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Clarín: Editorial: La Universidad en las cárceles

Se han cumplido dos décadas desde que la Universidad ingresó a las cárceles, impartiendo educación superior. Este hecho dio lugar a una significativa modalidad de acceso al mundo del encierro, el cual suele carecer de vías de comunicación y transparencia.

28 de noviembre de 2005, 13:01.

Nacido, entonces, hace dos décadas, el Centro Universitario Devoto (CUD) fue obra de internos que contaron con el apoyo de la Universidad de Buenos Aires. Levantado en el corazón de la cárcel, para llegar al CUD los profesores de la universidad pública deben atravesar las distintas puertas de seguridad, y lo han hecho para llevar conocimientos a grupos de personas sancionadas.
La presencia de la educación universitaria en las cárceles fue posible gracias a la recuperación de la democracia, y expresa un intento de transparentar y mejorar las condiciones del encierro.
Luego de iniciada la experiencia en la penitenciaría de Devoto, la Universidad también logró insertarse en las unidades de Caseros y Ezeiza. Sociología, Psicología y Derecho son algunas de las carreras de la Universidad de Buenos Aires que pueden comenzar a estudiar los internos. Previamente, reciben materias del Ciclo Básico Común.
Distancias, problemas burocráticos y cuestiones de orden interno deben enfrentarse cotidianamente para que esta labor educativa pueda llevarse adelante.
Que a la cárcel llegue la educación, y en especial la universitaria, abre la posibilidad de que después de cumplir la condena salgan personas con mayor capacidad para emprender de mejor modo el futuro, sin que la reincidencia se transforme en un destino fatal.
Se han cumplido dos décadas desde que la Universidad ingresó a las cárceles. Este hecho dio lugar a una significativa modalidad de acceso al mundo del encierro, creando oportunidades de recuperación para los internos.

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