas.
“En esta gestión hemos definido como eje trabajar en la sostenibilidad. Esto implica que como institución formadora tenemos la obligación de generar conciencia en estos temas, no solo en nuestra comunidad sino en la sociedad. Esto es una gran responsabilidad. Queremos pensar en sostenible y actuar en sostenible. Debemos ocuparnos y resolver estos temas de manera colaborativa”, expresó Sánchez.
Los 4 ejes que hacen a la sostenibilidad de las ciudades
∎ Para ordenar nuestra casa se necesita una estrategia. Lo mismo sucede si se quiere hacer a otra escala con una región, un país o el mundo. Y para ello se recurre a una herramienta como el ordenamiento territorial (OT), que nos interpela sobre cómo se construyen las ciudades y a partir de qué materiales, la eficacia energética de los edificios y la disposición de las ciudades, entre otros temas.
Como tal vez la más importante de todas las herramientas de diseño y de gestión en un desarrollo sostenible, se debe trabajar con este enfoque para que la sociedad pueda aprovechar de manera sostenible los recursos naturales. “La lupa en este eje está, entonces, en el cambio climático”, expresó Carmen Guerrero Azañedo, de la Universidad Continental de Perú.
Encarar esto conlleva hacerlo coordinadamente entre diversas instituciones, desde lo local, regional y nacional, a través de alianzas estratégicas para implementar políticas públicas. Trabajar desde las universidades en la educación ambiental de los estudiantes, docentes y funcionarios para poner en valor el tema, es un claro ejemplo de ello.
Como también lo es la Ley 8.051 Ordenamiento Territorial y Usos del Suelo de Mendoza, de 2009, donde la UNCUYO tuvo una participación significativa al coordinar los esfuerzos de la mayoría de las instituciones del sector científico-tecnológico para elaborar el anteproyecto de la normativa. Asimismo, realizó aportes para confeccionar el Plan Provincial de OT, que terminó con la sanción de la Ley 8.999 en el 2017.
∎ ¿Qué es la economía circular? Es un concepto amplio y complejo, instalado a nivel global, como una noción central que busca combinar producción y desarrollo y el cuidado del medio ambiente, en términos generales.
Para seguir hablando de ella, hay que definir a la economía lineal como aquel modelo que domina hoy en el país, que tiene que ver con la extracción y sobreexplotación de materias primas para producir bienes que consumen las personas para luego descartarlos generalmente en basurales o relleno sanitario.
“Economía circular lo que viene a decir es que esos recursos que estamos trayendo de la naturaleza y gastándolos, hay que reincorporarlos al sistema productivo en la naturaleza, y con ello usar menos energía, materiales y contaminar menos. Debemos enviar menos materiales a relleno sanitario, a basurales y reaprovecharlos para producir nuevas cosas como insumos para la producción y para nutrir la naturaleza nuevamente”, dijo Mariana Saidón, investigadora del CONICET y responsable de la Red de Investigación y Acción sobre Residuos (Riar).
Estas cuestiones se trabajan pero desde una perspectiva situada e interdisciplinaria. Es decir, cómo aplicar este concepto de economía circular en nuestros países, donde hay situaciones críticas sociales y sanitarias. Y aquí se piensa, por ejemplo en el Estado, quien debería comportarse como árbitro y generar estímulos -a través de normativas y reglamentaciones- al consumo de materia prima reciclable por parte de las industrias que reciclan.
∎ Como aquello que surge por la necesidad de impulsar acciones climáticas para mitigar el calentamiento global, la transición energética, en pocas palabras, es el paso de una matriz fósil a una matriz que sea más amigable con el ambiente.
El debate plantea, para los países en vía de desarrollo, cómo asumir o afrontar el cumplimiento de obligaciones internacionales asumidas por casi todos los estados de la reducción del efecto invernadero, y aportar al cambio climático básicamente reduciendo el aumento que se avizora para el 2030 de 2 grados de temperatura, de modo tal de alcanzar, a través de la mitigación de gases contaminantes y del calentamiento global, un horizonte sostenible. Y para ello hace falta justamente reducir el consumo de combustibles fósiles y además pensar en la reconversión de las fuentes de energía hacia fuentes no contaminantes.
