Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

“Argentina está produciendo para exportar, no para alimentar a su población”

Durante el Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales, Agencia Taller dialogó con representantes de Organizaciones Sociales que protegen los derechos indígenas y de los campesinos. Cuestionan fuertemente este modelo agroexportador y denuncian que en muchos casos los campesinos están siendo desalojados y reprimidos por terratenientes.

22 de agosto de 2005, 15:21.

Por María Laura Salvo

Departamento de Política

lulisalvo@hotmail.com

Diego Domínguez, miembro del Grupo de Estudios Rurales Gino Germani de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, dijo a Agencia Taller que Argentina “es un país que se ha desindustrializado y postergado políticas vinculadas al desarrollo del mercado interno. Y lo que está privilegiando es un lugar en el mundo como exportador de commodities”.

Este diagnóstico ha sido extraído a partir de estadísticas del censo, estudios de casos y trabajo de campo que este grupo ha realizado del agro en nuestro país.

La soja transgénica es el commoditie con mayor volumen de divisas del Estado. Y ese producto se esta extendiendo no solo a la zona pampeana sino a regiones extrapampeanas, llamadas regiones marginales. Diego Domínguez explicó que se está generando mucho conflicto en las poblaciones que habitan esas zonas.

Indígenas, campesinos y pequeños agricultores que no pueden competir económicamente con ese cultivo son desplazados, muchas veces violentamente por los empresarios vinculados a la exportación de soja.

En Mendoza, la situación es distinta ya que no es apta para la producción de soja. Sin embargo, hay un avance del agro bussines, es decir, una producción de alimento vinculada al mercado internacional.

Según afirma el economista, grupos trasnacionalizados, vinculados al comercio internacional, han ingresado en el área de producción. Y estas inversiones van cambiando de rubro dentro de la agricultura, de acuerdo a los precios internacionales y a las condiciones de mercado.

“Lo que se ve es un aumento de la conflictividad porque por un lado avanza el modelo agroexportador y, a su vez, se están constituyendo las organizaciones de campesinos, indígenas y pequeños agricultores. Hay un choque de intereses”, afirma.

Por su parte, Raimundo Laugero, integrante la Unión de Trabajadores sin Tierra (UST) de Mendoza, manifestó que su consigna “es tierra, agua y trabajo para tener una vida digna”.

Este ingeniero agrónomo del departamento de Lavalle sostiene que “existe una gran cantidad de tierras abandonas que no pueden ser producidas y, por otro lado, una gran cantidad de obreros rurales que no tenemos posibilidad de trabajar dignamente”.

“Desde el Estado se sigue impulsando una concepción neoliberal al modelo de agroexportación que produce hacia fuera pero no genera alimentos para nuestro pueblo”, denuncia.

LA UST está constituida por 24 grupos de base en diferentes distritos de los departamentos de Las Heras, Lavalle, San Martín y 25 de Mayo en San Juan. La mayoría de las familias están desocupadas.

“Vivimos bastante apretados, queremos trabajar y no nos dan tierra. Si tenemos tierra no nos dan agua”, agrega Antonia Mayorga, otra integrante de la organización.

Además, “si hay trabajo no se paga lo que se debe. Es por eso que los agricultores no tienen gente. En la zona de Paramillos nos vienen a buscar y quieren que cosechemos por nada. No es así, el esfuerzo del campo es muy sufrido”, dijo Fabiola Fuente, también de la UST. Esta organización desarrolla productos orgánicos, consiguiendo semillas que no han sido mezcladas con sustancias transgénicas. Defendiendo así la soberanía alimentaría, que es el derecho a producir alimentos sanos.

"Exigimos porque es parte de nuestro derecho, una reforma agraria y la soberanía  alimentaría, que es la distribución de la tierra en función de las necesidades del pueblo” sostiene Laugero.

Asimismo, Fabiola Fuente denuncia que en Mendoza las plantaciones de tomates se pudren. Lo mismo pasa con el zapallo que no tiene comprador fijo. “La mercadería del campo, en los últimos años, no tiene salida”, afirma.

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) tiene como uno de sus ejes principales la violación de los derechos indígenas y campesinos.

Adolfo Farias, integrante del MOCASE, manifestó a Agencia Taller que una de las formas de lucha es contra los transgénicos a través del Banco de semillas, manteniendo las semillas artesanales. Todas las comunidades tienen su banco de semillas, para no depender de  semillas híbridas y transgénicas. Además, se intercambian con otras organizaciones los productos que realizan.

“La seguridad en Santiago del Estero es muy grave. Hay persecuciones y represiones. Pero hay un cambio de conciencia, los compañeros no van a entregar la tierra ni van a vender sus derechos cueste lo que cueste. El marco político está peor o igual a lo que estaba antes de la intervención”, declaró Farías.

“Lo que hacemos es estar en espacios políticos a pesar de que no somos partidos políticos,  ya que sino hacen lo que quieren. No dejamos que los grandes capitalistas sean los que deciden”, agrega.

El MOCASE está trabajando en la articulación del Movimiento Campesino Nacional Indígena. Y también se ocupa de los jóvenes, trabajando en sus comunidades a través de fábricas de dulces, carnicerías, galpones de acopio, etc. Uno de los proyectos más importantes de la organización es la construcción de la Universidad Campesina.

Esta Universidad consiste en varias carreras con el objetivo de formar maestros campesinos que trabajen en las comunidades campesinas y en las comunidades indígenas. Además, la Universidad tendría otras carreras como Derecho y Memoria Histórica de los Movimientos Campesinos.

Luis Antonio Gómez es integrante de la Organización de Lucha Por la Tierra (OLT) de Paraguay. Entrevistado por Agencia Taller relató la situación que vive su país.

“Actualmente tenemos alrededor de 300.000 personas sin tierra que son campesinos. En Paraguay, debido a la implementación de un modelo de agricultura capitalista empresarial, la agricultura no es ejercida por campesinos sino por empresas multinacionales que siembran grandes extensiones recurriendo a monocultivos, explica Gómez.

“Estos son productos transgénicos, eso significa que utilizan los agrotóxicos que son pesticidas, alguicidas e insecticidas, produciendo contaminación ambiental”, denuncia.

De acuerdo con las estadísticas, en Paraguay el 50% de la población es pobre. “Nuestro eje principal es la tenencia de  las tierras porque se considera que la mayor ganancia de Paraguay proviene del sector agrícola y ganadero, que es la economía del país. En el último tiempo se registró un desplazamiento de los campesinos. En vez de agricultura con campesinos, se los sacaba del campo y se los reemplazaba con maquinarias”, concluyó Antonio Gómez.

Contenido relacionado