Se desarrolló en Mendoza el Primer Encuentro de Paridad de Género en Universidades, pensado como un espacio de diálogo para generar, compartir y profundizar políticas de género y así continuar con la deconstrucción de patrones de desigualdad entre varones, mujeres y disidencias.
Fue una iniciativa de la UNCUYO que partió de la premisa de entender que la responsabilidad de la universidad es dar estos debates para contribuir a la construcción de una sociedad cada vez más justa. La Casa de Estudios fue pionera con su innovadora reforma estatutaria –aprobada el 23 de agosto pasado-, donde consagró un acceso más equitativo para mujeres y disidencias a los cuerpos colegiados y los binomios de gobiernos.
El encuentro incluyó exposiciones por paneles temáticos, donde diversos especialistas abordaron las especificidades y compartieron sus experiencias. Además de la UNCUYO, participaron referentes de las Universidades Nacionales de Tucumán, Catamarca, Nordeste, Córdoba y Buenos Aires, Tecnológica Nacional, y de la Secretaría de Políticas Universitarias de la Nación.
La jornada se concretó en el CICUNC y encabezaron la apertura las decanas Claudia García, de Ciencias Políticas; Esther Sánchez, de Ciencias Económicas; María Flavia Filippini, de Ciencias Agrarias; y Ana Sisti, de Educación, junto al secretario de Relaciones Institucionales, Asuntos Legales, Administración y Planificación, Víctor Ibáñez. Asistió también el vicerrector Jorge Barón, secretarios y autoridades académicas.
La experiencia pionera de la UNCUYO
Abrió los discursos Víctor Ibáñez, quien relató cómo surgió una temática tan emblemática para la UNCUYO como la incorporación de la paridad de género. Para ello partió del concepto de que las normas no diseñan la realidad. “Las normas deben reflejar una realidad. Los hechos y la realidad que vive una comunidad política se trasladan a las normas y conducen ciertos procesos que se dan realmente en la sociedad”, afirmó. En ese sentido aseguró que la paridad, la equidad y las políticas públicas de género no surgieron a partir de una normativa, sino que fue la lucha de las mujeres durante muchos años la que fue tomada por una norma, en este caso por la ordenanza de la última Asamblea.
En esa línea dijo que, a pesar de que la Universidad venía mostrando en los hechos que esa lucha tenía resultados, existían indicadores que revelaban un mayor porcentaje de presencia de hombres en los órganos de gobierno y gabinetes. “Ahí comienza este trabajo que se lleva adelante a través de un proceso colectivo” recalcó. Todo empezó cuando el Rector propuso al Consejo Superior convocar a la Asamblea para discutir la introducción de la paridad de género al Estatuto Universitario en los órganos electivos. Eso derivó en la conformación de una comisión plural y diversa, donde se elaboró un proyecto borrador que habilitó un proceso valiosísimo: el debate en todos y cada uno de los consejos directivos de las unidades académicas.
“Luego de un arduo trabajo de toda la Universidad llegamos a una Asamblea” enfatizó. De ella rescató la complejidad y la novedad de introducir la paridad en los órganos ejecutivos, así como la llamada paridad de piso, que establece una mínimo del 50% de participación de mujeres. “Ambos debates generaron distintas instancias, con momentos de mucha euforia, dudas y temor. Pero la Universidad demostró la madurez que tiene en el debate. Demostró a la altura a la que están quienes son realmente los actores de la UNCUYO para empujar un proceso que nos coloque en el corto plazo en la paridad real de tipo electoral” afirmó Ibáñez.
El Secretario, por último, agregó que las normas electorales tienen la particularidad de despegarse de su génesis, de cobrar vida propia. “Tenemos que ver, medir y tener indicadores colectivos de cómo va a funcionar esta norma de paridad y seguir trabajando. La introducción de la paridad de género en la Universidad es un gran hito que va a quedar en la historia y en la memoria de quienes pudieron atravesar ese proceso”.
A su turno Claudia García retomó de Ibáñez la idea de que “las normas y las leyes vienen a legitimar procesos que están sucediendo”. En ese sentido expresó que en su Facultad la cuestión de género es un tema de agenda, y puso como ejemplo el impulso a la identidad de género, el protocolo de violencia sexista y los baños sin género.
Con respecto al proyecto de paridad que recorrió los consejos directivos, al que la Decana calificó como “muy bueno”, rescató: “Cuando vamos encaminándonos a la Asamblea, las decanas un poco que tomamos un rol muy importante porque nos iban a estar mirando qué votábamos, qué posición teníamos. Y debo reconocer que en la mesa yo llevaba como la más fácil”.
Dentro de lo que fue “la cocina” de la Asamblea, García dijo que no se pasó por alto el hecho de que en 80 años de historia la UNCUYO hubiera tenido 40 rectores y sólo una rectora. Es decir que, aún sin impedimento estatutario, la ampliación de la participación de las mujeres en vida política universitaria no había sido espontánea. “Necesariamente necesitábamos de esta normativa, porque a lo sumo las mujeres en los cargos de gestión, en el estudio que hace la Universidad, ocupamos las secretarías Académicas. Por casualidad, en la gestión anterior, debutando con el voto directo, fuimos mitad decanas y mitad decanos, y llegaron decanas a facultades que era la primera vez que ocupaban mujeres” subrayó.
Por último, la titular de Ciencias Políticas remarcó que este avance de derechos no sólo fue importante para la Casa de Estudios, sino también una señal muy clara para la sociedad en su conjunto, que se permita pensar esta posibilidad, que se instituya este cambio social y avanzar espontáneamente sin normas. Y mencionó como fundamental la lucha que dieron muchas otras mujeres a lo largo de los años. “Logramos que se aprobara el proyecto original que era el mejor que pudimos tener. En esto fue una celebración, fue histórico” enfatizó.