“Mendoza es uno de los lugares donde hay un mayor potencial de aporte a esta transición. La provincia tiene para integrar al esquema de los ODS y a los compromisos asumidos un gran potencial de desarrollo de tecnología y de infraestructura puesta a disposición de la transición, que permita la reducción de emisiones de CO2, el desarrollo de tecnología y de la cantidad de vectores que están asociados con esa tríada, que es la seguridad energética, la igualdad de acceso a la energía y la fiabilidad del sistema”, manifestó Facundo Díaz Araujo, de la Universidad de Mendoza y de la UNCUYO.
∎ Pensar iniciativas para ciudades sostenibles es también pensar en la administración del recurso hídrico, que implica la gestión sostenible del agua y los proyectos de aprovechamiento de energías.
En Mendoza, donde es muy conocida la condición de imprescindibilidad de acceso al agua, la institucionalidad y sus sistemas de gestión hoy están en una encrucijada por la actual sequía, y ello genera cambios estructurales en la forma de gestionarla, en la formulación de un plan maestro en marcha, en la revisión de las reglamentaciones y códigos para flexibilizar y facilitar una optimización del agua, y acelerar la adaptación al cambio climático, que es la agenda principal que tiene la provincia por delante.
“Pensar en una gestión sostenible del agua es asumir el compromiso de que estamos frente a una demanda grande de innovación, de cambios en los sistemas de gestión del recurso, y eso requiere análisis, discusión de las políticas y consenso en los instrumentos, nuevos instrumentos que se van a poner sobre la mesa para implementar y atender la crisis que estamos señalando”, manifestó en ese contexto Javier Zuleta, ex referente en gestión sostenible del agua del Banco Mundial.
Un cierre con nuevos caminos
Después de dos días de escuchar y debatir, Belén Levatino, una de las organizadoras del Workshop realizó un pequeño balance del encuentro que superó las expectativas planteadas, en especial por el nivel de compromiso de estudiantes y profesionales.
“La sorpresa fue muy grande porque vino mucha gente, estudiantes, profesores, investigadores de distintas provincias que mostraron su interes y compromiso por la temática”, evaluó.
Uno de los principales logros que destacó la politóloga es el interés de los participantes en seguir investigando las temáticas, lo que va a derivar en el planteamiento de temas de tesis, de grado y posgrado. Además, la invitación a la formación de las redes fue un éxito rotundo, los dos espacios que participaron del debate se van con nuevos miembros y la posibilidad de seguir profundizando en las realidades abordadas.
En cuanto a la diversidad de exposiciones que se presentaron los contenidos del encuentro, Levatino contó que la temática ambiental está entre la reflexión teórica, la militancia y la praxis social. Es decir, “está interceptada o está vinculada con intereses, con actores, que a veces no coinciden, que tienen marcos teóricos distintos y eso obliga a replantear desde que punto de vista se va a abordar el tema para mejorar las condiciones ambientales que tienen las poblaciones que viven en las ciudades de Iberoamérica”.
La problemática ambiental y la necesidad de encarar acciones sostenible desde los diferentes ámbitos continúa siendo una prioridad. “Nos queda mucho trabajo por delante y hay que hacerlo desde el equilibrio entre la ciudad ideal y la ciudad posible, y la ciudad real”, reconoció Levatino.
En ese sentido, es importante la continuidad del compromiso a pesar de las dificultades que se presentan. “Porque hoy cuando uno trabaja y estudia sostenibilidad o cuestiones ambientales hay una realidad de mucha vulnerabilidad ambiental y socioambiental, que genera mucha angustia por no poder solucionar el problema, pero al mismo tiempo, si te quedas en esa parte, no seguís trabajando y buscando la transformación. Entonces, en la búsqueda de ese equilibrio, un poco está la magia de seguir pensando, trabajando y educando dentro de esa perspectiva”, concluyó la especialista.