Sin embargo, esa época parece llegar hasta nuestros días, cuando hace sólo unas semanas Lawrence Summers, presidente de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, planteó que \"una de las causas de la falta de progreso de las mujeres en las ciencias y en particular en las matemáticas podría deberse a las diferencias innatas entre los sexos\"
Podríamos abundar en citas similares más antiguas o tan actuales como la mencionada.
A partir de estos comentarios, podríamos preguntarnos si en el último siglo las mujeres, a partir de su propio ejemplo, han logrado instalar nuevos valores femeninos en la práctica de la ciencia. Creo que la respuesta es no, con algunas excepciones posibles.
En general, las mujeres nos encontramos en nuestra actividad laboral bajo la presión de cumplir con los estereotipos tradicionales femeninos, además de tener que legitimar día a día nuestro trabajo científico.
Las mujeres están superando numéricamente a los hombres en la escuela, en la universidad e inclusive en el sector científico y técnico en muchos países, como también en el nuestro. Sin embargo, si nos detenemos a observar qué ocurre en los cargos de poder o en las posiciones de mayor jerarquía tanto a nivel universitario como en el de ciencia y tecnología, las mujeres estamos en minoría o directamente ausentes.
En un trabajo realizado por la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología sobre la situación de las mujeres en el Conicet —institución en la que se concentra el mayor número de investigadoras/es—, nos encontramos con que a pesar de que las mujeres superan en número a los hombres en el acceso a la carrera de investigador, inclusive en las becas otorgadas, en los cargos de mayor jerarquía en cualquiera de las disciplinas científicas —inclusive en aquellas en las que son mayoría—, las mujeres estamos ausentes o seguimos siendo minoría.
Esta misma situación se puede observar en las instancias de conducción y evaluación.
Por otra parte, sabemos también que alrededor del 70% de los pobres del mundo son mujeres, y nuestro país cumple con la estadística. Por todo esto consideramos que urge establecer políticas de equidad de género, en particular en el sector de Ciencia y Tecnología, para asegurar que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, derechos y responsabilidades, y se elimine toda forma de discriminación.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología hace necesario que se duplique a nivel mundial la cantidad de hombres y mujeres dedicados a la investigación. Considerando que en América latina existen la cuarta parte de científicas/os que en Europa Occidental, la incorporación de las mujeres al sector no sólo es un deseo de las mujeres, sino una necesidad para la existencia de un sector de C y T acorde con un desarrollo socioeconómico que garantice una sociedad justa.