En 2005, sobre 557 millones de latinoamericanos, 104 millones tendrán entre 15 y 24 años. \"Este grupo aún recibe por parte del resto de la sociedad una valoración que lo estigmatiza como disruptivo, inconsecuente o riesgoso\", señala la CEPAL.
Mayoritariamente urbanos, cuentan en promedio con dos o tres años de estudios más que sus padres. Pero cada vez les cuesta más ser aceptados por un sistema económico que valora sus diplomas pero les recrimina la falta de experiencia.
La escasez de oportunidades explica una constante en la región: los jóvenes que no estudian ni trabajan. Sólo en la Argentina suman un millón. Según el informe Tendencias mundiales de empleo juvenil 2004, de la Organización Internacional del Trabajo, entre 1993 y 2003 la tasa de desempleo juvenil en Latinoamérica y el Caribe pasó de 12,4% a 16,6%. En los próximos dos años, sólo uno de cada diez jóvenes de entre 15 y 24 años conseguirá empleo, según pronosticó el secretario general de la OIJ, Yuri Chillán Reyes.
En 2002, 58 millones de jóvenes eran pobres (7,6 millones más que en 1990). Entre ellos, 21,2 millones eran indigentes (800.000 más que en 1990). La CEPAL observa que en los últimos años, la pobreza juvenil aumentó en forma \"preocupante\" en la Argentina y Venezuela.
En nuestro país, la cifra prácticamente se duplicó: del 31% en 1999, pasó a ser ahora del 60% en varones y 58% en mujeres, según cifras de la Dirección Nacional de la Juventud.
Los jóvenes de la región tienen un acceso creciente aunque desigual a las nuevas tecnologías de la información, y están más expuestos que nunca a los medios de comunicación —una de las pocas cosas que tienen en común—, que influyen en sus gustos y uniforman sus pautas de consumo. El trabajo de la CEPAL pone el ejemplo de la cadena de videos MTV, que llega a 13 millones de hogares en 20 países hispanohablantes, y a otros 17 en Brasil.
El informe subraya que las diferencias entre jóvenes son más sociales que geográficas: un joven argentino de clase media alta tiene más cosas en común con sus equivalentes de Perú, Venezuela o México, que con los de su mismo país que están más abajo en la escala social.
Esas diferencias hacen que no exista una juventud latinoamericana, sino varias. \"No comparten beneficios, ni metas, ni futuro. Casi podríamos agregar que no comparten el sentido de pertenencia a la misma sociedad, porque evidentemente no se trata de la misma\", agrega el documento.
Frente a España, donde la tasa de mortalidad juvenil es de 49 por cada 100.000, Latinoamérica muestra la vulnerabilidad de esa franja: 138 por cada 100.000, dos veces más que los adultos de 25 a 44 años. Mueren, sobre todo, por accidentes de tránsito, abuso de drogas, sida, embarazos precoces y actos de violencia. La CEPAL y la OIJ plantean que la violencia debe ser considerada como un problema de salud, pues la muerte de más de la mitad de los hombres jóvenes está asociada con esa causa.