Es duro decirle adiós a una persona querida, valorada y respetada, con quien se tiene tanta deuda intelectual y humana.
Don Luis Triviño nos ha dejado mucho a los mendocinos, sobre todo a los que hemos estado en el ámbito de la Universidad. Nos ayudó a crecer. Nos acompañó y nos brindó su respaldo y fortaleza. Fue como un pilar que nos condujo en momentos muy difíciles, en la transición del autoritarismo a la democracia.
Don Luis fue el rector normalizador de la Facultad de Ciencias Políticas, en el primer tramo del gobierno de Raúl Alfonsín. Y luego fue el primer rector de la UNC, electo democráticamente por los claustros, después de largas décadas de conflicto.
En esos tiempos cercanos a 1983, había mucha confusión en la vida universitaria del país y de Mendoza. Por un lado, estaban los fantasmas del autoritarismo militar y los enfoques ultramontanos, incapaces de abrirse a las nuevas ideas. Por otra parte, había grupos intolerantes y sectarios, que soñaban con el odio y la violencia de 1973 (de haber sido por ellos, había que meter en el archipiélago Gulag a la mitad de los profesores de la Universidad).
En medio de esos dos sectores autoritarios, don Luis aportó los valores de la democracia, el respeto a los demás y la aceptación de las diferencias. Fue como un maestro, pues en ese clima, casi no existía espacio para pensar por sí mismos y con respeto por los demás.
Había mucho dogmatismo en la universidad. Cada sector trataba de imponer brutalmente sus ideas. Sobraban los fascistas de izquierda y de derecha. Y en ese contexto, don Luis se propuso construir una universidad democrática. Su aporte fue fundamental para la convivencia.
Posteriormente a su labor de Rector, don Luis mantuvo un contacto permanente con las nuevas generaciones. Acompañó a académicos del campo de las Humanidades y las Ciencias Sociales, para trabajar en forma articulada con los profesores e investigadores autodidactas del interior de la provincia. Su aporte fue muy valioso en la colección de libros que el diario UNO publicó entre 1996 y 1999 sobre los 18 departamentos de Mendoza. Participaron centenares de personas en esa obra, apadrinada por don Luis. Van a pasar muchos años, y esa colección va a seguir entregando el rescate de la cultura y la identidad de la provincia.
Don Luis fue fundamental, también, en los dos tomos de historia general de Mendoza (“Mendoza a través de su historia” y “Mendoza, economía y cultura”), editados por Caviar Bleu en 2004.
Se trata de una obra colectiva, elaborada por cerca de 30 coautores que trabajaron cerca de una década para llegar a buen puerto. Se realizó en el marco del seminario de don Arturo Roig, en el CRICYT, y tuvo la particularidad de respetar los valores que don Luis siempre nos inculcó: la democracia, el pluralismo y el respeto por los demás. En esa obra participaron intelectuales de izquierda, centro y derecha. Fue un trabajo multidisciplinario, lleno de respeto profesional y amor por Mendoza
Allí estuvo don Luis, entregando lo mejor de sí para llevarla adelante.
Ahora el tiempo se terminó. Y como dice la canción de Julio Iglesias: “al final, las obras quedan, los demàs, se van, otros que vienen, las continuarán”.
Don Luis se ha ido. Nos ha dejado su obra de democracia, respeto por los demÁs y amor por Mendoza.
El se fue. Su obra queda. Nosotros tendremos que continuarla.
Llega ahora el momento de decir… ¡Adiós, viejo bueno! ¡Y muchas gracias!