Los conocen por las tres "m": mate, Maradona y Messi. Tres palabras y pasiones que al escucharlas les arrancaron una sonrisa. Ninguno soñó con un mejor saludo de bienvenida. Pero así fue. Ni tampoco con el éxito de los "amargos" que convidan, a cada paso, entre malayos, brasileños, indios o chinos.
La delegación argentina de 14 futuros científicos —alumnos secundarios— vino a la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel 2006 para mostrar lo mejor de sí. Viajaron desde La Quiaca, Santa Cruz, Tandil, Entre Ríos, Formosa, Buenos Aires y Chubut. Tienen entre 12 y 18 años, son los ganadores de la Feria Nacional de Ciencia que en 2005 se hizo en Formosa, y están felices con un viaje en el que, confiesan, están siendo tratados como príncipes.
La Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel es la más importante del mundo para estudiantes no universitarios. Este año hay 1.482 finalistas de entre 12 y 20 años de 47 países. Compiten en 14 categorías: sobre todo, Ingeniería, Ciencias Sociales y Medicina. Están en juego US $ 4 millones: desde becas de 50.000 dólares para financiar carreras universitarias hasta sumas que van desde los 500 a los 3.000, además de computadoras de última generación.
A esta ciudad nadie llegó para mostrar germinaciones de porotos. Los cerebros de los mejores laboratorios de investigación de este país y ejecutivos de empresas tienen los ojos puestos —y también dispuestos los bolsillos— en las ideas de los considerados los mejores científicos adolescentes del mundo. Por ejemplo, ayer seis premios Nobel de Química conversaron con ellos. Una charla entre maestros y futuros discípulos.
Es que llegan con proyectos que, en muchos casos, resuelven problemas que hoy se plantea la ciencia: cómo generar fuentes de energía alternativa; descubrir nuevos tratamientos para el autismo; reducir los residuos electrónicos o desarrollar la mejor ortopedia para discapacitados. El 13.5% de los finalistas de la Feria Intel obtuvieron o tienen en trámite la patente de sus trabajos.
Los argentinos están esperanzados con los premios pero no quieren anticiparse. Los formoseños estudiaron las aves del río Paraguay; desde Santa Cruz llegaron con un "té pampa" que cura enfermedades. Hay dos equipos jujeños: uno investigó sus raíces ancestrales. Los chicos de Chubut inventaron un detector de radioactividad y rayos X, y los entrerrianos, un controlador a distancia para calefones a gas. Los tandileños, trabajaron sobre el alto porcentaje del fracaso en el ingreso a nuestras universidades.
Por el inmenso centro de convenciones de esta ciudad desfilan hombres con uniformes de la Marina o del Ejército. Ellos son algunos de los 1.000 expertos que —voluntariamente— integran los jurados. Ayer los argentinos recibieron su visita. "Quisieron saber cómo pensamos seguir con nuestras investigaciones, qué aplicación social tienen, como surgió la idea y por qué nos interesó el tema", contó Felix Meineri de Tandil. Lo escucha de cerca Marina Nigro, porteña pero ya con acento entrerriano por la cercanía de sus nuevos amigos, y quiere agregar algo: "Venimos a mostrar lo que pensamos para mejorar algo en la vida de la gente".
Victoria Tatti INDIANAPOLIS ENVIADA ESPECIAL vtatti@clarin.com