Según el informe oficial, durante 2003, los estudiantes que más tardaron en completar sus estudios fueron los ingenieros agrónomos, que demoraron el 80% más de la duración teórica imaginada para esa carrera. Un retraso donde les siguen los estudiantes de bioquímica y los veterinarios, con una demora sobre la duración teórica de la carrera del 75%.
Lo curioso de esta cifra es que, consultada entre estudiantes de Agronomía y Veterinaria, nadie parece sorprenderse. La demora ha pasado, dicen, a ser una tradición de esas facultades.
Lejos de allí, y rápidos como los nuevos programas de computación, los estudiantes de Sistemas sólo se retrasaron un 28% más de lo esperado, seguidos por los Ingenieros electrónicos (que tardaron un 30% más de lo esperado). En la igualmente morosa mitad están los abogados (que permanecen en las aulas el 55% más de lo deseable) y los diseñadores gráficos (el 59% de más).
Según Marta Kisilevsky, el origen del problema tiene diversas fuentes. \"Esta demora se origina en cómo está organizado el currículum, el sistema de correlatividades y el hecho de que muchos necesitan trabajar\", dice.
Es que si la gratuidad de la universidad pública podría alentar cierta lentitud, también es cierto que es allí donde se concentra la mayor cantidad de gente con menores recursos económicos y más presionada por trabajar.
De hecho, las cifras de las universidades privadas son algo más alentadoras: el promedio de demora ronda el 35% de exceso, representado por quienes siguen la licenciatura en Comercialización (27% de demora) y en Psicología (39%). Por el contrario, los más demorados fueron, durante 2003, los licenciados en Comunicación Social (con un 55% de retraso) y en Publicidad (54%). Los más rápidos en el ámbito privado fueron los alumnos de ciencias de la salud (Kinesiólogos, Médicos y enfermeros) que alargaron su estadía en las aulas menos del 10% de la duración estipulada para terminar.