"Los jóvenes no leen. Y escriben mal. Y tienen faltas de ortografía. No saben expresarse. No entienden, no pueden...". Docentes, medios de comunicación, preocupados familiares y hasta los mismos estudiantes repiten frases como éstas ante un fenómeno que les resulta inexplicable: ¿cómo es posible que alguien llegue a la universidad sin poder escribir o entender correctamente un texto?
La mayoría de las explicaciones tienden a simplificar el problema, cargando las culpas sobre los chicos por no esforzarse lo suficiente; sobre la televisión, las computadoras y los mensajes de texto por distraerlos de lecturas más valiosas; y sobre una mala escuela secundaria, por prepararlos tan mal para llegar a enfrentar la realidad universitaria.
"Nosotros, en cambio, partimos de la convicción contraria: de que no podíamos seguir durante años haciendo diagnósticos de lo que los chicos no hacen o de las dificultades que tienen para leer y escribir. Y que debíamos valorizar lo que nuestros estudiantes sí pueden producir y expresar por escrito, desmintiendo esa imagen de que a los chicos no les interesa leer, que no es cierta", relata el profesor Gustavo Bombini, coordinador del Plan Nacional de Lectura. Y uno de los autores del Curso de apoyo al último año de la escuela media para el paso a la universidad, organizado por el Ministerio de Educación de la Nación que —en los últimos dos años— siguieron más de 50 mil chicos argentinos. "Esos mismos chicos que tanto criticamos, recibieron libros y leyeron, discutieron y escribieron sobre textos de Kafka, Poe, Stevenson. Porque uno de los pasos para poder leer y escribir es ponerse en contacto con buenos textos literarios, que conmuevan la subjetividad del adolescente y lo lleven a establecer su propia relación con la lectura".
Con fotocopias que reemplazan a los libros, bochazos masivos y exámenes escritos que dejan mucho que desear, también las universidades comenzaron a investigar una dificultad que no sólo padecen los chicos.
La profesora María Adelaida Benvegnú, del Equipo de Pedagogía Universitaria de la Universidad Nacional de Luján, relata un pequeño pero ilustrativo experimento realizado en un taller de escritura para docentes , donde "cada uno trajo un texto que le daba a sus estudiantes y se lo dio a leer a profesores de otra materia. Un texto de Marx le tocó a gente de Química, que no entendían por qué escribía con párrafos tan largos, sin un solo punto. Y los de Historia tuvieron dificultades con un texto traído por el profesor de Matemáticas. ¡No podíamos culparlos de ser vagos o de no leer ya que eran todos académicos! Esta claro que los textos presentan problemas propios sobre los que es necesario trabajar".
Con esta postura coincide la doctora Paula Carlino, investigadora del CONICET y autora de "Escribir, leer y aprender en la universidad". "Las universidades dan por supuesto que ya sabés leer o escribir y no lo enseñan. Pero enseñar una materia es también enseñar cómo leer y escribir esos conceptos, a argumentar de determinada manera. Y, además, nosotros vamos a evaluar cómo escriben o qué leen. Es decir, vamos a tomarles cosas que no les enseñamos", dice Carlino.
Lejos de ser un lujo inútil, los investigadores coinciden en que leer y escribir son, justamente, una herramienta con la cual alguien se apropia de un conocimiento. "Escribir obliga a tomar conciencia de lo que entiendo y lo que no, formando un puente entre lo que yo ya sabía y lo nuevo. Y permiten detectar incoherencias, saltos, faltas", agrega Carlino. Y cita una experiencia pedagógica llamada 'Escribir a través del curriculum', que (en algunas universidades europeas) promueve el trabajo con la escritura en clase . "Esto rompe la pasividad, promoviendo las relaciones entre ideas y, sobre todo, la revisión, que es una actividad clave en el pensamiento académico y crítico". Enseñar a tomar apuntes y a jerarquizar la información, sintetizar las clases en forma rotativa y discutir sobre lo escrito, son algunas de las acciones propuestas.
Pese a que existe una preocupa ción creciente por este tema, las universidades argentinas todavía enfrentan el problema a través de esfuerzos aislados.
