Los investigadores, del Laboratorio de Biología Celular y Molecular de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) ubicaron el gen “anti sequía” en una planta de Arabidopsis, una variedad utilizada universalmente para la experimentación mediante técnicas de transformación de plantas.
“Las plantas de Arabidopsis pasaron a tener un gen que no les es propio, un transgen, y de esta forma se convirtieron en plantas diferentes a las que comúnmente se conocen (denominadas salvajes)” explicó Raquel Chan codirectora del proyecto junto a Daniel González, ambos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).
Ambos profesores, que tienen a cargo de la Cátedra de Biología Celular y Molecular de la FBCB, explicaron que “sometimos estas plantas a extremísimas condiciones de sequía, tan o más graves que las que pueden detectarse en el medio, y observamos que funcionaba muy bien: no sólo soportaron el fuerte estrés sino que produjeron una cantidad de semillas similar, y en algunos casos superior, a la que produce una planta salvaje en condiciones normales de crecimiento”.
En síntesis: el descubrimiento reveló que las plantas transgénicas toleran la sequía y no disminuyen su nivel de producción, una combinación que promete muy buenas perspectivas para la actividad agropecuaria. El próximo eslabón de este singular trabajo pasa por el patentamiento, una operación que cuesta entre 12.000 y 15.000 dólares. Como se trata de una cifra difícil de reunir para este grupo de investigadores, la UNL indicó que se aceptó una propuesta de la empresa Bioceres, que financiará los costos de la patente.
“Arabidopsis constituye un modelo excelente para hacer ensayos, pero no tiene interés agronómico”, indicó Chan. Es por eso que, en el marco del convenio –firmado entre la empresa, la UNL y el Conicet-, Bioceres financiará en el futuro cercano ensayos en soja, maíz y probablemente en trigo. En tanto, el acuerdo establece que los beneficios futuros de la patente serán compartidos por las instituciones públicas y el socio privado.
“Si la planta es capaz de tolerar un período de sequía prolongado, puede recuperarse ante una lluvia y mantener su nivel de producción”, indicó Chan. Los investigadores anunciaron que seguirán trabajando en el proyecto y extenderán las prácticas a otras especies como soja, maíz y trigo. Pero lo harán en conjunto con otros grupos, como la Estación Experimental Castelar del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). “El sistema base que logramos es mejorable. En este momento estamos cambiando estos promotores, para determinar de qué manera puede lograrse mayor productividad y tolerancia a la sequía, para poder ensayar esa construcción final en una planta de uso agronómico”, explicó Chan.
La idea es experimentar con plantas para cultivo hasta obtener la “fórmula perfecta”, que según indican los investigadores, pueden pasar “al menos tres años”. Es decir que ese es el lapso para que las plantas estén listas para ingresar el mercado, un espacio que deberá incluir la gestión de los permisos correspondientes para el estudio de transgénicos por parte de los organismos que se ocupan de estos temas. “Para la empresa es una inversión a largo plazo; para nosotros, la posibilidad de seguir Investigando en el país”, concluyó Chan.
Fuentes: Universidad Nacional del Litoral: www.unl.edu.ar
Universia: www.universia.com.ar