Por Germán Gonaldi
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16/05/06 A menos de tres semanas de la segunda vuelta, Alan García del Partido Aprista Peruano (PAP) aventaja al postulante nacionalista de Unión Por el Perú (UPP) Ollanta Humala, según consignan los sondeos electorales previos, lo que le permitiría ser el próximo presidente de Perú.
Con una diferencia de más de diez puntos porcentuales, García es quien está mayoritariamente captando los votos que el 9 de abril apoyaron a los candidatos del centro y de la derecha, es decir aquellos que optaron por Valentín Paniagua, Lourdes Flores, y en menos medida, por el evangelista Alberto Lay.
El pase de los votos a la figura de García es, sin embargo, más un voto “anti Humala” que un genuino apoyo a las ideas y al proyecto político del candidato aprista. “Es votar al mal menor” se dice en ciertos cenáculos conservadores que, al quedar fuera de carrera su candidata natural, observan a quien ya fue presidente del país entre los años 1985 y 1990 como el postulante que frene la ola nacionalista y “autoritaria” que según ese sector, representa el ex militar.
Del análisis de la encuesta de Apoyo, surge que García estaría ganando, en mayor medida, los votos que en la primera vuelta no votaron por él ni por Humala, en especial en la capital y en el sur del país, además de consolidar el apoyo que históricamente le ha dado el norte del país al APRA. Esto representa unas siete millones y medio de personas.
En Lima, otrora llamada la “Ciudad de los Virreyes”, donde la derecha política tuvo más apoyo en primera vuelta, el candidato socialdemócrata obtiene una intención de voto del 64 por ciento, contra un 36 de Humala. Traducido en votantes, unos dos millones y medio de personas se inclinarían por García y poco menos de un millón y medio lo haría por Humala, sin contar los votos en blanco que según, se cree, será más alto en la capital que en el resto del país.
No obstante, se percibe que hay una polarización entre “un sur humalista y un norte aprista”. De los resultados en primera vuelta, surgió con claridad que la población de la costa y la sierra sur, junto con la sierra central del país se inclinó por el candidato nacionalista y que la costa y sierra norte son los enclaves del APRA.
Esta tendencia no ha cambiado, aunque según el sondeo de Apoyo, García estaría ganando más adherentes en el sur que Humala en el norte, hecho que se explica por el miedo de las clases medias al candidato de UPP y además, por la estrategia del ex mandatario al enfocar su campaña en los sectores más desprotegidos en esa zona del país. “La batalla por el sur”, nombró García a esta lucha.
De los votos propios, Humala mantiene su caudal electoral, aunque le está costando, según todos los analistas, seducir al electorado que no lo apoyó en la primera vuelta. De esta manera su crecimiento es menor de lo que él esperaba desde aquel 9 de abril, fecha en que obtuvo la mayor cantidad de votos entre todos los postulantes.
En la última semana, la atención estuvo centrada en el posible debate público entre ambos candidatos. Luego de varias idas y vueltas, entre las que aparecieron chicanas en las que uno acusaba al otro de no querer debatir, y otro quería que fuera no sólo entre los candidatos sino también entre los equipos técnicos, o la fecha del mismo, la modalidad, se decidió finalmente que el encuentro sea éste domingo 21 de mayo.
El debate sobre el debate fue un verdadero show en el que los medios aprovecharon para calentar el ambiente y especular con el poco apego democrático de uno de los contendores a debatir. Como en toda la campaña apuntaron sus dardos hacia Ollanta Humala. No parece, sin embargo, que lo que surja del debate incline la votación hacia uno u otro candidato.
Aun así, hay más dudas que certezas sobre el resultado final, dado que hoy por hoy los indecisos son un cuarto de los votantes habilitados; el día de los comicios llegaría a un 15 por ciento. Tampoco hay que soslayar un análisis que dice que entre los electorados de Latinoamérica a las personas que se le pregunta a quién va a votar, la respuesta se inclina hacia el candidato que va ganando pero que, llegado el momento de entrar a la sala de votación, sufraga por el candidato más afín a sus ideas.
En los últimos 20 días de una campaña que largó hace mucho tiempo, ambos candidatos saben que no se gana la elección con propuestas, más bien se las gana de acuerdo al grado de efectividad que tenga cada uno de ellos en resaltar los aspectos negativos del contrincante. De acuerdo al analista Felipe Ortiz Cevallos en una entrevista con el diario El Comercio “el marketing político te dice que cuando compiten dos candidatos con mucha resistencia en el electorado, la campaña negativa es mucho más efectiva”.
En este último punto, García, orador experto, gran comunicador, también lleva ventaja. No es raro que al referirse al que fue el presidente más joven de la historia política moderna en Sudamérica –tenía 36 años cuando accedió al cargo-, se escuchen frases como “encantador de serpientes” o “resucitador de muertos”. Efectivamente el alumno más destacado del fundador del APRA, Víctor Haya de la Torre, hace de la elocuencia y la claridad discursiva un culto que ningún otro candidato de estas tierras puede igualar.
“Alan vuelve” dicen las pintadas en las paredes de las ciudades del norte peruano: al parecer, no va a tener otra oportunidad más clara que éste 4 de junio de volver a sentarse en el Sillón de Pizarro.