Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Clarín: Científicos argentinos crearon un "simulador de inundaciones"

Es un software que permite saber por dónde irá el agua en una lluvia copiosa. Servirá para prever desbordes de ríos o arroyos. El modelo sirve tanto para la llanura como para la ciudad.

30 de julio de 2004, 12:23.

A veces, ni siquiera los meteorólogos pueden pronosticar con exactitud si va a llover, o cuánto. Pero ahora, al menos es posible saber por dónde va a ir el agua según la cantidad que caiga, dónde se va a estancar y cuándo va a desaparecer.

Lo determina una especie de simulador de inundaciones llamado "Aqua". Se trata de un software desarrollado por dos centros de investigación de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires: el Instituto de Hidrología de Llanuras y el Pladema, especializado en sistemas informáticos.

El mayor problema para desarrollar un modelo de este tipo fue siempre la escasa información sobre desniveles que existe en la Argentina. Los mapas del Instituto Geográfico Militar tienen hasta medio siglo y no incluyen las obras y construcciones realizadas en las últimas décadas. Además, no registran relieves menores a 5 metros; a lo sumo 2,5 metros, pero sólo en ciertas zonas.

En el simulador de inundaciones, ese problema está resuelto a través de imágenes satelitales de radar, obtenidas a partir de un convenio con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Esta tecnología permite elaborar modelos digitales de terreno que, penetran a través de la vegetación y muestran sólo la superficie. Captan cuadrículas de 80 metros x 80 metros, con precisión de decímetros.

Elaborar ese modelo lleva un proceso de validación, ya que las imágenes se comparan con el trabajo en el terreno mismo y se complementan con mediciones GPS. El paso siguiente consiste en armar una base para cargar al "Aqua" la información hidrológica, a partir de los datos recogidos en diversos puntos de medición.

No basta con saber que en esa zona la lluvia fue de equis milímetros, sino también cuánta agua cayó en cada hora, ya que eso incidirá en la capacidad de absorción del suelo: no es lo mismo 80 milímetros en dos horas, que en dos días. Hay que conocer también el tipo de suelo, para calcular en qué medida podrá retener el agua.

En tercer lugar hay que determinar el grado de humedad que tenía ese suelo antes de que empezara a llover, ya que podría estar saturado por lluvias anteriores. Y por último, es necesario incluir la pendiente del terreno.

¿Cómo ingresar la información de las construcciones? El terraplén de una ruta, por ejemplo, aparece como relieve en el mapa. Como el asfalto no absorbe el agua, se tacha esa franja, explica el doctor Eduardo Usunoff, director del Instituto de Hidrología de Llanuras, con sede en Azul; pero si tiene alcantarillas se las incorpora, junto con el caudal de paso del agua. Si están todos los ingredientes de la receta y sus cantidades bien medidas, "en una hora y media puedo saber lo que va a pasar 130 horas después de una lluvia, a 100 kilómetros del lugar donde llovió", destaca el doctor Luis Vives, subdirector del Instituto. De todos modos, Usunoff advierte que "el sistema tiene un margen de error e incertidumbre".

El resultado es un mapa topográfico animado que revela cómo y hasta dónde desbordan los ríos, arroyos o canales, qué zonas van inundándose y cuáles quedan encharcadas. La secuencia final muestra cómo va desapareciendo el agua. El software detalla, además, el volumen del agua acumulada sobre el terreno y el tiempo que tardará en escurrir.

Se puede definirlo como gestión inteligente de inundaciones. Con ese criterio la Municipalidad de Azul encargó a los científicos un sistema de prevención que permita diseñar una red de alerta temprana (ver Desarrollos...), ya que "Aqua" es aplicable tanto a zonas rurales como urbanas. El "servicio" incluye el entrenamiento de los técnicos.

Uno de los próximos pasos, señala Vives, será integrar el proceso de evaporación del agua por el sol, el calor y el aire en movimiento. Y como se trata de un modelo "abierto", aclara que es factible adaptarlo a cuencas de ríos de montaña, cuya base de datos debería tener en cuenta la nieve acumulada en la naciente y la evolución del deshielo.

Pero los científicos prefieren hablar de manejo de recursos hídricos. Y en ese sentido, sus empleos son incontables. "Un productor, en vez de tener 5 centímetros de agua en todo su campo, con pequeñas obras viales podrá mantener secas las mejores áreas, y anegadas sólo las que ha elegido sacrificar", co menta Usunoff. El utilizarlo en el peor escenario posible ayudará, por ejemplo, a definir buena parte de un plan de obras y a no malgastar el erario público.

"Me ha sorprendido no tener una convocatoria de los organismos encargados de la gestión de los recursos hídricos", se lamenta Usunoff. Con la esperanza de revertirlo, ofrece las direcciones en Internet: www.ihlla.com.ar y www.phi-g.org.

Contenido relacionado