"O lo hacen pensando en que hay que 'emparchar' algún agujero. Pero las universidades más elitistas del mundo, como Harvard y Yale, se ocupan específicamente de enseñar a leer y escribir —sonríe Carlino—. ¿Por qué? Porque allí se forman a las elites gobernantes, las clases dirigentes, esas que el día de mañana deberán poder convencer escribiendo o hablando a las masas. Saben perfectamente que la escritura y la expresión no son parches, sino herramientas que abren puertas y dan poder".
Con Heidegger, en fotocopia
"Al menos, nunca me pidieron que compre libros" dice un estudiante en el video realizado para el Taller de Audiovisual de la carrera de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata, por Diego Siciliano, otro de sus alumnos. "Vos ves un montón de fotocopias: un capítulo de El ser y la Nada. Seis páginas de Así habló Zarathustra. Y la Introducción de la Metafísica, de Heidegger. Preguntamos a otros chicos si leyendo esto sabían qué es el Existencialismo. Y decían: 'me doy cuenta si es de izquierda o de derecha. Pero no me preguntes la época, o por qué lo escribió, porque me muero".
Textos de Ciencia, primeros en el ranking de los más temidos
"Los chicos dicen que la universidad les ofrece una imagen difícil, que les remarca su propia autoestima baja", relata Marta Kisilevsky, quien desde el Ministerio de Educación coordinó las dos ediciones del "Plan de apoyo para el paso de la escuela media...".
Una experiencia en la cual se les pidió a los mismos estudiantes que evaluaran cuáles eran para ellos las dificultades más frecuentes que enfrentan a la hora de leer y escribir. Una información valiosa cuando no existen estadísticas de evaluación de la calidad de los estudios universitarios.
El 47.1 % admitió tener problemas para entender textos matemáticos. Y el 31.6 % para comprender Literatura y textos de Cultura y Sociedad. Para el 10.9 % la Literatura era el área donde mayores dificultades tenían, mientras que los textos de Ciencia, Sociedad y Cultura eran el Waterloo del 50.3%. Una de las cosas que llamó la atención de los evaluadores, es que gran parte de los más de 50 mil chicos que eligieron hacer este curso optativo "eran perfectamente concientes de que sus dificultades ante la lectura y la escritura. Nos decían que les costaba comprender textos, sintetizar, expresar argumentaciones, conectar conceptos en el momento en que están escribiendo y en escribir sin faltas de ortografía —agrega Kisilevsky—. Creo que esa conciencia era, justamente, lo que les llevó a inscribirse".
Otros estudios y experiencuas realizadas por las universidades del Comahue y de Luján repiten y revelan perfiles del mismo problema: el hecho de enfrentarse a una exigencia mayor, la necesidad de leer y no sólo de repetir lo leído y la dificultad —generada por problemas sociales y económicos— de asistir con regularidad a las clases.
La Plata: por qué los bochazos
"Los aspirantes a ingresar en Medicina demuestran a la hora de rendir que tienen serios problemas para interpretar las preguntas. Además les cuesta hablar, explicar lo que aprendieron y expresarse", dice Enrique Pérez Albizú, secretario académico de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Según Albizú, las pruebas están diseñadas por profesores del secundario y los temas extraídos de textos del nivel de enseñanza media, con aplicaciones a la Medicina. "Tienen a su disposición manuales que edita la facultad con todos los contenidos, pero a los estudiantes les cuesta leer. Con la televisión y la computación han perdido ese hábito" es su explicación sobre por qué los alumnos demuestran dificultades para comprender un texto. Especialmente, si son de Matemáticas y (en menor medida) de Física.
"Es una profesión de la que depende la salud de la población —razona—. Los estudiantes deben estar muy bien preparados, estudiar mucho las materias básicas y tener mucho cuidado si no saben razonar consignas mínimas"
Alejandra Toronchik. atoronchik@clarin.com
LA PLATA. CORRESPONSALIA
Clarín-Domingo 19: Universitarios, en crisis con la escritura y la lectura
Muchos llegan a las carreras con problemas para producir y comprender textos, herramientas clave para que alguien se apropie del conocimiento.