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Argentina paga sus cuentas. El FMI siempre cobra

Buenos Aires canceló más de la quinta parte su deuda con el FMI. Muchas palabras de enojo, pero pagos al día.

Por Pablo Ramos

APM/Agencia Taller

pramos@perio.unlp.edu.ar

¿Será una estrategia de negociación, o estaremos ante otro caso de “pirotecnia verbal”? El gobierno del presidente Néstor Kirchner siempre que tiene oportunidad se dirige al Fondo Monetario Internacional (FMI) con dureza. Lo acusa –y con razón- de ser responsable de todo lo hecho en las décadas anteriores en materia económica en Argentina. Tanto es así que el ex presidente Carlos Menem fue definido por el organismo con sede en Washington como “el campeón de las reformas”.

Pero quizás, por lo eufórico de su discurso, muchos crean que se trate de un gobierno de características rupturistas. La evidencia demuestra que esto no es así en absoluto. Pese a los duros cuestionamientos al Fondo, la actual administración canceló por 4.244, 55 millones de dólares en lo que va de 2005, convirtiéndose así en el gobierno que más le pagó en dinero contante y sonante desde la recuperación democrática en 1983.

Desde junio de 2003 hasta julio pasado, Argentina abonó al Fondo –en conceptos de capital e intereses- 13.212,84 millones de dólares. Para comparar, esta cifra duplica lo pagado por la administración de Eduardo Duhalde y Fernando de La Rúa juntas, e incluso supera a los desembolsos realizados durante el gobierno de Menem.

Estos pagos que hemos mencionado generaron una reducción del stock de deuda por 4.244,55 millones de dólares. De esta cantidad, la mitad se realizó durante 2005. El año 2001 cerró con un endeudamiento con el FMI por 14.346 millones, mientras que hoy los compromisos ascienden a 11.277 millones. Esta reducción de 3.119 millones es el producto de la “política de desendeudarse".

Desde la crisis –aunque Argentina siempre se encuentra en crisis, en este caso nos referimos a la devaluación de principios de 2002- se canceló el 22 por ciento de la deuda con el Fondo.

El diario argentino de derecha, La Nación, sostuvo que la cifra mencionada equivale “a casi el doble de la inversión prevista para todo el año en rutas y viviendas (3.370 millones de pesos) y es superior a la destinada al presupuesto para educación” (5.082 millones de la misma moneda). Cada dólar cotiza en algo menos 2,90 pesos.

Pero si observamos que los desembolsos (13.212,84 millones de dólares) fueron sustancialmente mayores que la reducción neta (3.119 millones) es fácil advertir que la disminución del stock de deuda con el Fondo se maneja de forma muy distinta a como, por ejemplo, se maneja la situación con los tenedores de deuda privados en cesantía de pagos y que participaron del canje ofrecido por la Casa Rosada.

Además, hay que agregar que hasta agosto de 2004 Argentina suscribió acuerdos con el FMI, pero a partir de entonces se suspendieron por tiempo indeterminado y la Tesorería tuvo que seguir pagando los intereses y todos los vencimientos obligatorios sin refinanciación y sin recibir nuevos préstamos.

La estrategia gubernamental, aunque el discurso la magnifique, es muy sencilla de entender: no arriba a un acuerdo con el FMI por cuestiones “filosóficas”, pero mientras tanto paga religiosamente los vencimientos con recursos netos.

¿Qué significa esto? Tanto los Estados como las empresas no pagan sus deudas, sino que las refinancian. Se endeudan para pagar viejos vencimientos. Por ejemplo, las naciones que últimamente se muestran como “ejemplos” de buen comportamiento (llámense Brasil, Rusia o Turquía) hacen esto. El efecto a largo plazo es que el volumen de la deuda total crece, ya que cuando se piden 100 se deben pagar 105; para pagar esta última cifra pido 105, pero debo devolver 110, y así sucesivamente.

Como ventaja se puede mencionar que el dinero que prestan los organismos multilaterales de crédito siempre es a una tasa menor a lo que presta el mercado. Por lo que una política que busca bajar el nivel de deuda neto con el Fondo, el Banco Mundial (BM) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sólo es sustentable si el Estado no requiere pedir prestado a los mercados para hacer frente a estos compromisos. Y eso se logra de una sola manera: con superávit fiscal, en un ciclo de superávit de cuenta corriente. De no ser así, el problema de la deuda vuelve de forma inexorable.

¿Por qué el gobierno no alcanza un acuerdo con el Fondo? Ya lo hemos mencionado. El directorio del organismo exige una política de tipo de cambio flotante –de instrumentarse, el dólar caería a 2,30 pesos, según estimaciones- un incremento de las tarifas de los servicios públicos y una propuesta concreta para los tenedores de títulos de deuda pública que no ingresaron al canje –aproximadamente, el 25 por ciento del total.

El presidente Kirchner y su gabinete no aceptan ninguna de estas condiciones. Pero como paga religiosamente los vencimientos, el Fondo no se queja demasiado.

Recordemos, además, que a principios de la década, el Fondo había quedado muy expuesto debido a los “salvatajes” que había tenido que implementar debido a las recurrentes crisis que atravesaron sus más fieles alumnos. Argentina fue uno de ellos, y recibió un préstamo que aquí fue bautizado como “blindaje” por 40.000 millones de dólares durante el gobierno de Fernando De la Rúa y que no sirvió para mucho. También recibieron estas ayudas Rusia, Turquía, Brasil y Uruguay entre otros países.

A partir de estos acontecimientos, el directorio del Fondo llevó adelante una iniciativa tendiente a disminuir el grado de exposición del organismo. Y en este sentido, los jugosos pagos que ha realizado Argentina le han venido como anillo al dedo para tornar más solvente su propia situación.

A la pregunta que nos hacíamos al comienzo sobre los “ataques verbales” al Fondo, creemos que se trata más de discurso político para consumo interno. Porque, como hemos visto, la política de desendeudamiento es, con matices, compartida tanto por el gobierno argentino como por el Fondo.

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