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Clarín-Domingo 20: El trágico final de un chico con una inteligencia superior a la de un genio

Tenía 14 años y era el graduado más joven de la Universidad de Nebraska. Se suicidó esta semana. Su caso abrió el debate de cómo tratar a los prodigios.  

21 de marzo de 2005, 14:09.

Brandenn Bremmer, un niño prodigio que poseía un coeficiente intelectual (CI) de 178 —superior a la categoría de "genio"—, se suicidó a los 14 años disparándose un tiro en la cabeza en Venango, un pueblo agrícola del estado de Nebraska, Estados Unidos.

El martes pasado, sus padres lo hallaron con un proyectil en una sien y, pese a que fue rápidamente trasladado al Children's Hospital de Denver, murió horas después.

Según los estándares internacionales de medición de coeficiente de inteligencia, una persona con nivel 130 es "muy inteligente", y con 150 alcanza la estatura de "genial": Brandenn superaba largamente esa categoría, con sus 178 puntos.

Su vida discurría actualmente por los caminos de la música, que interpretaba con singular habilidad en piano y que lo había llevado a editar un disco y trabajar en un segundo. Un sitio especializado de Internet reveló que ese segundo trabajo fue terminado justo el día de su muerte.

Brandenn recibió su diploma de secundaria a los 10 años y fue elegido para pronunciar el discurso de graduación, tal como era su deseo, que quedó registrado en una fotografía en la que apenas se ven sus ojos y parte de la toga negra, debido a su escasa estatura. El chico nunca asistió a un colegio regular. Estudió en su casa, donde sus padres tenían montada una empresa familiar dedicada al adiestramiento de perros y al cultivo de huertas orgánicas, asistido por tutores educativos.

Su madre descubrió sus capacidades especiales cuando era empleada en una repartición pública: ocupada en sus tareas, le pidió al pequeño, por entonces de 18 meses de vida, que buscara en un juego la letra "A azul". Segundos después Brandenn regresó con un cubo con esa letra. Su madre pensó en una casualidad y sucesivamente pidió todo el abecedario, que el niño recogió letra por letra.

Los psicólogos que se ocuparon del caso consideraron que Brandenn "no supo integrarse a un mundo que exige normalidad y conformismo". No obstante, Brandenn se relacionaba sin problemas, era simpático, no mostraba rasgos de soberbia y por lo general exhibía un estado de ánimo alegre.

Los psicólogos especularon que "quizá el fin de la universidad o su pasaje por la adolescencia" en un marco desfasado de su contexto de niño lo llevaron a una depresión profunda de la que no pudo recuperarse.

Los padres de Brandenn intentaron rodearlo de un ambiente normal, pero la psicóloga Linda Silverman consideró que pudo haber sido un punto conflictivo para su desarrollo imponerle "una falsa normalidad". "Los niños-genio no siguen una trayectoria natural. Si se busca darles normalidad, se los destruye", agregó la psicóloga.

El 8 de marzo de 1998, cuando tenía sólo siete años de edad, el periódico Journal Star, de Lincoln, Nebraska, publicó una nota en que se lo describía como un pequeño de energía ilimitada y que tenía en la pared de su dormitorio una tabla periódica de elementos. Patti y Martin Bremmer, sus padres, explicaban esa sensación: "El es como otro adulto que vive con nosotros... un adulto con la experiencia de un muchacho". En tono profético, aquella nota parecía pronosticar el trágico final: "Aunque posee la inteligencia que podría cambiar el mundo, su futuro está todo menos seguro".

A los dos años, Brandenn ya leía y memorizaba libros de cuentos; a los seis consiguió el diploma para ingresar a la secundaria; a los diez años estaba en condiciones de ingresar a la Universidad, pero como su familia no poseía fortuna, consiguió una beca y se graduó en Nebraska como el alumno más joven en la historia de esa casa de altos estudios.

Sus docentes recordaron que "lo que para un alumno normal requería un semestre de estudios, a Brandenn le llevaba 7 días". El chico tenía un talento adicional para la música: a los tres años tocaba el piano, a los cuatro interpretaba sinfonías y un poco más grande se convirtió en compositor y grabó un CD que se vendía en Internet a diez dólares.

"Pueden sufrir mucho si no se los acompaña"

"El caso de Brandenn Bremmer va a dar que hablar sobre el tipo de educación que deben recibir los chicos prodigio. Por lo general, estos pequeños combinan su alta capacidad intelectual con una elevada dosis de sensibilidad. Y si no se los acompaña pueden sufrir mucho, sobretodo, durante la adolescencia", explica a Clarín Carlos Allende, doctor en Psicología y especialista en educación para niños superdotados de la asociación Creaidea, que se dedica a asistir a chicos con talento.

En base a las informaciones periodísticas, Allende aventura que la causa del suicidio de Brandenn no debería buscarse en su genialidad, "sino probablemente en cuestiones de su estructura psíquica".

Se calcula que el 2% de la población mundial tiene un coeficiente intelectual superior a 148. "Los que piensan que estos chicos son infelices van a hacer leña del árbol caído. Pero se equivocan. Ellos son re-normales; sólo tienen capacidades potenciadas —detalla Allende—. Esto tiene que servir para romper con el mito de que el superdotado es una especie de fenómeno de circo".

Por esto, para este experto es prioritario que los padres "los escuchen", y que durante su formación se les permita compartir espacios tanto con otros niños-genio como con aquellos que tienen capacidades normales. Lo ideal es "que vayan a escuelas comunes, pero que también concurran a centros especializados en donde encuentran las respuestas a sus inquietudes", finaliza Allende.

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