A 20 años de la creación del Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires, el coordinador general de sus sedes, Jorge Ferronato, repasó con Clarín, algunos de los momentos claves de estos años.

—¿Cómo describiría el clima que se vivía en 1985 cuando surgía el CBC con el advenimiento de la democracia?

—Luego del largo, macabro y oscuro período de la última dictadura militar, el CBC provocó un gran entusiasmo en los jóvenes, quienes masivamente se inscribieron. Fue fundamental el apoyo del gobierno de Raúl Alfonsín en este proyecto democratizador.

—¿Qué razones motivaron su creación?

—El criterio que imperaba era la inclusión. El anterior modelo era excluyente e imposibilitaba que grandes sectores de la población accedieran a la universidad, llevando a formar una generación de impedidos intelectuales.

—¿Cuáles eran las metas y las necesidades de ese momento?

—La formación básica integral e interdisciplinaria, la orientación del estudiante, la aproximación a un pensamiento crítico, la consolidación de metodologías de aprendizaje y la contribución a la formación ética, cívica y democrática fueron y son los objetivos centrales del CBC.

—¿Cuántos alumnos ya pasaron por el CBC?

—Cerca de 1.300.000 estudiantes. Y para este año ya se inscribieron 63.000, a los que hay que sumar 27.000 recursantes que adeudan alguna materia.

—Ante las críticas que califican al CBC como un "aguantadero" de alumnos, ¿Qué diría?

—Que estoy totalmente en desacuerdo. En el CBC hay un alto nivel académico y de contención. Por otra parte, estar en la universidad es un auxilio importantísimo para el desarrollo y la adaptación social de los jóvenes.

—¿Qué opina sobre otros métodos de admisión que usó la UBA como el Curso Preuniversitario de Ingreso (CPI) en Medicina?

—Fue un fracaso por donde se lo mire. En el primer llamado tuvieron 25.000 alumnos y si el criterio era seleccionar menos, el resultado fue todo lo contrario. Ingresaron más que en el CBC. Por ese motivo se volvió al sistema anterior.

—¿Cuáles son los aspectos que habría que mejorar?

—Se fue mejorando, corrigiendo y modificando a partir de las propias experiencias y propuestas realizadas por las Facultades. En la actualidad, a instancias del Rectorado, se compraron dos nuevas sedes, las de las calles Montes de Oca y la de Tucumán que reemplazan a las viejas sedes de Paseo Colón y Uriburu. Y se están realizando modificaciones edilicias de importancia en Drago y Ciudad Universitaria. También en los últimos años se logró construir el Centro Universitario Regional (CUR) Paternal que funciona dentro de Agronomía, donde van 15.000 alumnos.

—De estos 20 años como docente, ¿cuál es su anécdota preferida?

—La que más recuerdo sucedió en 1989. Recuerdo a dos hermanos mellizos idénticos que cursaban Sociedad y Estado en el Aula 4 de Drago. Se llamaban Rodrigo y Gonzalo pero ahora no recuerdo el apellido. Uno era aplicado y el otro no. En el primer parcial de la materia a una parte del curso rindió el martes y la otra, el viernes. Ellos siempre venían en diferentes llamados pero a mí me quedaba la sensación de que, las dos veces, rendía el mismo alumno. Cuando distribuí las preguntas en el segundo parcial observé que de nuevo estaba uno solo de los hermanos. Alertado por la experiencia anterior, le firmé la hoja, como siempre hago, pero también le firmé la mano y le dije: "Vení al próximo llamado, (que era ese día a las 11) con tu hermano". Aprobó con 7 pero su hermano no apareció más.

—¿Qué balance haría en este aniversario?

—Sobre todo quisiera destacar la inestimable actividad de los docente de la Universidad y del Ciclo Básico Común. Todos ellos prestan un gran servicio a la comunidad, a cambio de una remuneración exigua.