La universidad pública y en particular nuestra Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, tiene por objetivo central trabajar en forma conjunta y solidaria con todos los sectores del país para superar la que se ha denominado como \"la crisis más profunda de nuestra historia\". En este sentido, lo mismo que amplios sectores de opinión, creemos que la educación es la herramienta necesaria para superar los graves problemas de la Argentina.
La crisis, económica y social que castiga a todos los sectores de la sociedad y en mayor o menor medida se extiende a todo el continente es el resultado de la aplicación de políticas erróneas, basadas en la inequidad, modelos de ajuste básicamente perversos, concentración de la riqueza, miseria, hambre, exclusión y postergación.
No debemos aceptar que un país como el nuestro, con un vastísimo y fértil territorio, excelente producción agropecuaria, con recursos energéticos, petróleo, gas, carbón y calificados recursos humanos, exhiba vergonzosos índices de desempleo con tasas cercanas al 15%.
El hambre en un país como el nuestro, es el síntoma más claro e intolerable —al decir del PNUD, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo— de la degradación sufrida en los últimos años. La indigencia, según el mismo informe, creció en el período 1995/2002, en todas las regiones del país, excepto en la Patagonia.
Increíblemente en la Argentina actual, millones de personas, el 50% de nuestra población, se encuentra debajo de la línea de pobreza y de ellos un 50% no llega a satisfacer sus necesidades alimentarias.
Es por esta razón que la Universidad pública no debe ni puede mantenerse ajena ante la situación descripta. Una Universidad que es parte integrante de la sociedad y que, por ley y convicción ética, quiere mostrar que devuelve a través del conocimiento, lo que esa sociedad le brinda para su funcionamiento.
Los fondos necesarios
Es así que debemos ratificarnos en el concepto de que no hay futuro sin el adecuado aporte presupuestario que posibilite el desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología.
Estamos convencidos de que el rumbo puede cambiar si la sociedad argentina aprende de la traumática experiencia y su clase dirigente, a partir de un amplio consenso, adopta un camino consistente con las condiciones actuales del país, de Latinoamérica y del resto del mundo.
En este sentido, tanto desde nuestra Casa de estudios como desde la Universidad y el Consejo Interuniversitario Nacional, hemos procurado informar a nuestros representantes legislativos, a los funcionarios y a la sociedad en general respecto de la necesidad de mejorar sustancialmente el presupuesto para la educación en general y el de las universidades en particular.
La postergación presupuestaria en que se encuentran las universidades nacionales es muy preocupante, mucho más si las comparamos con la de otros países: Brasil invierte 0,90% de su PBI al igual que México, mientras que la Argentina es del 0,47%.
Este alarmante retraso también se traduce en la inversión real que realizamos cada año por estudiante universitario. En Brasil es de 11.946 dólares, en México 4.688 dólares, en la Argentina, apenas llega a 478 dólares.
La Argentina no puede desentenderse del destino de sus universidades nacionales porque en ellas reside, en gran medida, el futuro del país.
El presupuesto para la UBA en 2004 fue del orden de los 111 millones de dólares, mientras que la Universidad de San Pablo en Brasil, con setenta mil estudiantes, recibió del Estado 440 millones. Todas las Universidades nacionales argentinas con más de un millón de estudiantes, recibieron en 2003 652 millones de dólares: sólo un 32% más que una sola universidad brasileña.
Por eso, el anteproyecto de presupuesto elaborado para el ejercicio 2005 por la UBA, del orden de los 300 millones de dólares, no constituye una estimación aventurada sino que representa una evaluación seria, realizada en el marco de demandas a todas luces mayores y que atiende la gravedad de la situación actual de la Argentina.
El camino posible
Cuando el futuro para millones de argentinos se hace insoportable porque han perdido la esperanza y el sistema democrático se debilita, es necesario encontrar las soluciones que nuestra inteligencia y nuestro corazón nos señalan como posibles.
Debemos reencontrarnos con una Argentina auténtica, la que históricamente tiene coraje y sensibilidad social. Entonces debemos marchar al reencuentro de la ética perdida para lugar abiertamente contra la desesperanza que se abate sobre sectores marginales cada vez más grandes. Las fuerza políticas, sociales, gremiales, empresariales y culturales deben hacer un esfuerzo para conciliar y acordar acciones orientadas a movilizar los enormes recursos materiales y humanos con que cuenta nuestro país.
Es en este plano donde la Universidad pública puede efectuar su aporte. Los resultados del camino recorrido no deben desanimarnos ni hacernos creer que no es posible rectificar el rumbo.
Desde nuestra Facultad, a través de múltiples propuestas, mostramos que otra argentina es posible. Creemos en una Argentina con crecimiento y con equidad.
Podemos resurgir de las cenizas si aunamos voluntades, si asumimos nuestro propio destino y si diseñamos claramente el presente y el largo plazo.
Con un profundo sentido nacional de las cosas y con el tejido solidario reconstruido, los argentinos lograremos finalmente enfrentar los desafíos que la realidad nos presenta.