\"Las pruebas que me entregaron ayer coinciden con el mismo patrón genético del surgido en 28 casos de los 46 que están registrados\", informó Ugarte a Clarín. El análisis de las muestras se hizo en el Ceprocor, un centro estatal especializado en análisis genéticos.
La confirmación generó cierto malestar entre los investigadores, porque coincidieron en que esto no deja de ser un desafío: a pesar de los controles policiales y la amplia difusión de su identikit el violador atacó de nuevo.
Eso, sin contar la polémica medida tomada por el gobierno provincial, de que más de 5.500 policías se hagan el análisis de ADN. Esto es porque más de una de las víctimas aseguró que, por su lenguaje y su forma imperativa de actuar, el violador podría pertenecer a una fuerza de seguridad.
La última de las víctimas del \"serial\", como lo denomina la gente en Córdoba, fue violada el domingo 5, alrededor de la 1.15, en la calle Carcamolina, a menos de 100 metros de la avenida Valparaíso, en el barrio Iponá. Esa es la cuarta mujer que viola en ese barrio.
Fuentes de la investigación dijeron que, como informó Clarín en su edición del martes 7, hubo elementos y detalles que hacían presumir que el ataque era del violador serial. En especial por la forma en que ocurrió la agresión.
Como en muchos de los casos, la chica es estudiante universitaria. Tiene 24 años. Fue sorprendida desde atrás. La amenazó a punta de pistola para que no viera su cara, y la llevó al fondo de un baldío que estaba a metros del lugar en donde la interceptó.
Pero un detalle resultó nuevo para los investigadores: esta vez, para acercarse a su víctima el hombre usó un \"viejo auto celeste o verde claro\". Esa fue la nota diferente, ya que en todos los ataques anteriores siempre andaba de a pie y se iba del lugar de la violación caminando \"tranquilamente\".
El barrio Iponá está muy cerca de la Ciudad Universitaria donde funcionan las dependencias de la Universidad Nacional de Córdoba y de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
También trascendió que, tras su ataque, el violador le habría dicho a la joven: \"Ya podés irte\". Entonces, él caminó unos metros, subió al auto y se alejó.
De esta manera el violador serial sigue desafiando el dispositivo de seguridad que, en torno al caso, montó parte de la Policía de Córdoba. Además hay un fiscal exclusivamente dedicado a trabajar en el tema.
El hombre atacó por primera vez el 4 de noviembre de 2002, la fecha en que quedó registrada la primera denuncia. A pesar de eso, hay sospechas de que podría haber comenzado en 1998.
Ayer, Ugarte se encargó de repetir los datos físicos del violador serial: \"cutis trigueño, rasgos norteños, nariz chata, cabello negro, sin barba ni bigotes, contextura física fuerte, manos morrudas y mide alrededor de 1,68 metros\".
Lo que no dijo, es lo que aseguraron algunas víctimas y señalaron los investigadores policiales: el hombre siempre va muy limpio, no tiene olor a alcohol, no parece drogado y tiene la zona de los genitales depilada.
El lenguaje que utiliza, según lo que declararon algunas de sus víctimas, \"es vulgar y con acento cordobés\".
La última de las víctimas, tiene características muy parecidas al resto. Es estudiante universitaria, delgada y mide menos de 1,65 metro. Además tiene 24 años. Las edades de todas las otras mujeres están entre 17 y 26 años.