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Chagas: investigadores avanzan en estudios claves de la infección parasitaria

Un equipo de la UNCUYO y del CONICET logró describir cómo funciona el proceso por el cual el parásito se diferencia de la forma no infectiva “epimastigote” a la forma “tripomastigote metacíclico infectiva”. Es un paso hacia la identificación de blancos terapéuticos que permitan el diseño futuro de fármacos que eviten que la infección se propague a los órganos blanco como corazón y que se genere la enfermedad.

imagen Chagas: investigadores avanzan en estudios claves de la infección parasitaria

De izquierda a derecha: los investigadores Santiago Martínez, Patricia Romano y Antonella Losinno.

Investigadores del Instituto de Histología y Embriología de Mendoza (IHEM) obtuvieron un importante avance en el estudio de la biología de Trypanosoma cruzi, agente causal de la enfermedad de Chagas. Demostraron que la autofagia controla la actividad de cruzipaína y, por su intermedio, es capaz de controlar la diferenciación y la infección, siendo este último proceso el más importante desde el punto de vista médico.

Puertas adentro del Laboratorio de Biología de Trypanosoma cruzi y la célula hospedadora del IHEM (UNCUYO-CONICET), el equipo -que lidera la investigadora Patricia Romano- dio un paso adelante en la identificación de blancos terapéuticos que permitan el diseño futuro de fármacos que eviten que la infección se propague a los órganos blanco como corazón y que se genere la enfermedad.

“En este trabajo analizamos los procesos que regulan la diferenciación, de la forma epimastigote que se encuentra en la vinchuca a la forma tripomastigote metacíclico, que es la forma que infecta a los seres humanos, y también aquellos que se producen durante la infección parasitaria”, explicó Romano. Y agregó: “Encontramos que la vía autofágica de T. cruzi, un proceso de degradación de los componentes intracelulares, se induce durante la diferenciación permitiendo la activación de cruzipaína, un factor de virulencia de este parásito que le permite infectar las células”.

Para la investigadora, la capacidad de la autofagia para regular la actividad de cruzipaína y la infección es uno de los aspectos más interesantes del trabajo porque permite, por medio del uso de activadores o inhibidores de la autofagia, la reducción parcial o total de la infección.

La enfermedad de Chagas es una patología endémica en 21 países de América Latina –incluida Argentina-, y muy extendida por la migración en otros países no endémicos, que mata 12.000 personas por año. Hasta el momento, según la científica, se desconocía con exactitud qué procesos parasitarios son los requeridos para el transporte y activación de cruzipaína al momento de la diferenciación parasitaria e infección.

“Este descubrimiento es importante porque muestra a la autofagia como un nuevo blanco de drogas contra T. cruzi que nos permitirá, mediante el uso de compuestos moduladores de la misma, regular la actividad de cruzipaína y de esta manera controlar el proceso de diferenciación de T. cruzi; y también, y más importante aún, el proceso de infección con el que se genera la enfermedad” aseguró Romano, quien es también docente de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNCUYO.  

El estudio fue publicado en la revista “Autophagy”. Luego de este avance, lo próximo será indagar más profundamente la autofagia del parásito y su efecto sobre la cruzipaína durante la infección, tanto en el momento en que el parásito ingresa a la célula como durante su reproducción intracelular, analizando el efecto de diferentes compuestos que podrían ser propuestos como terapias para la enfermedad de Chagas en el futuro.

Para llevar adelante la investigación recibieron financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Agencia I+D+i), de la Secretaría de Investigación, Internacionales y Posgrado (SIIP) de la UNCUYO y del CONICET. Además lograron subsidios del Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes del Gobierno de Mendoza, a través del programa de incentivos “Investigadores Mendocinos”.   

En este trabajo participaron, bajo la dirección de Patricia Romano, la doctora Antonella Losinno y el licenciado Santiago Martínez, becarios del CONICET; y los doctores Carolina Carrillo, del Instituto César-Milstein-CONICET, y Carlos Labriola del Instituto Leloir-CONICET, quienes colaboran desde hace tiempo. En la actualidad integran el equipo dos investigadores formados, los doctores Cristina Vanrell y Juan Cueto; la doctora Nebaí Salassa, becaria posdoctoral del CONICET; y dos estudiantes de doctorado, la médica Cynthia Rivero (con beca de posgrado de la SIIP) y el licenciado Santiago Martínez (con beca del CONICET). Además, se desempeñan como docentes de Ciencias Médicas de la UNCUYO.

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