Entonces, lo que hay que plantearse es una estrategia de desarrollo desde las aulas, que responda también a la inserción de los jóvenes en la sociedad que toma decisiones muy cambiantes, y es una inserción que debe ir de la mano de una gran capacitación para que puedan afrontar con solvencia su futuro.
La educación que necesitamos tiene que servirle a los jóvenes y a la gente para mejorar su calidad de vida. Es decir, una enseñanza, una educación exigente y con sentido.
Y el tercer aspecto está vinculado con la gestión del Gobierno educativo de la provincia, si es buena, si es mala, si es solvente o no lo es. Aquí hay muchas dudas, muchas críticas. En los dos primeros trimestres del año del ciclo escolar, desde marzo a septiembre, el fracaso escolar osciló en el 35% cuando históricamente nunca pasó del 25%.