Bill Gotolski le había dicho adiós a la vida universitaria cuando en 1991 se despidió, tras 39 años de docencia, de la Universidad de Pensilvania. Sin embargo, el ingeniero de obras regresó a su antiguo lugar de trabajo. Por 300 mil dólares, compró una pequeña casa en el flamante campus para personas mayores dentro el predio universitario, donde de ahora en más residirá junto a su mujer. El pueblo ya tiene 236 viviendas. “La calidad de vida es excepcional. Aquí quiero vivir hasta mi muerte”, dijo el ex profesor, de 79 años.
“Desde 2003 hay un verdadero auge en los EE.UU.”, señala Tien-Chien Tsao, quien investiga en la Universidad de Michigan el fenómeno de los pueblos para las personas de tercera edad. Unos diez mil ex estudiantes y docentes pasan los últimos años de su vida en estos campus especiales universitarios. Ya existen cincuenta de estos barrios para mayores, quince de ellos se construyeron en los últimos dos años. “Y otros cincuenta están en construcción”, indica Tsao.
Anneliese Bowlby, de 70 años, estudió en la Universidad de Michigan. La profesora de psicología, nacida en Alemania, pagó 315.000 dólares por su vivienda en un barrio para jubilados dentro del predio universitario en Ann Arbor. “Pero para eso vivo en una comunidad activa de pensionistas”, dice. Bowly está entusiasmada por el alto nivel cultural de sus vecinos. “Podemos discutir sobre Shakespeare o política exterior”, afirma la mujer, quien siempre está a la búsqueda de nuevos desafíos. “Por ahora estoy haciendo un curso de Internet ” , señala.
Como ella, la mayoría de los jubilados participan activamente de la vida universitaria. Van a clases, a la biblioteca o apoyan con fervor al equipo universitario de béisbol. La idea de una comunidad de personas mayoras dentro de la universidad se generó en Indiana, donde en 1981 se construyó una urbanización pensada sobre todo para los docentes jubilados.
Entretanto, cada vez más universidades intuyen que esto puede convertirse en un buen negocio: algunas venden sus terrenos a empresarios y otras administran las instalaciones. “Todos los involucrados sacan provecho. La universidad tiene nuevas fuentes de ingreso y voluntarios. Además los pensionistas tienen eventos atractivos y los estudiantes aprenden muchas veces a apreciar los consejos de los más viejos", añade Tsao.
También la universidad católica privada Holy Cross en Notre Dame, estado de Indiana, tiene un barrio para pensionistas en su campus universitario. “Las personas mayores son mentores de estudiantes y ayudan a los docentes en sus trabajos de investigación", indica el presidente Richard Gilman. Muchos pensionistas son muy generosos. “Algunos apoyan a los estudiantes y donan dinero para nuestra universidad”, agrega.
Pero la vida en el campus tiene su precio. Un apartamento en el terreno de la Universidad de Pennsylvania cuesta al menos 171 mil dólares. “Esto también incluye los costos de asistencia médica”, señala Jill Lillie, portavoz de la empresa que administra el pueblo. Además, se suma un costo mensual de por lo menos dos mil dólares por los servicios de limpieza o de transporte. También cubre los gastos de asistencia a clases.
Bill Gotolski no derrocha ni un minuto de su tiempo en pensar o en vanagloriarse de su pasada carrera científica. Ahora, sigue apoyando activamente a sus ex colegas de departamento. Gotolski sabe también que incluso algunos correligionarios dan charlas académicas. Y él también está coqueteando con la idea de un regreso. “Quien sabe, tal vez yo también vuelva a estar alguna vez al
frente de la clase”, agrega.
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Fuente: DPA
Clarín: EE.UU.: los campus universitarios para ex estudiantes y docentes son un “boom”
Cerca de 10 mil personas se instalaron en estos verdaderos barrios para mayores. Se construyeron 15 desde 2003 y los especialistas aseguran que otros 50 están en pleno desarrollo.