Este tipo de comentarios alimenta la discriminación de las mujeres, a la vez que desconoce sus valores y realizaciones.
De hecho, desde fines del siglo diecinueve y sobre todo a lo largo de la última centuria, uno de los más importantes motores para alcanzar la igualdad de los seres humanos ha sido la lucha de las mujeres contra la discriminación política, económica y social. Así se han ido reparando injusticias como las que se daban en el terreno electoral.
En campos como el científico, las mujeres han sido protagonistas de invenciones y desarrollos, pero en general son postergadas.
En nuestro propio país, hay más mujeres investigadoras en el Conicet que varones, pero a pesar de esto ellas están casi ausentes en los cargos de mayor jerarquía.
Todavía persisten, entonces, formas de exclusión, mecanismos y concepciones falaces que impiden que la capacidad racional y práctica de las mujeres pueda brindar más frutos para toda la población. Esta trama de humillación debe ser erradicada y, en su lugar, deben fijarse criterios que eviten la violencia de la discriminación.
De manera anacrónica, todavía persisten voces que discriminan a las mujeres en base a ideologías y prejuicios, y limitan el lugar de ellas en el sistema de producción de conocimiento científico.