En tanto que Esther Sánchez, por su parte, reconoció que para su Facultad el proceso “no fue algo fácil y natural”, pero que también permitió visibilizar una situación que hasta ese momento ni las mujeres ni los varones tenían conciencia. “En Ciencias Económicas las mujeres hemos ido haciendo un camino silencioso y largo. En mi Facultad después de 67 años eligieron una decana mujer” argumentó.
Para la Decana la verdadera toma de conciencia de esa situación desigual se evidenció al tratarse la reforma estatutaria para ampliar el acceso de las mujeres a los cargos máximos. “No es una cuestión de que realidad se adapta a la norma, es una cuestión de que la norma visibiliza una realidad” dijo. Y en ese sentido aseguró: “Hubo un trabajo bastante largo y profundo en mi Facultad, a pesar del poco tiempo. No fue sencillo, les puedo asegurar. Visibilizar esta situación ayudó a que el día de la Asamblea hubiese una transformación, una toma de conciencia de lo que significaba esta propuesta, esta propuesta de apostar a más, porque es el único camino visible hasta ahora de cambiar esta realidad”.
Sánchez también vislumbró como importante las estrategias que se definieron en la Asamblea. “Creo que fue fundamental que el primer tema que se discutiera fuera la paridad en los cuerpos colegiados, porque allí no había discusión, allí estábamos todos de acuerdo. Y una vez que se discutió y se aprobó, después fue más sencillo abordar el tema de la paridad piso en las fórmulas”.
“Quiero poner en valor la visibilización del tema”, dijo la titular de Ciencias Económicas en alusión a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. “Creo que esto es sólo el comienzo. Los desafíos que nos hemos planteado son fuertes. El rol que nos toca a las mujeres es muy relevante. Y desde el punto de vista social y económico la participación de las mujeres puede transformar el mundo” concluyó.
La siguiente en tomar la palabra fue Ana Sisti, quien conduce una Facultad que en su visión tiene una perspectiva matriarcal desde su inicio. ”Siempre han habido fórmulas mujer-mujer. No sería una novedad el tema de la paridad piso en la Facultad y, por lo tanto, pensar en la paridad 50 y 50, para nosotros era retroceder. Siempre se apostó al cien por cien de la propuesta que se había generado”.
En ese proceso de discusión, la Decana destacó el papel de la Secretaria que dirige Víctor Ibáñez. “Si bien en la Facultad no había mucho para convencer, porque estamos convencidos de esa lógica” consideró como importante “el trabajo que se hizo desde la Secretaría, y que pudo participar Fernanda Bernabé en el Consejo Directivo, aclarando algunas dudas que podían surgir en relación al tema de cómo implementar a la paridad y por qué apostar a paridad”.
Sisti además dijo que la experiencia fue muy positiva porque no había visiones negativas. “Fue un debate interesante, poder pensarlo desde estas lógicas y miradas, desde la necesidad de visibilizar, que creo que es lo sustantivo en esto: que aquello que está escrito se hace visible de otra manera”.
Asimismo, la máxima autoridad de Educación tildó de enriquecedor la oportunidad de pensar y repensar el tema de la paridad, en relación a los cambios que vive la Facultad –muchos de ellos motivados por los estudiantes- a partir de la discusión de las temáticas de género. En esa línea mencionó la generación del Área de Género y la reciente creación del Instituto de Educación, Sexualidad y Derechos. “La facultad de Educación fue la que pudo poner una rectora mujer, y para nosotros eso es el logro que nos visibiliza desde nuestra perspectiva, desde poder pensar el rol que las mujeres tienen, no sólo en la educación, porque justamente quizás por las carreras que ofrece la Facultad, nuestra población es altamente mujeres, pero realmente por el rol que tienen, el empuje y la generación de ideas y propuestas son las que llevan adelante un montón de acciones en la Universidad”.
Finalmente se dirigió al auditorio María Flavia Filippini quien admitió que, en el debate por la paridad de género, Agrarias "fue una de las facultades que más costó”. Explicó que en parte se debió a las propias mujeres, que ocupan cargos en secretarías, en el consejo directivo, consideraban que no era necesario. Desde la década del ’90, la Unidad Académica tiene decanas mujeres y vicedecanas, además de consejeras directivas y directoras de carreras. “Para qué poner una norma a algo que se viene dando naturalmente en la Facultad hace años” era el gran cuestionamiento de muchas.
En función de ese panorama, según Filippini fue un proceso durísimo, que llevó muchas reuniones dentro del Consejo Directivo, además de la visita de Víctor Ibáñez y Fernanda Bernabé. A ello se sumó un factor que identificó como una falla: la mirada desde lo personal, sin tener la capacidad de mirar el todo. “Agrarias es particular, no estamos en el Campus, estamos a casi 25 kilómetros, y vivimos en un entorno bucólico de naturaleza, paz, amor y progreso. Pero hoy por hoy, a través de la fuerza los estudiantes se empiezan a instalar temas que necesariamente tenemos que abordar”. Y aclaró que fue justamente la fortaleza, la frescura y la madurez de los estudiantes, lo que la animó a definir su apoyo en favor de la paridad de género.
“Realmente en Agrarias hay muchísimo por hacer –confesó la Decana-, y nos debemos un trabajo muy fuerte con lo que está pasando en el campo, con el tema ruralidad y género. No es menor pensar, nosotros que amamos tanto la naturaleza y nos dedicamos en gran medida al campo, que hay un montón de mujeres que trabajan en el área del campo que no están visibilizadas como mujeres, que no la están pasando muy bien en el sentido de los logros que puede tener esta visibilización que se puede lograr a través de la norma” cerró.