Esta es una muestra de los primeros logros de una experiencia piloto que se realiza con mucho esfuerzo, sobre todo científico y comunitario. Se inició cuando desde el Programa de Prevención del Infarto en la Argentina (PROPIA), de la Universidad de La Plata (UNLP), se decidió tomar el modelo finlandés de Karelia del Norte y aplicarlo en el país, precisamente en Balcarce.
El Proyecto Karelia es un programa de demostración, creado en la Universidad de Kuopio y dirigido por el doctor Pekka Puska, que tuvo el objetivo de reducir la altísima mortalidad cardiovascular en esta ciudad del este de Finlandia. Se extendió desde 1972 hasta 1992 —hoy se aplica a nivel nacional e internacional— y sus resultados fueron espectaculares.
"En ese período, la mortalidad cardiovascular disminuyó alrededor del 65% y la de cáncer, un 40%. Reducidas ampliamente las dos, la muerte por todas las causas bajó cerca de un 40%, provocando una mayor expectativa de vida", resumió el doctor finlandés Noel Barengo, médico e investigador de Kuopio, de visita en el país.
Previa firma de un acuerdo, las universidades de Kuopio, de La Plata y la Adventista del Plata (Entre Ríos), son hoy el triángulo académico del llamado Proyecto de Demostración Nacional Balcarce (DEMOBAL), que se inició in situ en 2000. ¿Por qué Balcarce? Por la preocupación de la gente por la frecuencia con que se producían algunos "eventos cardiovasculares" (infartos y muertes súbitas) y porque PROPIA tiene aquí una buena base.
Al DEMOBAL lo dirigen tres mujeres: Perla Pilone, médica cardióloga, Susana Patalagoyti, asistente social y Mary Bruno, socióloga. Pegada al grupo trabaja la nutricionista Lisandra Viglione. Ellas son las constructoras —pacientes y ad honorem— de una red que nuclea a unas 60 organizaciones no gubernamentales y gubernamentales, y las responsables de que todo Balcarce participe del proyecto.
La idea del programa es reducir los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles (primariamente las cardiovasculares) y promover la salud, bajo la inspiración de la filosofía finlandesa. Barengo la resumió: la salud no es un problema sólo de los médicos sino que hay que actuar interdisciplinariamente; la comunidad y sus líderes son los dueños del proyecto y las estrategias para corregir conductas no saludables deben ser positivas e innovadoras. Como ejemplo, el concurso internacional "Abandone y gane", orientado a dejar de fumar jugando, es fruto del Proyecto Karelia.
La primera gran movida del programa en Balcarce fue la realización de una encuesta para conocer las conductas de la comunidad y la evaluación de algunos parámetros clínicos (colesterol, masa corporal, tensión arterial), lo que llamaron el "Antes" (ver "Radiografía"). Sobre los 41.544 habitantes se calculó un universo representativo de 2.177 encuestados. "El Antes nos dio, en términos generales, una población en riesgo", explica el doctor Julio Tavella, director de PROPIA.
Había que promover la vida sana o, lo que es lo mismo, provocar un gran cambio cultural. El "qué hay que hacer" lo sabe todo el mundo, recuerdan que decía Puska: dejar el cigarrillo, comer sano, hacer ejercicios, bajar de peso. "La clave del proyecto —agregaba— es cómo lograrlo y cómo sostenerlo en el tiempo". En ese proceso están embarcados en Balcarce, con un trabajo intenso en el área educativa.
El impacto será medible en el largo plazo. Sin embargo, un paneo de los pasos dados es una experiencia gratificante. Una de las claves del programa es el armado de una trama comunitaria, apoyada en el trabajo voluntario y aprovechando cada estructura preexistente —desde la de los jubilados hasta la de los rotarios—, por chica o débil que sea. "Cuando no hay un peso, no hay otra alternativa", dice Perla Pilone. Y que no haya un peso —reconocen las directoras del DEMOBAL— complica mucho los planes pero también aleja toda sospecha de quien se acerca a dar una mano.
Otra clave es la multiplicación. El proyecto "chicos multiplicadores" —que reúne a siete escuelas EGB, dos especiales y un centro educativo— consiste en formar en criterios de salud a 118 chicos que influirán sobre otros 900. Hoy, en la escuela 45, un grupito trabaja en el armado de un menú saludable "¿Es lo mismo alimentarse que nutrirse?", "¿qué presencia tienen que tener los hidratos?" "¿y los minerales?" Las maestras disparan y el debate se caldea, aunque la opción no es Boca o River sino hamburguesas o tarta de verduras y, además, tienen que fundamentarlo. Ellos irán después a la tele (el DEMOBAL tiene espacios gratuitos en la TV de cable y de aire) para dirigirse a un público más amplio.
Otro es el trabajo en las escuelas de educación especial. Desde hace dos años, en la 502 —lo mismo pasa en la 501— se incorporó la elaboración y venta de comida saludable como salida laboral para sus alumnas.
En la cocina ya están listos los paquetes para ser repartidos: empanadas, pasta frola, tartas y prepizzas. "Las hacemos —explican— sin manteca ni yemas, con la cebolla blanqueada en vez de frita..." Por encima de sus límites, ellas fueron maestras eficaces en el arte de cocinar sano cuando le dieron clase a los chicos de la escuela 8 que necesitaban urgente ganarse unos pesos para ayudar a la familia.
¿Qué más? En el Instituto Superior de Formación Docente Nº 32, los maestros se capacitan en la promoción de la salud. En los centros de jubilados se promueve la actividad física y se dan cursos de cocina sana. El DEMOBAL colabora con la Secretaría de Desarrollo Social del municipio en el armado de las canastas de alimentos que llegarán a 1.100 familias pobres. Capacitó, además, a los cocineros de la Cocina Centralizada de la Dirección General de Escuelas que da de comer a 1.800 chicos. Y tiene un acuerdo con el INTA vinculado a su proyecto nacional Prohuerta: ellos le enseñan a la gente a armar huertas orgánicas y los nutricionistas del DEMOBAL, a conservar y preparar las verduras.
Entre los proyectos futuros, ya están trabajando con la Dirección de Turismo para promover a Balcarce como una comunidad sana, con circuitos para caminatas y restaurantes con menúes alternativos. Tienen con qué empezar: en 2002, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) eligió a Balcarce —entre 146 municipios— como el tercero más saludable de América latina.