El geólogo y ex residente en la zona afectada Julio Albeiro indicó a lanacion.com los riesgos del "manejo irresponsable" de las cuencas que drenan el área; calificó de urgente el trazado de un mapa ambiental para detectar los puntos más críticos de la región
El estruendo que alertó de la catástrofe a los pobladores de las viviendas lindantes con el río Tartagal todavía resuena en la ciudad salteña donde a principios de febrero otro alud de lodo arrasó con todo. Hoy, casi tres años después del primer desastre, las posibilidades de nuevos desmontes se multiplican en lugar de disiparse.
"Es un área muy frágil, tanto en lo económico como en lo ambiental. Está en las autoridades atender el reclamo y en los técnicos definir los lineamientos a seguir para que Tartagal y las zonas de influencias puedan dormir tranquilas", señaló a lanacion.com Jorge Albeiro, licenciado en geología y ex residente de la zona crítica.
Sus trabajos como investigador para determinar las causas de estos fenómenos y trazar soluciones posibles al problema latente que enfrenta el área así lo atestiguan. Ya en el año 2000, cuando comenzaban a circular algunos de los primeros informes técnicos, los resultados afirmaban que "si bien las lluvias con carácter torrencial pueden causar daños en un breve periodo de tiempo, es la actividad del hombre en las inmediaciones del río lo que potencia los daños que afectan la región".
Considerada por los especialistas como una zona frágil desde el punto de vista ambiental, Tartagal acusa por estos días recibo de la ausencia de las obras de remediación necesarias para una ciudad que se encuentra bajo riesgo permanente.
"Las defensas que se han hecho sobre el río son insuficientes por la escala de los eventos de lluvias tropicales. Sobre lo que se ha realizado, se debe trabajar y evaluar todo lo que resta hacer. Las márgenes del Tartagal sobre la ciudad son muy débiles en términos de consistencia. Se está labrando un profundo valle, de paredes verticales, y adosado a él se encuentran las viviendas de los vecinos de menos recursos", indicó Albeiro.
Y destacó que en circunstancias como estas "se debe vigilar la evolución del cauce con mediciones sistemáticas de caudales, lluvias y análisis de riesgos", al tiempo que se vuelve necesario "movilizar hacia otros sectores a los pobladores que están en la misma margen y proteger de la erosión los bordes en toda su extensión".
Para el licenciado en geología, la regulación de las actividades que se practican en la sierra de Aguarague, desde donde desciende el río Tartagal hasta drenar una importante superficie, es escasa o prácticamente nula.
"Si se corta un árbol, debe por lo menos plantarse otro, porque con el tiempo esas áreas se van despoblando de vegetación y el agua no tiene obstáculos naturales. La capacidad de arrastre de las corrientes es enorme, al punto que puede llevar árboles desde sus raíces y hasta puentes que bloqueen el escurrimiento del agua y se genere un dique natural", puso en relieve.
Salvar a Tartagal, una tarea de todos. El ex docente de la Universidad Nacional de Salta llamó a las autoridades nacionales y provinciales a tomar contacto directo con el problema e intervenir hoy la zona antes de que se precipite una tercera catástrofe.
Albeiro entiende que es el momento de empezar a actuar y de moverse con algunos recaudos para paliar los riesgos y las consecuencias del "manejo irresponsable" que se realiza de las cuencas que drenan el área.
"No podemos cambiar la trayectoria de las lluvias, ni los ríos a nuestro antojo o conveniencia, pero sí podemos poner a resguardo a todos los habitantes que estén cerca de las márgenes", consignó. Y aseguró que "se debe prohibir nuevas construcciones allí y hacer obras que permitan disminuir el gradiente hidráulico de las corrientes y el poder de la erosión".
El especialista sugirió, además, que llegó la hora de hacer "un recorrido aéreo de toda la cuenca y medir mediante fotografías la evolución del paisaje, de manera de detectar puntos críticos y vigilar la parte alta de la sierra y el curso inferior". Sólo así, según consideró, se podrá saber si hay factores adicionales que impiden que el agua siga una trayectoria hacia la parte baja o hacia niveles de base.
"Hay que establecer con urgencia un mapa de riesgo ambiental en este y otros cursos si se quieren evitar futuras catástrofes en Tartagal", sentenció.