Está dotada de 20.000 dólares; es para desarrollar un modelo numérico del corazón.
A esta altura de la tecnología, difícilmente a alguien se le ocurriría introducir una modificación en el diseño de un avión sin haber probado sus efectos en un simulador.
Si tiene éxito, la joven física argentina Paula Villar tal vez ayude a concretar un hito similar para la medicina: un simulador para probar terapias cardíacas.
Ganadora de una de las 15 Becas L´Oréal-Unesco Para Mujeres en la Ciencia, que este jueves se entregan en París, Paula viajará al Centro de Supercomputación de Barcelona a trabajar en el equipo de otro argentino, el doctor Mariano Vázquez, en el desarrollo de un modelo computacional del corazón que permitiría probar terapias y tomar decisiones clínicas.
Villar, que había ingresado con una beca doctoral en el Conicet y que aquí, en Buenos Aires, trabajaba en física subatómica y nunca se había asomado a la medicina ni a la anatomía, está entusiasmada con esta nueva posibilidad: "Estaba haciendo mi posdoctorado y mi director, Manuel Lombardo, sugirió que nos contactáramos con Mariano para aplicar métodos numéricos de programación -cuenta-. Así surgió esta posibilidad, y ya viajé dos meses a Barcelona para interiorizarme del trabajo.
La verdad es que nunca pensé que me iba a ocupar del organismo humano, pero cuando me puse al tanto de la investigación, me encantó.
Es muy ambiciosa."
Casi todo en este proyecto tiene ribetes fantásticos. Empezando por la supercomputadora con la que trabajan, que responde al sugerente nombre de Mare Nostrum y está albergada... ¡en una iglesia!
"Es increíble -exclama Vázquez, que hace quince años viajó a España a hacer su doctorado y hace tres se incorporó al centro científico catalán-. Hasta no hace mucho era la quinta entre las computadoras más potentes del mundo y la primera de Europa. Tiene diez mil procesadores. Y como no había lugar donde ponerla, se decidió ubicarla en una iglesia que había pertenecido a un personaje muy pío de la zona, que había construido una iglesia propia. Es muy escenográfico, la computadora ahí adentro parece «el dios de silicio»."
Vázquez, especialista en mecánica computacional, también físico y también egresado de la UBA, dirige el grupo en el que trabajará Paula. Su equipo colabora con otros que tienen problemas para los cuales necesitan simulación y modelos computacionales en áreas como la aeronáutica, la industria petrolera o la navegación a vela, por citar sólo algunos.
"Dentro de nuestro departamento, en la Universidad Politécnica de Cataluña, tenemos un área a la que le damos mucha importancia -cuenta Vázquez-: la biofísica, en la que tenemos tres proyectos grandes de biomecánica. Uno se propone desarrollar un modelo numérico de las arterias del cerebro; otro, hacer lo mismo para las vías respiratorias; y el tercero, para el corazón. Todos los desarrollamos en colaboración con médicos y especialistas en imágenes médicas."
Según explica Vázquez, la comunicación entre profesionales de tres áreas tan distintas es complicada pero posible, si confluyen personalidades capaces de tender puentes y con espíritu científico.
Ocurre que trazar modelos numérico del organismo no es tarea sencilla. "El cuerpo humano es muy, muy complejo -aclara Vázquez-. Hoy por hoy, tener un «hombre computacional» es imposible.
Si en un avión, por ejemplo, se puede medir la presión, uno no puede ir con una sonda y medir la velocidad de la sangre en un punto. Todo lo que hay hasta ahora es muy malo. Entonces, una manera de intentar enfrentarlo es «divide y vencerás»; es decir, ir desarrollándo modelos para cada sistema por separado, aunque también hay que tener en cuenta que todo interactúa. En el caso del corazón, es un sistema eléctrico y mecánico por el que circula un fluido, que es la sangre. Pero, además, hay una cantidad de problemas adosados, cómo medir, cómo obtener imágenes, cómo validar los desarrollos."
Los científicos esperan que en un futuro no muy lejano estos modelos puedan ofrecerles a los médicos un nuevo elemento de juicio para tomar decisiones terapéuticas. "Del mismo modo en que, ahora, si alguien tiene un problema en una rodilla haciendo deporte, le toman una resonancia magnética y el traumatólogo decide sobre la base de esas imágenes -imagina Vázquez-, en un futuro esas mediciones irán a una computadora que va a extraer las geometrías, va a hacer simulaciones con diferentes condiciones, y el médico contará con toda esa información para decidir qué tratamiento aplicar."
Villar, mientras tanto, prepara las valijas. Si todo sigue como está previsto, la beca L´Oréal-Unesco le ofrece la posibilidad de un segundo año de trabajo en Barcelona.