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Clarín: Editorial: Los alumnos, como docentes

Con el propósito de revertir el desprestigio y la falta de expectativas sociales en torno a la carrera docente, el Ministerio de Educación lanzó un programa para promover el ingreso a la docencia de los mejores alumnos del secundario. La expectativa es que la experiencia se replique y sirva para renovar en su totalidad la vapuleada educación argentina.

04 de agosto de 2004, 11:29.

El programa nacional consiste en el otorgamiento de 6.000 becas a los jóvenes con promedios altos que, terminada la escuela media, decidan seguir la carrera docente. La apuesta es tentar a los mejores para que se consagren a una labor tan importante como socialmente relegada.

Sueldos paupérrimos, condiciones precarias, ausencia de alicientes y baja del prestigio social han contribuido por décadas a minar el interés por la labor docente. Y, sobre todo, han impedido que quienes, pese a todo, persisten en su vocación, puedan desarrollar sus tareas en las condiciones dignas que merecen.

El problema central, sin embargo, no reside en los individuos que quieren dedicarse a la docencia como salida laboral o vocacional. Esto es importante, pero lo crucial es la responsabilidad social que tiene la educación.

Ofrecer buenas condiciones de formación y desempeño a los maestros y profesores no está, por ende, destinado a beneficiar a un grupo determinado de personas, sino apostar por el futuro del país.

Una sociedad no podrá progresar si el estudio y la enseñanza no son valorados. Y esa valoración depende, entre otros factores, del nivel remunerativo mínimo y de la consideración que la sociedad y su dirigencia hagan de la educación.

Un programa oficial promueve buenos alumnos para tareas docentes y así mejorar las expectativas en la tarea educativa. La iniciativa es buena, pero ese objetivo depende de cómo se remunera y prepara a los docentes.

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