Esto es una buena noticia porque es consecuencia de la reactivación de actividades que emplean personal de alta calificación.
Pero tiene un lado malo porque pone de manifiesto el debilitamiento que experimentó en años pasados el sistema de educación y formación en las áreas de ingeniería, ciencia y tecnología, tanto en el sector público como en el privado.
Este fenómeno se debió al retroceso de la industria y, en particular, de los sectores de mayor componente tecnológico y al achicamiento o desaparición de laboratorios de investigación y desarrollo de las empresas locales, cuyos productos fueron reemplazados por la importación.
El Estado debe responder promoviendo las carreras en las que la escasez de oferta es más acuciante, y el sector privado invirtiendo en la formación y actualización de personal.
La brecha entre la necesidad y la disponibilidad de conocimiento es costosa porque deriva en la pérdida de oportunidades en la generación de bienes y servicios de elevado componente tecnológico.
Las empresas que buscan personal calificado tropiezan con escasez de ingenieros y técnicos. El Estado debe responder promoviendo las carreras más necesarias, y el sector privado invirtiendo en la formación de personal.