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Clarín-Domingo 16: Editorial: La UBA, en una semana decisiva para su futuro

Esta semana la Universidad de Buenos Aires se enfrenta nuevamente a la posibilidad de elegir o no, su próximo rector y, a partir de allí de discutir sobre su futuro.

La elección depende de que la Asamblea Universitaria logre funcionar, sobreponiéndose a las medidas obstructivas que prometieron los grupos que ya lograron interrumpir el normal desenvolvimiento del proceso institucional en anteriores oportunidades.
 
Estos grupos, anidados en la conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), tratan de impedir por la fuerza una elección que no podrían ganar porque no tienen los votos necesarios de la comunidad universitaria. Se trata de un autoritarismo apoyado en la violencia, reñido con las normas más elementales de la democracia y con el respeto por la institución a la cual pertenecen.
 
La intervención de los grupos opuestos a que se lleve adelante la elección ha provocado que ésta se politice en el peor de los sentidos, a saber que la discusión sobre el futuro rector no gire sobre las propuestas de los diferentes candidatos sino sobre acusaciones basadas en una lectura parcial de los antecedentes del candidato Atilio Alterini, decano de la Facultad de Derecho, y sobre los intereses políticos de algunos grupos y partidos a los cuales parece no interesarles el presente y el destino de la UBA.
 
Independientemente de estos lamentables acontecimientos, en las instancias previas a la elección los candidatos hicieron escasas propuestas y no lograron implantar en la sociedad un debate sobre la situación actual de la UBA y sobre proyectos destinados a corregir o mejorar su funcionamiento.
 
Se trata de un déficit grave porque la universidad es una pieza clave del sistema de educación e investigación del cual depende el futuro del país.
 
La universidad pública se encuentra en crisis por problemas presupuestarios pero también de orientación. La falta de fondos limita la disponibilidad de infraestructura y medios técnicos, la contratación de docentes y el financiamiento de investigaciones.
 
Para enfrentar esta realidad las universidades no sólo deben apelar a un aumento de aportes públicos, sino también evaluar las vías para mejorar su financiamiento y concentrar sus esfuer zos en un universo más concentrado de estudiantes.
 
Además de más presupuesto mejor utilizado, las universidades necesitan revisar su orientación académica.
 
En muchos casos esta última está retrasada en relación al los requerimientos de la sociedad y, en particular, los de la producción. Compatibilizar orientación académica con demandas productivas mejoraría el perfil de los graduados y su capacidad para encontrar empleo y ampliaría las fuentes de recursos para la educación terciaria y la investigación.
 
Los desafíos con los que se enfrenta la universidad no son sólo locales sino internacionales.
 
Existe una tendencia a la internacionalización y compatibilización de los sistemas de formación que plantea una competencia entre los centros educativos de prácticamente todo el mundo.
 
La universidad debe asumir esta realidad —que por otra parte está más allá de su capacidad de control o regulación— y desarrollar su competitividad, para que el nuevo escenario se presente como una oportunidad y no como una amenaza.
 
Por otra parte, como subrayamos habitualmente en esta columna, la calidad de la universidad depende crucialmente de la calidad de la educación en las instancias previas. La mejora de la escuela secundaria es fundamental para ampliar las aptitudes de los estudiantes que se incorporan a la universidad y permitir que ésta trabaje en un mayor nivel de exigencia.
 
En un proyecto de esta naturaleza, las preocupaciones y las energías políticas de la comunidad universitaria deben estar dirigidas hacia el perfeccionamiento de la democracia en el funcionamiento de sus instituciones y hacia la búsqueda de excelencia académica.
 
La UBA se enfrenta a la posibilidad de elegir o no su próximo rector. La interrupción por la fuerza del proceso eleccionario es una muestra de autoritarismo incompatible con la vida universitaria. En la discusión previa los candidatos no plantearon el debate necesario para pensar una adaptación de la Universidad a los desafíos de la realidad nacional e internacional.

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