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Clarín-Jueves 25: No quedan arroyos ni ríos sin contaminar en el conurbano

Son unos 45 cursos de agua turbios y malolientes que atraviesan el tercer cordón metropolitano. Los desechos industriales, restos cloacales y basurales son los principales agentes contaminantes.

El agua cristalina que corre por el cauce natural de los arroyos es un paisaje en extinción. No quedan cursos pluviales sin contaminación en la extensa geografía urbana del tercer cordón metropolitano que rodea a la Capital. Son más de 840 kilómetros de líquidos espesos, turbios y malolientes que surcan territorios, atraviesan barrios y penetran al corazón del área metropolitana más grande del país.
 
Los desechos industriales, los restos cloacales sin tratamiento y los basurales a cielo abierto enturbiaron todos los ríos, arroyos y canales que atraviesan el Gran Buenos Aires. El diagnóstico es del Gobierno provincial, entidades ambientalistas y universidades nacionales. Y es una realidad que padecen casi 6 millones de personas que viven en las cuencas de unos 45 arroyos, zanjones y canales secundarios pestilentes, excedidos en hidrocarburos, grasas, aceites, sustancias fonólicas o plomo.
 
De acuerdo con las investigaciones, la problemática alcanza a todas las vías acuáticas superficiales, pero algunos casos pueden resultar un paradigma de contaminación. Por primera vez desde que está en vigencia la Ley de Protección de los Recursos Naturales (11.723), la provincia tuvo que decretar en "crisis ambiental" al arroyo Las Conchitas, de Florencio Varela. Una curtiembre y un frigorífico —de las 35 empresas instaladas en la zona industrial del distrito— fueron denunciadas hace un mes por los vecinos que reclamaron la intervención oficial. Las inspecciones de la Secretaría de Política Ambiental bonaerense derivaron en infracciones y clausuras. Los motivos: la manufacturera no tenía autorización para volcar residuos al arroyo; la empresa cárnica tenía vencido el permiso de descarga y todo terminaba en el cauce, sin tratamiento. El foco de contaminación de Las Conchitas (de casi 40 kilómetros de extensión, que atraviesa el Parque Pereyra) afecta a 120 mil vecinos.
 
Los 35 kilómetros del arroyo El Gato cruzan de oeste a este el partido de La Plata y Ensenada. Viven 380 mil personas en su cuenca, muchas pertenecen a asentamientos precarios. De acuerdo con un informe del Centro de Estudios Hidrológicos-Ambientales de la facultad de Ingeniería de la UNLP, recibe vuelcos cloacales (autorizados y clandestinos), efluentes industriales, lixiviados del CEAMSE y descargas pluviales de buena parte de la ciudad. El resultado: más de la mitad de su curso no tiene vida, porque el agua carece de oxígeno suficiente y "evidencia contaminación con organismos coliformes, de origen fecal. Elevada concentración del anión nitrato disuelto en la superficie; elevada presencia de hidrocarburos y detergentes", concluye el estudio dirigido por el ingeniero Pablo Romanazzi.
 
Similar es el panorama que presenta el Canal Este que recorre —en jurisdicción de Berisso— casi 10 kilómetros hasta su desembocadura en el Rio de la Plata. Está a un costado de la Destilería La Plata de YPF y allí se vuelcan hidrocarburos. Lo denunció la organización Nuevo Ambiente, que afirma que el conducto pluvial contiene grasas, aceites y sustancias fenólicas por encima de los parámetros reglamentados. La ONG también hizo en laboratorios oficiales análisis de muestras del Canal Oeste, que cruza el polo petroquímico de Ensenada. Los resultados, idénticos (incluyendo presencia de barro empetrolado en el lecho).
 
Marcelo Martínez, presidente de la entidad, dijo a Clarín que reclamaron ante las autoridades municipales y provinciales, pero los vertidos continúan. "Hemos detectado, además, descargas ilegales de camiones atmosféricos en ambos canales".
 
En el norte, la contaminación también existe. El Río Luján recorre 163 kilómetros desde Mercedes hasta Tigre. Un monitoreo realizado por la Secretaría de Política Ambiental provincial detectó la presencia de nitrógeno amoniacal, cloruros, sulfuros, cromo, cadmio, sólidos sedimentales, aceites, grasas y detergentes. Los causantes: empresas de la zona y de los polos industriales del Norte de la provincia que derraman desechos.
 
El organismo oficial trabaja con 20 técnicos y un presupuesto de 120 mil pesos para relevar la situación ambiental de los ecosistemas acuáticos del Conurbano. Trabajan —además del Luján— en el arroyo Guillermina (que desemboca en la Laguna de Rocha, en Esteban Echeverría); el arroyo Giménez (Berazategui, Florencio Varela), el río Matanza (en la región de Cañuelas).
 
"Todos presentan síntomas de contaminación. Pero la solución no puede ser sólo ecológica. Es necesario una acción ambiental: no podemos ordenar clausuras o cierres de fábricas sin evaluar los efectos sociales y económicos", explicó a Clarín Juan Duro, director de Preservación de la Biodiversidad de la provincia.
 
El mapa de la contaminación en los cursos de agua del Gran Buenos Aires puede incluir los arroyos Cañuelas, Ortega, Cañada Pantanosa, Morales y Navarrete. Todos en el oeste y sur. "El primer paso es suspender el vuelco de efluentes. El agua comenzaría a recuperar oxígeno y para que reaparezcan las bacterias que descomponen buena parte de los materiales contaminantes. Con esto, comienza la solución", aseguró el especialista Raúl Colombo del Laboratorio de Química Ambiental de la UNLP. Sin embargo, el PCB y los metales pesados perdurarían.
 
La cuestión ambiental se reavivó por el conflicto de las papeleras y la irrupción de Evangelina Carrozo en la cumbre de Viena. Pero no es una moda: los riesgos sanitarios pueden ser agudos.
Fabián Debesa LA PLATA. CORRESPONSALIA laplata@clarin.com

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