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Avanza la causa por el asesinato de “Paco” Urondo

Javier Urondo,  hijo del escritor y militante asesinado durante la dictadura, estuvo en Mendoza para “tomar posición” en la causa por la muerte de su padre. ATPA dialogó con él.

Por: Santiago Mampel

sanmampel@hotmail.com

Departamento de Política

Francisco “Paco” Urondo fue poeta, periodista, académico y militante. "No hubo abismos entre experiencia y poesía para Urondo” –dice Juan Gelman–. Como periodista colaboró en diversos medios del país y del extranjero, entre ellos, Primera Plana, Panorama, Crisis, La Opinión y Noticias. El 17 de junio de 1976 fue asesinado en una encerrona de fuerzas conjuntas de la policía y el ejército.

Participante en los ‘50 del Movimiento Poesía Buenos Aires y en los ‘60 de Zona de Poesía Americana, Paco Urondo tuvo una prolífica producción poética. Escribió cinco obras de teatro, una novela, dos libros de cuentos y ensayos referidos a la situación de la poesía. Es autor de “La Patria Fusilada”: reportaje a los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew de 1972, en la cárcel de Devoto, la noche anterior a ser liberados por el gobierno del presidente Héctor Cámpora, en 1973. En  1976 llegó a Mendoza junto a su esposa, Alicia Rabboy, y la pequeña hija de ambos, Ángela. Aquí es asesinado por la represión en una persecución. Ayer su hijo, Javier Urondo, llegó a Mendoza para presentarse en la causa como querellante con la intención de que avance de una vez por todas.

-¿Por qué Paco viene a Mendoza allá por el ‘76?

-Paco es convocado por la organización (Montoneros) un mes antes de su muerte. Las razones por la cuál fue trasladado no las conozco. Lo que sé es que la estructura de Mendoza había sido muy desbandada y a él lo mandan a intentar reorganizar algo que evidentemente no pudo.

-¿En qué circunstancias se da su desaparición?

-Lo de él no es una desaparición, muere en una persecución. Quien sí desaparece es su mujer, Alicia Rabboy, de quien no se tienen noticias hasta hoy. Ella figura en la causa e intentaremos ver si se puede saber algo para que el juez pueda dirimir responsabilidades sobre su caso. Mi viejo muere el 17 de junio del ‘76, cuatro meses después del golpe. Llega a una cita en la cual lo están esperando. Hay una persecución. Existe el relato de “la turca” (Renée Ahualli) una sobreviviente, que es muy preciso. Ella cuenta que se baja del auto secuestrado y ahí queda sólo mi viejo. No se sabe si es rematado de un tiro o de culatazos. Hay un montón de circunstancias que queremos aclarar, porque obviamente los partes de defunción no se podían cuestionar en ese entonces. Estuvo como NN hasta el año 83, en ese sentido sí era un desaparecido. Nosotros teníamos el cuerpo pero no podíamos poner su nombre porque estaba anotado como NN. Hasta el año 83 era un cuerpo existente pero sin identidad.

-¿Cuándo empieza el juicio?

-A la vuelta de la democracia me llama el abogado Alfredo Guevara (padre), e iniciamos el juicio al III Cuerpo del Ejército, a Luciano Benjamín Menéndez, comandante y responsable general en ese entonces. Ahora intentaremos enjuiciar también a los responsables directos. Vine a Mendoza a darle el poder al abogado Alfredo Guevara (h) y que pueda operar en la causa. No era necesario que venga personalmente, pero quería dar una señal importante, un acto simbólico, estar, tener acceso, tomar posición. No quería que el juez piense que el abogado quería apropiarse de una causa que políticamente puede tener peso. Tenemos una motivación familiar muy fuerte para que el abogado vuelva a retomar la causa. Yo no quería que el juez (Walter Bento) tenga ninguna duda y seguramente intentaré volver cuando haya alguna instancia importante. El expediente es muy extenso son más de mil fojas. Estuvo un tiempo parado, luego la causa fue a Córdoba porque acá se decretaba la incompatibilidad de los jueces y lo mismo. Era una táctica para frenar la cosa.

-¿Algunos de los ya detenidos por causas de la represión en Mendoza como es el caso de Luis Alberto Rodríguez Vázquez (ex comisario); Juan Oyarzárbal (comisario retirado); Tamer Yapur (primer interventor de Mendoza) y Orlando Dopazzo, están implicados en la causa?

-Creo que están todos implicados en esta y también en otras causas. Algunos vienen zafando y queremos que eso se termine. Suponemos que personas que no se animaron a hablar por miedo o los traumas luego de haber estado detenidas, van a hablar si la causa toma cierto envión. Es importante armar la historia. Para que la historia no sean anécdotas sino que la sumatoria de anécdotas construya la historia. Las anécdotas solas no sirven. Cada persona que hable es importante para una construcción más cercana a la realidad.

-¿Cuáles son sus expectativas ante este nuevo juicio?

-La expectativa es que esta gente pague por lo que debe. Yo con eso estaría más tranquilo y sereno. Me gustaría que las personas torturadas por estos tipos, no tengan que encontrarse con quienes tuvieron una actuación tan perversa, tan inhumana, transitando por la calle holgadamente, de un modo tan impune. Hay cosas que igual ya no se reponen más. Ni mi hermana ni yo vamos a recuperar a mi papá, ni a mi hermana mayor que también está desaparecida (Claudia Josefina de 23 años).

-¿La coyuntura nacional ayuda o es circunstancial?

-La verdad que si es un hecho circunstancial lo vamos a aprovechar. Si esto perdura, será mejor para que sea más profundo. Cada pedacito que tengamos de espacio para hacer algo, lo vamos a aprovechar.

-¿Cómo era la relación con su padre?

-Tenía una vida bastante cercana a mi viejo. Siempre fue muy activo, más allá de este último tramo de militancia. Fue Secretario de Cultura de la ciudad de Santa Fe, era poeta, autor de teatro, cine, canciones y trabajó en muchos medios periodísticos. Su último proyecto fue la revista “Información”, secuestrada en su totalidad y tenía fecha de salida el 24 de marzo del ‘76.  Muchas de sus obras de teatro fueron publicadas en Cuba en la “Casa de las Américas”. Incluso descubrí un vinilo en el que lee sus poemas, allí en Cuba. Tuvo una vida activa y social muy fuerte que acompañé hasta mis 19 años. Incluso acompañé su incorporación a la militancia. Era muy chico, pero trabajé en la revista “Descamisados” y en otros proyectos. En los años posteriores salí de ese circuito, trabajé en una fábrica, pero nunca me fui. Vivía con mi vieja, con movimientos muy restringidos en Buenos Aires.

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