Nuestro país ha tenido una precursora conciencia de esta importancia y ya, por iniciativa de Sarmiento, la formación de técnicos había comenzado a ser tomada con seriedad. La universidad pública también contó con épocas brillantes, que la pusieron a la par de las mejores del mundo en materia de formación de científicos e ingenieros.
Pero luego se ingresó en un largo ocaso del sistema educativo, el cual se tradujo especialmente en el deterioro de la educación técnica y en la marginación de la formación de ingenieros y científicos.
Esta situación ha quedado a la luz en el contexto de recuperación de la actividad productiva, ya que se constató la falta de recursos humanos especializados. Además, en el mundo contemporáneo el principal factor de progreso se deriva de la investigación científica y el desarrollo técnico, y sin esas herramientas es muy difícil concebir una salida del subdesarrollo.
Para revertir el actual deterioro, las autoridades educativas de la Nación y de 27 universidades impulsan el Proyecto de Mejoramiento de la Enseñanza de la Ingeniería, el cual permitirá capacitar a profesores, mejorar las dedicaciones docentes y equipar centros de investigación y desarrollo.
La inversión que se realizará debe ser, entonces, un primer paso para jerarquizar e impulsar la formación de ingenieros, científicos y técnicos, recursos indispensables para el desarrollo económico.
Un pilar estratégico para el desarrollo de una sociedad moderna está dado por la formación de científicos, ingenieros y técnicos capaces de producir conocimientos y de aplicarlos en la esfera productiva.