Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Cine nuevo:repensando Argentina

            Entregamos la segunda parte de esta revisión por la historia de nuestro cine y nuestro país.   Por GASTÓN RÍOS

Argentina, país generoso en inestabilidades

La historia de la decadencia social, cultural y política de la Argentina no solo se remite a una década atrás. Los poco felices acontecimientos que sumieron al país en una larga crisis que dura hasta nuestros días se podrían rastrear hasta la época de la colonia. Los vaivenes de la política, mezclados con intereses internacionales  y mezquinas manipulaciones de la élite económica nacional, además de una paupérrima cultura ética de la dirigencia política, cualquiera fuese su color político o tendencia ideológica, llevaron a la Argentina a vivir momentos realmente difíciles a lo largo de su historia. Algunos de ellos estuvieron estrechamente relacionados con los gobiernos militares que pretendieron restaurar y ordenar la Nación.

 

A finales de la década del ’50 y principios del 60’ hubo un grupo de directores que pretendieron desprenderse de los convencionalismos que dictó por siempre la industria. En ese momento, como hoy, el país era asolado por una “nueva” crisis económica. En 1958, durante el gobierno de Frondizi, se inicia una política de relativo estímulo a la producción independiente desde lo que se llamaba en esa época INC, Instituto Nacional del Cine. Fernando Ayala y algunos de sus films como “El Jefe” o “El Candidato”; Leopoldo Torres Nilson en un film emblemático de la época como “Fin de Fiesta”; y un gigante intuitivo como Leonardo Favio con “Crónica de un niño solo” y “El romance del Aniceto y la Francisca”, marcaron a fuerza de talento y nuevas perspectivas un pequeño período del Cine Argentino.   

 

Lamentablemente, en 1962 el oscurantismo de los señores del nuevo poder instaura la censura y su clausura en el país. Solo se puede ver cierto número de esperpentos que elogian el valor del soldado o ensalzan sin más a las fuerzas armadas. A partir de 1966 y con el General Onganía en el poder, se vive un obsesivo retorno a las raíces nacionales y la recuperación del folclore en su máxima expresión. La mayoría de los realizadores relativamente nuevos, sin otra alternativa, se pliegan al cine publicitario.

 

En los ’70, paralelamente al proceso de realización del cine comercial, se rueda la legendaria “La hora de los hornos”. A partir de esta obra sin precedentes en el país nace el grupo “Cine Liberación”. Integrado por Solanas, Vallejo y Getino, este grupo produce una revolución intelectual y estética en el cine de las Pampas: Compromiso temático social y político; abandona viejos cánones de filmación, dice no a la industria del entretenimiento y sí a la denuncia de una crisis profunda en la Nación Argentina. Los films son testimonio y militancia, y por ello son  perseguidos. Se suceden  repetidos secuestros de copias por parte del gobierno militar.  La represión llega al punto del asesinato de Julio Troxler, que participó en el film “Los hijos de Fierro”, de 1975.

 

En 1976, hubo un nuevo golpe militar, que instauró en el poder al presidente Jorge Rafael Videla. Se abre una de las etapas más trágicas del país: secuestros y matanzas sin precedentes, desnacionalización de la economía y pauperización de los sectores medios y populares; congelamiento del proyecto de una nueva Ley de Cine, censura y reducción de subsidios para la actividad cinematográfica. Así, la industria del cine queda prácticamente reducida al cine publicitario.

 

Con este panorama, para 1978, los films producidos son netamente comerciales, carentes de todo valor cultural y simbólico. El altísimo valor de las entradas de cine  mueve a los sectores populares a sólo refugiarse en la TV controlada por inteligencia de las Fuerzas Armadas. Se suceden los datos oscuros: negación de derechos; productores, realizadores y actores amenazados o “desaparecidos”. Los exilios se encuentran a la orden del día. Se confeccionan las famosas “listas negras”, donde se encuentran quienes no concuerdan con el régimen.

 

Y en 1982:, la producción cinematográfica de Argentina llega a los niveles más bajos de la historia: sólo 17 films en el año.

 

La democracia vuelve

En 1983 se concreta un largo anhelo de muchos: la vuelta a la democracia después de siete años consecutivos de régimen militar. La elección del pueblo recae sobre Raúl Ricardo Alfonsín, quien después de un apoteósico inicio y un tambaleante primer período, en 1989 entrega la presidencia en elecciones adelantadas a Carlos Saúl Menem.  Se instala una lamentable sucesión de maniobras políticas inspiradas en la falta de equidad y la corrupción, que se  incrementa progresivamente durante los diez años de gobierno “menemista”.

 

Durante la presidencia de Menem se acentúan notablemente algunos de los vicios que ya habían operado durante la era de las juntas militares: corrupción, inequidad total a la hora de redistribuir el ingreso, impulso de políticas neoliberales, digresión de valores, privilegios para pocos y una evidente tendencia de la sociedad a anteponer el propósito de tener sobre el de ser.

 

Se dieron varios casos de administración fraudulenta o incorrecta, por los cuales funcionarios, sus allegados y familiares, utilizaron su posición en la estructura estatal para su beneficio privado.

 

Este período de la historia argentina dejó una huella imborrable en la economía, el trabajo y la forma de relacionarse de los argentinos. Son estas luces y sombras las que obran principalmente sobre el contenido del Nuevo Cine argentino.  

 

La presidencia de Menem comenzó en el año 1989, cuando Alfonsín renunció bajo las influencias de la hiperinflación y el asalto a los supermercados por problemas económicos. El mandato del Presidente Carlos Menem se caracterizó por la privatización irregular de las empresas prestadoras de los servicios públicos del Estado, como el agua, el gas, el teléfono y el transporte. En este período hubo una fuerte influencia cuestionadora en el material plasmado en los medios. Pero Menem, al mismo tiempo, es el primer Presidente Argentino que opera fuertemente sobre el “cuarto poder” para su beneficio. La justicia pasa a ser un mero juego de connivencias, conveniencias y acuerdos entre los jueces y el poder. Durante el “Menemato”, como supieron llamarlo algunos de sus más fervientes detractores, se cambia la moneda Austral por el Peso y se logra la paridad del peso con el dólar.

 

Los sucesivos ajustes en los planes de Salud y Educación generaron recortes, con lo que los presupuestos llegaron a sus más bajos niveles históricos. Una característica fundamental de esta presidencia fue el crecimiento de la deuda externa, que se vio acrecentada por los déficits constantes en la Administración Pública. Esto dio lugar al constante pedido de créditos al exterior. “La deuda” sube un 200% respecto de la deuda externa dejada por Alfonsín. Una de las primeras acciones llevadas a cabo por el presidente Menem en su primer mandato fue el perdón a los militares detenidos durante el juicio llevado a cabo en la presidencia de Alfonsín.

 

Casos de renombre internacional fueron expuestos durante y después del “Menemato”: Venta de armas a Croacia, caso IBM- Banco Nación y el atentado a la A.M.I.A: durante la investigación de este hecho se descubrió una red de corrupción en la Policía Federal Argentina (PFA); entre otros.

 

En el cine ocurren algunos films olvidables e innecesarios, mientras que sólo puede destacar en la primera mitad de los noventa “La ley de la fontera” de Aristarain.

 

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales no escapa al asedio de la irregularidad y la corrupción.

 

 

Contenido relacionado