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Clarín-Lunes 25: Los estudiantes del interior son cada vez más gasoleros y precavidos

Según un informe de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), el aumento del precio de los alquileres y el temor a reprobar el cursillo de ingreso motivan esta tendencia. Los ingresantes que llegan del interior se mudan a una pensión y, si les va bien, recién buscan un departamento.

27 de abril de 2005, 12:58.

Reprobar los exámenes de ingreso se ha vuelto un karma. La incertidumbre es todavía mayor entre los estudiantes del interior que, antes de alquilar un departamento y hasta tanto se aseguren un lugar en el ciclo lectivo, eligen residencias o pensiones baratas para dar sus primeros pasos. Un estudio de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) da cuenta de un fenómeno que, además, está marcado por la suba de los alquileres y una necesidad imperiosa de los estudiantes de ubicarse en las zonas próximas a la Ciudad Universitaria cordobesa.

Vivir primero en una residencia, implica para el común de los jóvenes provenientes de otras provincias un período de adaptación. Los costosos departamentos de Nueva Córdoba han dejado de ser una opción, pues los jóvenes (sus padres también) no arriesgan la firma de un contrato que probablemente deban rescindir en un par de meses si no superan el ciclo de nivelación. A diferencia de otros compañeros que viven en la ciudad, para estos estudiantes aprobar el ingreso a la carrera es determinante, ya que de eso depende su continuidad en la ciudad o el retorno a sus lugares de origen.

En promedio, las residencias estudiantiles cuestan la mitad que un departamento. Rentar una habitación en una pensión oscila entre 100 y 350 pesos, según su ubicación, los servicios que incluya y la cantidad de personas que compartan el cuarto. Del otro lado, un dos ambientes en Nueva Córdoba, el barrio universitario por excelencia, no baja de los 380 pesos, a lo que se debe sumar impuestos y expensas por montos que van de 100 a 150 pesos.

“Muchos vienen con la idea de parar un tiempo en una pensión y después mudarse a un lugar más cómodo, pero cuando averiguan precios deciden quedarse" dice Ariel (28), estudiante avanzado de odontología, que vive en una pensión desde hace 4 años. "Me resulta más barato", señala. Como él, la mayoría de los jóvenes coincide en que la ausencia de privacidad es el principal problema de las residencias. “Hay que adaptarse y aprender a aceptar la forma de ser de los compañeros” dice Gonzalo (18), un salteño que acaba de ingresar a la carrera de abogacía.

El nivel de ocupación de las pensiones se mueve al compás de los ciclos de nivelación. Al parecer, la demanda de plazas aumenta a fines de diciembre y comienzos de enero, cuando los jóvenes llegan y buscan dónde quedarse. El primer recambio se produce a fines de marzo y comienzos de abril, época en que se define quiénes lograron aprobar el ingreso y quiénes quedaron afuera.

El de los estudiantes es un mercado inmejorable para las inmobiliarias locales. “El 50 por ciento del total de propiedades administradas por la firma a la que pertenezco está ocupado por universitarios” asegura Edgardo Calás, vicepresidente de la Cámara de Corredores Inmobiliarios de la Provincia. “La demanda de inmuebles en Nueva Córdoba está acaparada por jóvenes que cursan estudios de grado” sostiene Alejandro Kahn, especialista en el tema. Pero luego agrega: “Sin embargo, a medida que los estudiantes se largan a conocer la ciudad la mayoría tiende a buscar alternativas en barrios un poco más alejados".

Si bien luego de la crisis de 2001 se notó una gran disminución en el número de contratos e incluso un alto nivel de rescisiones, como advirtió Calás, cuando muchos padres decidieron "que sus hijos continuaran estudiando en sus ciudades de origen", esta situación se ha revertido. Desde el año pasado, la demanda de propiedades, que había disminuido sensiblemente, se normalizó; pero los precios, comparados con los índices históricos, se incrementaron hasta en un 40 por ciento.

De acuerdo con cálculos de las autoridades universitarias y pese a que el gasto que cada universitario debe afrontar fluctúa según la especialidad en que se está formando, en promedio, un estudiante que vive en una residencia estudiantil gasta 500 pesos mensuales para cubrir gastos de alojamiento, comida, transporte y estudio. Aun así, algunos jóvenes señalan que, ajustándose, se puede llegar a fin de mes con 350 pesos.

Fuentes: Hoy la Universidad de la UNC, www.hoylauniversidad.unc.edu.ar, Universia , www.universia.com.ar

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