El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, enfrenta una crisis producto de denuncias de corrupción. La misma se desató tras la denuncia del diputado Roberto Jefferson, un aliado del presidente, acerca de que el Partido de los Trabajadores (PT) del mandatario habría pagado mensualidades a legisladores a cambio de apoyo y de dirigir un sistema de corrupción en los Correos brasileños, indicó la Agencia Reuters.
El dinero habría sido distribuido, entre los beneficiarios del soborno, por el líder del partido oficialista en la Cámara de Diputados, diputado José Janene, y por el publicitario Marcos Valerio Fernandez de Souza, vinculado a una agencia de publicidad que trabaja para el gobierno.
El diputado dice no tener pruebas, pero este tema era cotidiano en las conversaciones. De todas maneras él debe prestar las declaraciones correspondientes, según lo informó el universal.com
Como una de las primeras medidas, el presidente de Brasil tomó partido en el asunto proponiendo una nueva constitución ministerial y, desde luego, investigar cuidadosamente la situación.
Es importante saber que la democracia se consolida y garantiza cuando se refuerzan constantemente los sistemas de transparencias y responsabilidades, principalmente en el sector público, según el argentino integrante del FDIPS, Luis Alberto Galvasi. Por eso si el estado de Brasil no lo garantiza, y si no existen normas y mecanismos que puedan exigir tanto a las autoridades políticas como técnicas, una rendición total y clara de las cuentas públicas, no cabe duda que se caerá en la corrupción, la soberbia y la impunidad de los funcionarios de turno, con un atenuante: la falta de seguridad jurídica.
No existe progreso ni desarrollo en un país que no sea transparente. La corrupción desatada en Brasil es una traba para su progreso y erosiona las enormes expectativas populares puestas en una construcción política de claro tono progresista como la del PT.
Fabiola Berón
fabiolaberon@yahoo.com.ar
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