Con esta frase, Elizabeth Roig, hija del filósofo mendocino Arturo Andrés Roig, recordó a su padre en un acto en el que la UNCUYO inauguró la biblioteca personal del ilustre pensador, un espacio destinado a su archivo y fondo bibliográfico.
El archivo y fondo bibliográfico del filósofo mendocino se trasladó íntegramente desde su casa en Ciudad a la Biblioteca Central. La colección personal con miles de ejemplares se inaugurará el martes 24 de noviembre a 11.