Mientras que la Organización Mundial de la Salud determina un estándar de un médico cada 500 habitantes, aquí la relación es de 1 a 300. Aun así faltan anestesistas, pediatras y hemoterapistas.
En Mendoza se da un fenómeno que se conoce como “plétora médica”, que en criollo no es más ni menos que “sobran médicos”. Mientras la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que debe haber un galeno cada 500 habitantes, en nuestra provincia la relación es de 1 a 300. Sin embargo, desde distintos sectores relacionados con la salud admiten la falta de especialistas. Cuestiones fundacionales del sistema, criterios económicos y sociales más una mala distribución del recurso humano son los ingredientes de este cóctel paradojal.
La formación de un especialista comienza cuando el médico general o generalista (según la universidad donde haya estudiado) comienza su etapa de posgrado a través de una formación universitaria o continua (ver cuadro aparte).
La formación continua depende en nuestra provincia del Ministerio de Salud, que llama anualmente a concurso los cargos para residentes o concurrentes para los egresados de las tres universidades locales que dictan la carrera de Medicina, más los que vienen de otras provincias.
Se estima que por año obtienen su título de médico unas 300 personas. Sin embargo, la oferta de formación continua nunca cubre esa cantidad. Este año, aun con 37% más de residencias ofrecidas, apenas se superaron los 200 cargos. Y es aquí donde aparece el primer ingrediente del cóctel.
“Existen centros formadores adecuados y de calidad, que dan como resultado un especialista bien formado. Pero ese sistema, que es predominantemente estatal, es insuficiente en cuanto a la cantidad de especialistas que forma. La situación es grave y preocupante, sobre todo a futuro”, analiza Ignacio Berríos, presidente del Círculo Médico de Mendoza.
La situación es bien conocida por el Ministerio de Salud. Ricardo Landete, subsecretario de Planificación y Control de esa cartera, afirma que “la propuesta de salud de la gestión de Jaque es aumentar la cantidad de residencias para tener más especialistas”, algo que ya se llevó a cabo este año y esperan replicar el que viene.
Según el sector que se consulte se obtiene distintas respuestas acerca de qué especialidades están faltando. Desde el Gobierno aseguran que hay déficits en médicos de familia, anestesiólogos, pediatras, neurocirujanos, neonatólogos y hemoterapistas. En tanto, para el Círculo Médico faltan otorrinolaringólogos, obstetras, traumatólogos y especialistas en terapia intensiva infantil, además de pediatras y cirujanos generales.
Razones económicas y sociales –segundo ingrediente del cóctel– se hacen presentes. “Cada uno de los nuevos egresados piensa en su futuro con relación a lo que les gusta pero también de las posibilidades materiales que esa especialidad le va a brindar”, reflexiona Landete. Un ejemplo clásico es el médico de familia, donde hay una buena oferta de residencias pero la demanda es baja. Es que este especialista se desempeña fundamentalmente en efectores públicos que ofrecen sueldos más bajos que los privados.
Es la misma postura que sostiene la Asociación Mendocina de Anestesistas: no faltan profesionales, sino que éstos no quieren trabajar para el Estado porque “no paga lo que corresponde”.
Del otro lado, las especialidades más elegidas son las que ofrecen mayor rédito económico como es, justamente, la anestesiología.
Por otra parte, “hay una muy mala distribución del recurso humano y esto no es sólo función del Estado. Nosotros podemos tener una política muy activa, como pagarle $15.000 a un médico para que vaya a trabajar, por ejemplo, a Ranquil Norte. Pero andá a buscar el médico que quiera ir ahí. Por esta crisis de valores que acarreamos desde los ’90, ciertos roles sociales se han perdido”, se lamenta el funcionario.
El tema de la mala praxis
La creciente judicialización de la medicina por casos de mala praxis también atenta contra la adecuada formación de los profesionales. Al menos así lo estiman desde el Círculo Médico de Mendoza (CMM).
Ignacio Berríos, presidente del CMM, asegura que estos juicios se producen “en muchos casos de manera absolutamente injusta por actos médicos que son normales pero que a veces no tienen resultados óptimos. Los médicos tienen que pagar seguros porque están permanentemente con ese temor, y terminan trabajando a la defensiva. Esto también afecta a la formación de los residentes, porque el médico docente no le quiere delegar tareas al médico en formación porque termina siendo el responsable del resultado final”.
Para Berríos se trata de un problema “grave”, aunque reconoce que es de carácter universal.
“Los sistemas empiezan a actuar para protegerse de la mala praxis: se hacen cosas exageradas como prolongar internaciones, se multiplican y repiten los exámenes complementarios. Incluso hay un cálculo científico conocido en el mundo médico que indica que para operar a un paciente de las amígdalas se pueden gastar unos 150 mil dólares para llegar a tener la seguridad de que se ha hecho todo y que no se puede hacer ningún tipo de objeción en cuanto a las prevenciones que se deben tomar”.
Berríos asegura, además, que “muchos de los recursos se destinan a cubrir casos de mala praxis, recursos que podrían volcarse en cosas importantes como la formación profesional”.
Últimos pasos para que las residencias se rijan por ley
Por primera vez la provincia de Mendoza cuenta con una ley específica que regula el funcionamiento del sistema de residencias. La normativa alcanza no sólo a los médicos sino también a otros profesionales de la salud como bioquímicos, farmacéuticos y nutricionistas.
La ley, que fue aprobada en junio último y por estos días se están dando las puntadas finales para su reglamentación y puesta en vigencia, cuenta con la conformidad de todos los sectores de la salud, puesto que tanto para la redacción del proyecto como para la reglamentación fueron convocadas las distintas asociaciones científicas, las universidades afines, la Federación Médica, el Círculo Médico de Mendoza y AMPROS, sindicato que nuclea a los profesionales de la salud.
Pero la participación de todos estos sectores no termina allí, ya que la normativa prevé la creación de una Comisión Permanente de Residencias que “va a tener la potestad de ir a ver qué pasa en las residencias, cómo se están llevando a cabo, qué se puede mejorar, es decir un contralor que hasta ahora no existía”, explica Susana Salomón, instructora de residentes del hospital Lagomaggiore, secretaria de Posgrado de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCuyo y miembro de la comisión por esa casa de estudios.
¿Y las concurrencias?
Las concurrencias –sistema similar al de las residencias pero que insume más años de estudio y no es rentado– no quedan bajo el amparo de esta ley. Salomón advirtió que “hay un grupo de profesionales que le ha presentado al ministerio (de Salud) un proyecto exclusivo para ellas, ya que actualmente se manejan a través de los comités de docencia de los hospitales”.
Sin embargo, Ricardo Landete, subsecretario de Planificación y Control de esa cartera, insistió en que el objetivo final es que las concurrencias desaparezcan como sistema en el mediano plazo “porque no queremos nada que no sea rentado”.
En este sentido, los que tienen los días contados son los autobecarios, una figura bajo la cual un médico se desempeña de manera gratuita e incluso a veces hasta pagando su propio seguro con tal de obtener una especialidad.
Hoy por hoy hay 10 médicos en esta situación que finalizan su especialización en 2010. Landete dijo que ese sistema “es una locura y en cuanto terminen los que están, no se va a incorporar a más”.
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